domingo, 20 de junio de 2010

Cómo convertir a la gente en obra de arte

La ballena va-llena es una mega instalación de un grupo de creadores argentinos que se presenta en el Museo Histórico de Budapest, Hungría.

BARCO BALLENA. Los inmigrantes se convertirían en arte en una nave.

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Será mejor ser un objeto que ser una persona? ¿Será mejor, más confortable, más amable ser obra de arte que gente? Ser, por ejemplo, la Mona Lisa, ¿será mejor que ser un inmigrante en Arizona? Algo así se plantearon los artistas del colectivo Estrella del Oriente. Y se lanzaron a un proyecto que convierte a personas en obras de arte, amparadas bajo las leyes que cubren a la obras de arte. Les está yendo bien: mañana dos de ellos –Daniel Santoro y Juan Carlos Capurro– llegarán a Budapest, invitados por el Museo Histórico de esa ciudad, para llevar adelante una etapa del proyecto. Todavía no viajan, como, planean, con un barco cargado de migrantes-obras. Pero en eso están.

Además de Santoro y Capurro, integran el colectivo Pedro Roth, el Tata Cedrón y el cineasta Marcelo Céspedes. Juntos, vienen impulsando la instalación La ballena va-llena que, advierte Capurro a Clarín , no es ningún chiste.

"La instalación –explican en un comunicado– presenta al Gran Barco Ballena, que recogerá a todos los inmigrantes indeseados del mundo que se inscriban para que –una vez convertidos en obras de arte en el interior del navío– sean recibidos por los principales museos del mundo, incorporándolos a su patrimonio permanente".

Pero ¿puede un ser humano ser obra de arte? En la instalación que abre el sábado, los artistas leerán una declaración en la que aparecen los fundamentos de la acción. Para presentar a un humano como arte (¿se puede ser naturaleza y cultura al mismo tiempo?) se basan, claro, en Marcel Duchamp, aquel artista que presentó un mingitorio en un concurso de arte, en 1917. Con él, dicen "se colocó al objeto de uso cotidiano en la categoría de obra de arte". De ahí a las personas faltaba un paso.

" La posibilidad de que el ser humano sea una obra artística surge del encuentro fortuito de las leyes que gobiernan la protección de las obras de arte con las leyes que establecen la restricción –y en esa medida la desprotección– de los humanos a circular por el mundo ", dice la declaración. " Es decir, del choque entre la amplia circulación, bajo apoyo estatal o privado, de las obras y expresiones del Arte, contra la restricción de la circulación de los seres humanos, ambas en escala planetaria ." "Existen obras que son patrimonio de la humanidad. ¿Cómo puede ser que la humanidad no sea patrimonio de sí misma? Aquí, devolvemos ese concepto, que es el más sagrado de todos", dice Capurro a Clarín , horas antes de viajar.

En concreto, en Budapest habrá discusión, mesas donde se llenarán planillas de inscripción para subir al barco, proyección de un documental filmado en distintos lugares del mundo con gente que opina sobre la idea. Ya hay museos en Europa y Estados Unidos que estarían interesados en participar del proyecto, cuenta Capurro.

Las personas a su suerte, los objetos bien cuidados, dice Santoro y sí, un nosequé aprieta el estómago. Y aunque dan ganas, no hace falta mirar con odio el cuadrito que uno se compró con ilusión ni revolearlo por la ventana. No es eso.

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