Nicola Costantino vuelve a ser sujeto y objeto de su propia obra en una muestra con citas del cine de los 50 y clásicos del arte universal.
Por: ANA MARIA BATTISTOZZI
Varias casas rodantes alineadas una tras otra, una serie de afiches y una gran pantalla de proyección instalada en el espacio de arte del edificio YPF que diseñó César Pelli en Puerto Madero. Esto es básicamente el soporte y el ámbito que condiciona y da forma a la última producción de Nicola Costantino, presentada aquí como segundo proyecto "site specific" del programa Arte en la Torre, que cura Fernando Farina y sucede a la espectacular intervención
Metro cuadrado, que realizó Graciela Sacco para la apertura de este espacio, suficientemente problemático como para implicar un desafío para cualquier artista.
Revulsiva y refinada al mismo tiempo, Nicola Costantino ha acentuado la condición de sujeto y objeto de su propia obra que planteó ya en 2004, cuando presentó en el Malba su polémico Savon de Corps . La cuestión mantiene una centralidad indiscutida en este trabajo de amplio desarrollo espacial, que aporta además la novedad de un relato fílmico sobre ese vínculo. Sólo que las circunstancias planteadas derivan un desenlace fatal.
Para llevarlo a cabo trabaja el suspenso como ingrediente clave, en una operación que toma prestadas formas del cine del género de los años 50 e incorpora también tics del cine nacional.
En ese sentido, la intervencióninstalación Trailer es también un homenaje al cine de la era predigital, cuando el oficio del artesano todavía jugaba un rol en el armado de escenas que tenían como punto de partida construcciones ficticias pero reales. La doble acepción del término inglés "trailer", bastante difundida por otra parte en estas tierras, alude tanto al compilado de escenas de un filme como al vehículo, versión moderna del carromato, sin movilidad propia que sirve para guardar y en este caso puntual, exhibir la utilería necesaria que da pie a la ilusión.
Costantino usa el trailer en esa doble acepción, ya que para exhibir detalles de la preproducción como la posproducción, muestra los avances de un filme que la tiene como protagonista junto a su doble en una historia, cuyos inquietantes detalles son presentados en una sucesión de escenas.
El argumento nunca es presentado del todo. Sólo llega al espectador de manera fragmentaria, por las tomas fotográficas que reproducen algunas escenas para los afiches de difusión. En realidad todo esto empezó justamente con una serie de estas escenas, como tantas de las que la artista arma desde 2006 para ser fotografiadas.
El fotógrafo Gabriel Valansi colabora con ella desde entonces en esta instancia pero es ella misma quien las diseña una a una e interviene personalmente en acciones performáticas que les dan vida. Son escenas que remiten a la historia del arte, a la historia de la fotografía y también del cine. Y en ellas puede aparecer la artista, fundida en una cita con "La virgen de las rocas", de Leonardo; el "Narciso", de Caravaggio, o en emblemáticas fotografías de Man Ray o de Diane Arbus.
En este caso, y claramente vinculado a lo anterior, se trata de escenas próximas a un momento especial de su vida privada que tiene que ver con la maternidad y el diseño de una figura idéntica a sí misma, capaz de acompañarla en los momentos clave que le es peraban. "Pensé en un doble como compañía, para no enfrentar sola una experiencia como ésa.
Pero también como una figura que congelara mi imagen ante los cambios físicos que imaginé se producirían", confiesa la artista ante el mar de fantasías que le desató una experiencia movilizadora como ésa.
Escultora de múltiples recursos, Nicola Costantino trabajó durante dos años para lograr el más fiel de los autorretratos. Así, en cada una de las escenas que pudo componer, aparece junto a su "incondicional compañía".
Pero un día esa presencia fiel se tornó amenazante con el raro extrañamiento que puede provocar lo más familiar. La sensación de tener un maniquí que vigila y llegado el momento puede irrumpir en nuestras vidas. Una especie de Frankenstein que amenaza con cobrar vida. Esto, en breve síntesis, es lo que derivó en el formato de film de suspenso y su correspondiente "backstage". Es probable que el hecho de haber estado colaborando en un film con el joven cineasta rosarino Dario Nardi, disparara en la artista este tipo de solución inédita en su obra. Y también le hiciera ponderar al punto de mostrar un sistema de producción que incluye desde el armado de una escena a la fotografía, el sonido y el diseño de imágenes, datos todos que influyen por igual en la construcción del sentido. Es así también que cobran importancia las escenas que se muestran en cada uno de los trailers y remiten a lo que podríamos llamar la intimidad de la artista.
La cuestión del doble ha sido asociada tanto al problema de la representación como a la histórica relación pintor-modelo. ¿Pero qué ocurre cuando el modelo es el propio autor desdoblado en infinitas circunstancias y personajes? La artista misma indagó esta cuestión desde las posibilidades diversas que planteó el arte y la literatura. Desde el Dr. Jekill, de Stevenson al Dorian Gray, de Wilde o El Hacedor, de Borges. En todos le fue posible rastrear una proyección de algo propio.
Pero quizás lo más inquietante de este punto de partida que condujo a la concepción de Trailer es lo que aproxima la obra de Nicola Costantino al Frankenstein de Mary Shelley y un punto de no retorno. De algún modo su obra, desde la serie Animal Motion Planet , ha ido bordeando ese límite que todavía hoy produce escalofríos, a pesar de los avances de la ciencia reciente.
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