La directora del Ballet Nacional de Cuba concita tanto odio como adoración. Algunos la consideran un instrumento político de Fidel Castro, así como alguien que ha permanecido demasiado tiempo en su puesto y que impide que determinados bailarines trabajen en el exterior. Aquí, un repaso por su apasionante carrera.
Por: Gia Kourlas para The New York Times y Clarín
ALICIA ALONSO. Aquí, un recorrido por sus mejores interpretaciones.(YouTube)
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También está prácticamente ciega. Sin embargo, cuando habla de ballet, las manos, cobrizas y curtidas, se mueven cerca del rostro mientras los dedos finos giran y saltan en delicadas coreografías. "Bailo con las manos", admite con una sonrisa. "Lo hago. En realidad bailo más con el corazón, y lo siento en todo el cuerpo. No puedo evitarlo."
El 3 de junio, Alonso celebró su nonagésimo cumpleaños en un programa especial a cargo del American Ballet Theater, para el que bailó en sus comienzos. (Su verdadero cumpleaños es el 21 de diciembre.) Alonso concita tanto odio como adoración. Algunos la consideran un instrumento político de Fidel Castro, así como alguien que ha permanecido demasiado tiempo en su puesto y que impide que determinados bailarines trabajen en el exterior.
Pero Alonso cuenta también con la veneración de los amantes del ballet, que recuerdan su Giselle y su longevidad en el escenario. Bailó por última vez en 1995, cuando interpretó "La mariposa", una pieza con coreografía suya. Tenía setenta y cinco años. "Una jovencita", dice antes de sucumbir a la risa. "Es fantástico, ¿no? Dos años antes había bailado 'Giselle.'"
Alonso parece un zorro astuto o una anciana adorable. Lo más probable es que sea ambas cosas, ya que su actitud puede experimentar cambios repentinos. Se niega con firmeza a contestar preguntas relacionadas con la política. "Vine porque me organizaron una recepción maravillosa y el regreso me produce un sentimiento también maravilloso", señala Alonso.
"Puedo hablarle de recuerdos y cosas por el estilo, y pienso que deberíamos atenernos a eso. ¿No le parece?" El regreso de Alonso al Ballet Theater evoca emociones que, según dice, es muy difícil expresar con palabras. "Me recuerda todos los años que trabajé aquí, mis amigos, la danza y las giras que hicimos durante la guerra. Es toda una vida. Estábamos creando el futuro del ballet en los Estados Unidos. Era un gran sueño." Alonso se incorporó al Ballet
Theater en 1940, pero tuvo que volver a Cuba para someterse a una operación oftalmológica y se reintegró a la compañía en 1943. Formó parte del elenco original de "Undertown" (1945), de Antony Tudor; "Fall River Legend" (1948), de Agnes de Mille; y "Tema y variaciones" (1947), de George Balanchine. Para ese ballet de extrema dificultad, en el que Ygor Youskevitch fue su compañero, Balanchine aprovechó la destreza técnica de Alonso.
"Recuerdo a B. Me miraba", comienza, antes de imitarlo, "y decía: '¿Puede hacer este paso?' Yo le contestaba: 'Lo intento, Sr. Balanchine.'" Luego le pidió que intentara un entrechat seis, un salto con rápidos cruces de piernas. "¿Tiene miedo?" dice Alonso imitándolo una vez más. "No, no. Lo intento, Sr. Balanchine."
Alonso siguió bailando a pesar de que su vista empeoraba. Otros salían de escena corriendo, pero ella optó por una salida más lenta para no correr peligro de caerse. "Ponían luces muy potentes para que pudiera ver dónde estaba el centro", comenta. Recuerda quesu compañero Anton Dolin le decía: "Mi amor, está bien. Se ve muy bien. Tan sólo sal y flota." Si bien puede pensarse que Alonso es muy frágil, hace gala de lo que parece una comprensión selectiva del inglés según cuál sea la pregunta.
Fue necesario repetirle tres veces, por ejemplo, la pregunta de si estaba formando un sucesor en su compañía. Cuando tomó conciencia de que la frase "No entiendo" no iba a sacarla de apuros, terminó por decir: "Creo que son todos muy buenos." Son gente muy capaz, estoy segura. Eso espero. En cuanto a su legado, declara: "No quiero que se me recuerde. Simplemente no quiero que se me olvide."
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