sábado, 5 de junio de 2010

Premian a un fótografo argentino por mostrar el horror de la guerra

Walter Astrada

Destacaron sus fotos sobre violencia sexual en Congo y sobre la represión en Madagascar.


WALTER ASTRADA. El premio fue para el fotógrafo argentino "por su comprometido trabajo, su dedicación y su empeño por dar a conocer los horrores de la guerra", según el jurado.

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Walter Astrada eligió convivir con el riesgo. Sin embargo, no piensa demasiado en su temor cada vez que le toca registrar -cámara en mano- huracanes, catástrofes naturales, levantamientos militares, guerrilleros, guerras civiles o el mundo sórdido de la prostitución. "Los que están verdaderamente jodidos son aquellos a lo que vas a fotografiar. En algún momento tú puedes negarte o volverte a tu país, pero esa gente va a estar ahí aunque no quiera", explica por teléfono el fotógrafo argentino radicado en España, desde donde habla y acaba de recibir el premio Miquel Gil Moreno, que reconoce la labor de los periodistas que se destacan por su entrega profesional y humana en situaciones de conflicto.

Astrada (36) recibió el galardón dotado con 6.000 euros y una estatuilla por su serie de fotografías sobre violencia sexual en el Congo y por la cobertura de las manifestaciones en Madagascar en contra del entonces presidente Marc Ravalomanana, que derivaron en un baño de sangre. El jurado destacó "el comprometido trabajo, la dedicación y el empeño por dar a conocer los horrores de la guerra" de Astrada.

La serie sobre violencia sexual en el Congo, donde el ejército y las fuerzas guerrilleras violaron en 2008 a centenares de mujeres, forma parte de un proyecto más amplio del fotógrafo, que lleva recopiladas imágenes de mujeres abusadas en 4 de los 5 continentes. "Hasta hace dos meses estuve trabajando en India. Ahora quiero volver a Haití y después sí regresar a España para registrar estas situaciones en un país europeo y programar una muestra", explica.

Su preocupación por la violencia de género apareció hace años leyendo una nota periodística. "Podría estar haciendo el trabajo en todos los países y eso significa que en todos el mundo las mujeres están jodidas", sentencia.

Astrada, que cuando no viaja, reside en Bilbao, asegura que intenta mostrar aquello que no quiere ver. Las imágenes de muerte, de mujeres que lo han perdido todo, incluso la cordura por las vejaciones sufridas, nunca desaparecen de su imaginación, tampoco cuando descansa. "Mi trabajo enseña lo que debe ser mostrado y eso me libera de un sentimiento de culpa", insiste.

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