Tres intelectuales, hinchas confesos, analizan con pasión la Selección que supimos conseguir. "En Messi no está esa capacidad simbólica que tuvo Maradona, que puede tener Tévez", coinciden y desmenuzan pasado y presente del fútbol nacional. Además, una "confesión" de Galeano y un artículo de Pasolini.
Por: Héctor Pavón
El sueño del pibe. Pablo Alabarces, Martín Kohan y Juan Sasturain comparten el sueño maradoniano de ganar el Mundial.
¿A quién representa esta Selección?
Pablo Alabarces: A los espónsores oficiales... Hay mucho más, pero si uno se olvida del hecho de que es una mercancía, lee mal las cosas. El mayor discurso sobre la Selección lo están marcando las publicidades. Es un primer dato.
Juan Sasturain: Sí, pero creo que sigue representando las expectativas de gran parte de la población. Tiene que ver con las esperanzas, las ilusiones, las voluntades. Yo siento unas ganas muy profundas de que juguemos bien y de que nos vaya bien. Y dicho en plural porque lo siento así.
Martín Kohan: Para mí no representa estrictamente a la Argentina sino a la argentinidad. Me parece que hay que pensarlo en términos de representación de un país, de cierta mitología, de cierto imaginario de país. Me parece que lo que se pone en juego es la argentinidad: o sea, toda la maquinaria de fantasías colectivas, mitos, utopías, frustraciones...
Alabarces: Lo que dije tenía el sentido de provocación exasperada porque el fútbol hoy está instalado sobre el discurso de la pasión por todos lados, y entonces creo que los hinchas sostienen que la pasión no se compra ni se vende. Y todos los días los espónsores, el negocio demuestran que la pasión se compra, se vende, se alquila, se subalquila, etcétera.
Kohan: Se fabrica.
Alabarces: Claro y que esa contradicción esté siempre presente me parece importante. Uno se relaciona con el fútbol de una manera no racional.
Sasturain: Perdonáme, Pablo, yo no hablaría de pasión sino de sentimiento, que es un poquitito menor. No es lo mismo, creo que tiene que ver con la referencia de los sentimientos.
Alabarces: Mirá, le pasó a mi hijo mayor con el que vimos juntos la eliminación de Argentina con Suecia en el 2002; el pibe tenía 15 años, ya era un tipo grandote y lo tuve que consolar.
Sasturain: ¿Y a vos quién te consoló?
Alabarces: No, no, yo tenía que guardar la racionalidad porque era el adulto, y el que le tenía que explicar que a pesar de todo sólo es fútbol. Entonces entiendo lo de la emoción también biográficamente. La representación de la argentinidad es distinto a lo de hace cuatro años porque el retorno de Maradona permite poner otras cosas en juego y lo complica más con esa cosa peronista de Maradona en el sentido de decir nacional popular, etcétera. Creo que además, también en este Mundial en particular, aparece otra figura que también trabaja mucho sobre eso, que es Tévez. No en vano los medios lo están presentando como el jugador de la gente, del pueblo.
Sasturain: El jugador del pueblo. Carlitos tiene algo de eso. Tiene que ver con ese conjunto de construcciones imaginarias que constituye la argentinidad...
Kohan: Generan realidad porque generan estados de ánimo, reacciones.
Alabarces: Cuando se corrió Maradona de la cancha, lo que apareció fue puro tribalismo. La Selección era algo que no le importaba demasiado a nadie porque los hinchas estaban demasiado cargados sobre su afición local, su afición tribal, y la Selección había pasado a ser una extracción en la cual nadie podía creer demasiado.
Kohan: ¿Y eso no lo ves ahora?
Alabarces: Creo que respecto de 1998, 2002, 2006, que es la serie de mundiales sin Maradona, éste es su regreso y la aparición de una figura como Tévez vuelve a cargar cierto sentido de lo nacional con más facilidad.
Kohan: Yo confieso que ese mecanismo básico, que es una instancia superior, nacional, superadora, que disuelva las diferencias internas y por lo menos suspende las diferencias hacia adentro para una identificación superior, colectiva en lo celeste y blanco, y la Argentina, etcétera, a mí, con la Selección, no me funciona. Eso a mí me queda completamente supeditado a Boca, de una manera sumamente extraña porque a mí el fútbol me encanta y le dedico un tiempo que le dedico a pocas cosas. En cierto sentido yo confieso que para mí el fútbol queda suspendido hasta agosto.
En esta charla sobre fútbol todavía no surgió el nombre de Messi...
Sasturain: No.
¿Por qué?
Alabarces: La explicación de Messi es puramente futbolística. En Messi no está esa capacidad simbólica que tuvo Maradona, que puede tener Tévez.
Sasturain: Muy raro lo de Messi, esa maravilla de jugador es muy raro, no es un jugador argentino.
Kohan: No funciona como tal.
Sasturain: Nunca ha jugado acá. A mí me encanta, me parece que es un crack. Pero no es un jugador argentino...
Kohan: Hay un dato objetivo definitorio. El tenía un problema orgánico de crecimiento y requería un tratamiento que acá no le daban.
Sasturain: Lo hubieran discriminado, diciendo ese petiso.
Alabarces: Exactamente.
Kohan: El tratamiento para el crecimiento es algo que toca un mito argentino, sobre todo en la zona del litoral, que es que en este suelo fértil todo lo crece y Messi no crecía...
Alabarces: Exactamente, el mito argentino. Roberto Da Matta, antropólogo brasileño, decía "uno miraba la foto de los jugadores argentinos en los 40 y decía están llenos de proteínas".
Kohan: Claro, la idea de que en este suelo echás algo y crece. En Barcelona lo adoran, pero al mismo tiempo no dejan de marcar que no se le pegó el más mínimo acento y eso que fue allá de chico. Para el fútbol y para la manera en que nosotros podemos activar un tipo de adhesión, no tenemos donde ponerlo, efectivamente.
Sasturain: Pareciera que tiene muchas ganas de empatar su performance.
Alabarces: Ya ganó todo lo que podía ganar, pero la Copa del mundo es la Copa del mundo. Uno no se inscribe en la historia sin una Copa del mundo, la única excepción es Di Stéfano.
Sasturain: No es absolutamente novedoso, pero el que ha llegado ahora es Rooney (Inglaterra). Cómo me gusta. Qué jugador.
Alabarces: Ese es argentino. Petiso, cabezón y patotero.
¿Y Bilardo de qué juega?
Sasturain: Está su espíritu y ese es el aspecto al cual más le temo.
Alabarces: Hay poco, no voy a decir ojalá hubiera más bilardismo, pero por lo menos para ir mejor en defensa. Creo que Maradona de Bilardo saca algo de retórica, nada más.
Kohan: Y, además, la retórica de Bilardo es intransferible porque tenés que tener esa dificultad psíquica que él tiene con el lenguaje, si no tenés eso no lo podés reproducir. Me parece que funciona como tótem, o sea, es una especie de emblema quieto, a contemplar, suscita, en el entorno, una mezcla rara de temor, respeto, veneración y distancia.
Sasturain: Para mí fue muy revelador el festejo de las eliminatorias, esa paranoia... El incentivar la paranoia, inventarse un enemigo, que evidentemente hizo, potenciarlo, toda esa cosa de construcción paranoica...
Kohan: Esa noche de la clasificación en el estadio Centenario Bilardo tiene como un desfasaje de temporalidad. Estaba saldando cuentas con Zubeldía, del año 86. Tiene capas de temporalidad muy raras, no sabés exactamente en qué frecuencia temporal estaba reaccionando: si con Clarín deportivo del 84, del 85, del 86, si con su enfrentamiento con Bernao de Independiente...
Alabarces: Al mismo tiempo, él es un anacronismo en el sentido de que el último buen equipo de Bilardo jugó en junio de 1986.
Kohan: Sí, pero habría que escucharlo más ya que está puesto ahí. Algo hace que él no se vaya pero en el abrazo con Maradona, yo lo veo más a él abalanzándose sobre Maradona que éste tomándolo a Bilardo como referente. Y me parece que tocó la fibra emotiva paranoica de "todos contra nosotros". Pero la idea de Bilardo, como un tipo a consultar o a tener en cuenta futbolísticamente me parece que no está funcionando.
Alabarces: No, claro. Para mí la disputa menotismo/bilardismo siempre fue ridícula. Es después cuando aparecen cosas mucho más interesantes. Bielsa es una gran renovación. A favor de Bielsa veo que su esquema táctico no es fijo sino que se basa en el criterio de que tenés que crear la circunstancia para que el maradonista explote en el lugar adecuado y no que te recorra toda la cancha gambeteando. No es que el jugador está al servicio de la estructura sino que la estructura está puesta para que el jugador explote en menos espacio y eso, además, siempre es ir adelante, atacar y presionar, esto de que la defensa empieza en el área del otro. Cuando te "muerden" 10 tipos en la salida me parece maravilloso.
Kohan: Son cinco goles de contra sistemáticamente. Para mí esa es la hazaña táctica de Bielsa: hace algo que en algún punto está mal hecho: cualquier rechazo del fondo que caiga dentro de la cancha es un contraataque de gol y sin embargo a Bielsa no le pasaba.
Alabarces: Bueno, yo en ese sentido creo que Maradona es el técnico perfecto para esta etapa, no en el sentido de lo que necesita la Argentina como táctica para aprovechar a Messi. No, las pelotas. Es el técnico perfecto para esta etapa de "muchachito aguantador" del fútbol argentino, ¿no? Es tribunero, aguantador, machista, el desborde de "la tienen adentro" es un buen síntoma de eso, es el "vamos muchachos, pongan huevos..." perfecto para esa etapa.
¿Y por qué lo lleva a Palermo?
Kohan: La grandeza de Palermo en gran medida radica en que le pega con el tobillo, la manda a la tribuna y a mí no me afecta.
Alabarces: Y sí, es uno de los milagros más increíbles del fútbol argentino de los últimos 20 años.
Sasturain: Totalmente, y eso que hoy es el 30% de lo que ha sido Martín. Esa es la carta que Diego se guarda para salvarse. No hay ninguna otra razón para que Martín esté.
Alabarces: Coincidirán conmigo que hay más razones para que esté Garcés que para que esté Palermo, mirá lo que te estoy diciendo.
Kohan: ¿Por qué todo tiene algo de El sueño de los héroes de Bioy, donde hay que vivir la misma noche exactamente otra vez? Tantas cosas se repitieron del 86, la camioneta parecida... y lo lleva a Garcés para que parezca Garré...
Alabarces: Maradona fue lo que fue porque lo fue futbolísticamente y también, de manera mucho más amplia simbólica y culturalmente. Y lo fue en determinado contexto y eso es absolutamente irrepetible. La idea del heredero de Maradona no es soportable ni futbolística ni culturalmente, no lo puede haber, no puede haberlo de ninguna manera. No lo es Messi ni Tévez tampoco.
¿Todavía existe aquello llamado fútbol argentino?
Kohan: Sí, sí.
Alabarces: El fútbol argentino es una combinación de factores que son menos esencialistas que lo que cierto menotismo señala, creo que es una combinación de tradiciones bosteras, racinguistas, de Independiente, de River, de San Lorenzo, y de los equipos chicos y las tradiciones de los equipos chacareros, todo es una buena mezcla de todo eso, y esa mezcla es, creo, un fútbol ofensivo.
Sasturain: El peso de las decisiones individuales ha sido muy importante en nuestra manera de concebir el fútbol. Si el fútbol argentino es lo que se juega hoy en Argentina entonces es muy feo. Pero bueno, el fútbol argentino está diseminado, encarnado en personas, y esas personas, por lo menos los mil que juegan mejor, no están acá. Ese fútbol argentino está diseminado, en evolución o en disgregación. Las condiciones que hacían a la posibilidad de reproducirse también se han desdibujado. Al no haber, al no estar, entonces las divisiones inferiores entonces los clubes no funcionan con modelos determinados. Eso alguna vez existió, en los años 40, 50 y así nació una escuela que como no estaba contaminada, se desarrolló. Pero el perfil se ha ido desdibujando. Los argentinos han tomado otra característica, que es la del jugador con una gran capacidad de adaptación, un individualista poderoso porque es más peleador, tiene más huevos, está acostumbrado a que lo caguen a patadas, sabe gambetear, es decir, ha desarrollado, como carácter de jugador argentino, eso que dicen en Europa: que los argentinos tienen capacidad de adaptación, que juegan en cualquier lado.
Kohan: Esto tiene que ver con la necesidad de encontrar algo propio cuando en realidad se trata de una cultura de importación y de mezcla desde la constitución de esta nación. Entonces en un punto el fútbol implementa, adopta o incorpora desde hace muchísimos años algo, que hay que pensar que es exógeno y que distorsiona una esencia propia.
Alabarces: Es medio un romanticismo comercial...
Kohan: Pero de todos modos creo que puede haber marcas. Hay un tipo de gambeta, hay una relación entre el amague y la gambeta propios. Uno puede reconocer cierta manera de gambetear, de amagar y de desplazamiento de la pelota "en pie"; se distingue el toque en corto. Esa manera de gambetear uno no la ve en el fútbol europeo. Y todo eso genera una forma de tradición ofensiva. Y argentina.
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