A la hora de pensar los entrenamientos sobre el cuerpo del   bailarín, las danzas del espectáculo en occidente han hallado un  fundamento  eficaz en los saberes derivados de las ciencias naturales,  mas específicamente de  la biología.   De esta manera las diversas técnicas se ordenan en base a   representaciones biológicas del cuerpo que nos lo presentan significado  como un  conjunto de palancas, articulaciones, aparatos y en el mejor de  los casos:  sistemas, que “revelarían” su funcionamiento ante el ojo  curioso del  anatomista, quien funda su saber en la disección, la  medida, el peso.   Un cuerpo como objeto de las ciencias naturales nos lo  expone a  imagen y semejanza de la máquina cuyas “leyes de funcionamiento” nos   indicarían qué ruta hay que tomar para entrenar hasta la excelencia a  este  conjunto de aparatos y sistemas que algunos llaman “cuerpo”   Pero, tal como dice M. Ponty1 ¿es esta la única representación posible  del  organismo? Y en tal caso ¿Cuál es el verdadero valor de verdad  absoluta con que  este discurso pretende apropiarse de un objeto de  estudio tan complejo como el cuerpo, proponiéndolo como de su   exclusiva competencia?   Varios son los autores que abordan esta temática como  posibilidad de  cuestionamiento y reflexión respecto de los valores hegemónicos  e  ideologías dominantes, presentes en las representaciones exclusivamente   biologistas de la dimensión corporal del ser humano.   En tal sentido interesa rescatar algunos puntos de estos  debates  provenientes de una diversidad de campos –filosófico, antropológico,   sociológico, estético, psicoanalítico, entre otros - que a partir de  mediados  de siglo XX encuentran en el cuerpo un objeto de su  incumbencia.   Los diversos saberes han echado luz, a la vez que nuevas  sombras,  necesarias e interesantes a la hora de sentarnos a pensar sobre los   cuerpos, tanto del bailarín como del espectador, en los contextos de  producción  y recepción de obra contemporáneos.   La emergencia de nuevas variables –políticas, económicas,   científicas, tecnológicas, sociales, culturales– remiten a nuevas  condiciones  de construcción de la subjetividad –y por ende de los  cuerpos–. Esta realidad a  su vez, se hace visible en las nuevas formas y  variables de producción  artística, así como en estéticas emergentes,  de carácter plurívoco, polimorfo y  polisémico, que requieren, tal  como diría P. Pavis “nuevas teorías para el  análisis de los  espectáculos”2, y permítaseme agregar, para pensar las  distintas  propuestas de entrenamiento para el artista, en nuestro caso el  bailarín.                Abriendo  algunos interrogantes ¿Sobre qué consideraciones de lo humano vemos, desde nuestra  labor  formativa, al alumno que tenemos en frente y al cual apunta el   entrenamiento que le estamos proponiendo? ¿Es una máquina que debe “alinearse” y ponerse a punto para  “funcionar”  con excelencia? ¿O es un sujeto cognoscente, productor de realidad,   que se emociona, percibe, proyecta, crea y siente? ¿A dónde se dirige nuestro “entrenamiento”? ¿A “dominar” esta máquina llamada cuerpo y que se nos revela  u opone?  ¿a ubicarla en las coordenadas temporoespaciales, de un espacio   geométrico y un tiempo lineal? ¿A entrenar la obediencia? ¿A impedir la   emergencia de lo deforme…? O ¿a facilitar y promover las condiciones de experiencia  para que un  ser humano, –poético por excelencia y entendido como un ser   bio-psico-social e histórico–, se despliegue en imagen y acción? Indudablemente, si abrimos estos interrogantes y observamos  con interés  veremos que la técnica  utilizada nos revelará la respuesta.                Representaciones  y prácticas corporales   Las investigaciones sobre el cuerpo de algunas ramas de la   antropología y sociología contemporáneas, nos ponen en contacto con una  verdad  ineludible: toda concepción y práctica sobre el cuerpo se funda  en  representaciones del ser humano y del mundo. A su vez, podemos  afirmar también  que “toda práctica sobre el cuerpo transporta  dichas cosmovisiones y de este modo las inscribe  en el cuerpo”.    Jean Maisonneuve en su libro “Modelos del cuerpo y  psicología  estética” nos dice:  “la primera cuestión  que hay que considerar es esencialmente la  condición del cuerpo, es decir, su  posición y su significado en un  campo de experiencias y en una escala de  valores colectivos. Según la  manera en que una sociedad plantee el problema de  la vida y de la  muerte, del trabajo y de las fiestas, según la idea que ella se  forje  de la naturaleza del hombre y su destino, según el valor que le asigne  al  placer y al saber el cuerpo será evaluado, tratado y representado   diferentemente.” Por su parte el antropólogo francés D. Le Bretón afirma  :“Las  representaciones del cuerpo y los saberes acerca del cuerpo son   tributarios de un estado social, de una visión del mundo, y dentro de  esta  última, de una definición de persona”3. Al tiempo que los saberes hegemónicos ordenan el mundo,  también forman  parte de los fundamentos ocultos o no, que regulan las prácticas   sociales en relación al cuerpo. Ana Quiroga, desde la Psicología Social,  lo sintetiza muy bien cuando  nos dice : “el orden social significa al cuerpo,  le otorga un lugar, lo  afirma o lo niega, lo estigmatiza o lo rechaza, lo  reprime, lo  transforma en mercancía. Desde allí se definen a grandes rasgos las   relaciones que los hombres y mujeres de una cultura tienen con su cuerpo  y el  cuerpo de los otros; lo que se expresará en la familia, la  escuela, el ámbito  laboral. Es decir, en los distintos ámbitos de la  cotidianeidad”4. Para muchos tal vez este tipo de reflexiones resulten  “ajenas” a la  Danza,  tal como occidente acostumbró a pensarla. Sin embargo estos temas resultan ineludibles en una  actualidad donde el  artista se ve desafiado a buscar nuevas estrategias de  intervención  sobre la realidad –desde su trabajo específico– que pongan en  presencia  las manifestaciones de las nuevas formas de subjetividad que se van  esbozando  en el presente.                Pensar nuestra  práctica   Pensar las técnicas corporales en Artes, reflexionar sobre  el  contexto –de representaciones socio históricas vigentes– de su  construcción  y emergencia; interrogarlas acerca de qué concepciones de  ser humano y de mundo  transmiten e inscriben en los sujetos  a  través de sus cuerpos, sería a mi entender un desafío interesante para  asumir  desde los ámbitos académicos dedicados al arte,   especialmente en aquellos lenguajes cuyo material básico es el cuerpo.   Somos portadores aún, de un orden cartesiano que significa  al ser  humano y al mundo y que, como pesada herencia, aunque cuestionada,   continúa vigente, reproduciéndose desde lo oculto “interiorizado”.   En tal contexto los discursos con los que sostenemos  nuestras  prácticas muchas veces se contradicen con las prácticas mismas y las   concepciones que estas “transportan”.   En tal sentido resulta útil seguir los pasos de Sara Paín  cuado en su  libro “La génesis del inconsciente” nos indica que para salir del   dualismo organismo-psiquismo, la distinción entre las nociones de cuerpo  y  organismo es fundamental (ver kiné nº 68: “El cuerpo ¿no miente?”). “El organismo se domestica, se acostumbra, se medica. El  cuerpo se  ensaya, se equivoca, se corrige y aprende”5 dice S. Paín. El organismo se entrena para responder al salto , al giro,  equilibrio,  para la resistencia y la fuerza. Se piensa en el sistema  cardiovascular  y respiratorio, en las coordinaciones necesarias y en el ajuste  a  modelos estéticos y códigos previos. Se entrena, cueste lo que cueste. Para muchos, cuanto más  duro, mejor.  Se entrena, a veces cuidando no lastimar: articulaciones,  ligamentos, tendones, músculos…                Pero si pienso en  Danza… Espero también la  integración de “otro tipo de entrenamientos”  que apunten al despliegue de  aquello que tomará cuerpo sólo por un  efímero instante, para luego desaparecer  bajo nuevas imágenes,  energías, formas, movimientos, tonos, montos de libido…  Buscando justo  el lugar de la acrobacia donde se desliza el deseo. Un  entrenamiento que apunte al despliegue poético de aquello que  está siendo, ahora; aquello que coloque en el acontecimiento  energético. Un entrenamiento sobre ese lugar donde se  sintetizan las  relaciones sujeto-mundo, lugar donde el ser se encarna.  Lugar del que el  anatomista no puede dar cuenta.                De paradigmas   adecuados   Un modelo que disecciona, que funda sus certezas en la  medida y deba  ser expresado en lenguaje matemático no alcanza para  dar cuenta de la dimensión poética del ser humano,  ni de su capacidad  simbólica y creadora. Ni mucho menos de su capacidad de  producir arte.   Un trabajo dirigido al “cuerpo” requiere apuntalarse sobre  otros  paradigmas, otros modelos superadores de todo dualismo, de todo   pensamiento binario de opuestos excluyentes. Un modelo que conciba la  realidad  como construcción y que tome a toda  verdad como un  saber provisorio y parcial.   La práctica y el fundamento de un trabajo que apunte al  “cuerpo”, tal  como lo he propuesto, debe apoyarse sobre un paradigma que tolere  lo  incierto, lo múltiple, la paradoja y el vacío. Un paradigma que pueda  poner  en escena nuevas estructuras, nuevos nexos, planteando nuevas  relaciones entre  el caos, el cosmos y la ley.   Un modelo flexible y en movimiento, es imprescindible para  desafiar  la emergencia de la capacidad humana de crear mundos y transformarlos,   tolerando el vacío primigenio al que conduce todo proceso creador. Para   sostener una práctica sobre el cuerpo que lo tolere escurridizo,  paradójico e  inaprensible. Una práctica que proponga un “habitar”: el  cuerpo, el espacio, el  tiempo, el vacío... en un acto de pleno estado  de danza.                                1 Ponty, M.: La  estructura del comportamiento.  Buenos Aires. Edit.: Hachette.   2 Pavis, P.: El  análisis de los espectáculos –teatro, mimo, danza  y cine- Barcelona .  Edit.: Paidós.   3 Le Bretón, D.: Antropología del cuerpo y Modernidad. Buenos  Aires. Edit.: Nueva  Visión.   4 Quiroga, A.: Matrices de Aprendizaje. Buenos Aires.  Ediciones Cinco.             5 Paín, S.: La génesis del inconsciente. Bs. As.  Edit.: Nueva Visión.                                                      |          
         
No hay comentarios:
Publicar un comentario