Signo de distinción, al principio fueron indumentaria militar. Los distintos nudos. Las primeras aparecieron en China , en siglo III antes de Cristo.
Por: Gisela Antonuccio
posibles de elegancia de un hombre parecen caber en un nudo.
Lo refuerza su curador, el arquitecto italiano Luciano Calosso: "A través de ella se sabe quién es quién y lo que pasa en una casa".
Suena excesivo y se apresura a aclarar. Lo hace con destreza rutinaria, semejante quizás a la que empleó en decidir el tono azul de su traje, levemente más oscuro que el de su corbata, que respeta la regla de impedir que asome un milímetro del cuello de la camisa.
"La corbata revela si se siguen las tradiciones dentro de una casa. Antes, el paso de la adolescencia a la adultez de un muchacho estaba marcado por la entrega de la corbata, además del pantalón largo", cuenta el curador. Y hoy, cuando dejó de ser un accesorio obligado, si vemos a un chico que la usa en una ceremonia, es señal de que su madre o su padre cuidaron cómo debía lucir el hijo", deduce.
La muestra narra sus comienzos, allá por el siglo III a. C., en la armada del emperador chino Huang-Ti, en la que los soldados llevaban una especie de corbata. El nombre le fue dado por el pañuelo anudado al cuello y dos extremos libres y en punta, que usaban los soldados croatas (hrvat=croata).
Allí también está el focale romano, paño que llevaban en el cuello los legionarios de la Roma de Augusto para proteger la garganta y el pecho.
Pero es probable que el focale tuviera una función estratégica para el campo de batalla, sospecha Calosso: una suerte de "divisa militar" que permitiera a unos y otros reconocer a los suyos de un modo inmediato, cuando ambos bandos usaban un casco y armadura que apenas dejaban ver el cuello.
La muestra, que estuvo ya en Seúl y Washington y lo hará luego en Montevideo y San Francisco, incluye un traje original de mediados del siglo XVII, cuando el Rey Sol, Luis XIV, incorporó del uniforme de sus mercenarios croatas un cuello de muselina o de seda, que remataba en un moño. A partir de ahí la nobleza empezó a usarlo, y así fue como se extendió en el resto del mundo.
La exhibición detalla esos orígenes y también traza un recorrido desde 1950 a 1990, en el que la curaduría se esfuerza en subrayar aquella frase de Oscar Wilde: "Una corbata bien anudada es el primer paso serio en la vida". De los 90 pueden verse géneros sobrios de Zegna, Ferragamo o Hermes y estampados de Versace, Moschino, Valentino o Lanvin. También hay fotografías: Fred Astaire, con un modelo con pasador, Marcello Mastroianni, con una delgadísima, Marlene Dietrich, con nudo grosso y Elvis Presley, con una pieza de seda brillosa.
También se exhiben modelos del Salvador Dalí de la corbata, el italiano Alberto Valentini, y sus modelos del futuro: una pieza de plástico y otra ecológica, con algodón orgánico. El nombre de Valentini es sinónimo de exclusividad en materia de corbatas en Italia y buena parte de Europa.
Para el curador italiano, lejos de ser un accesorio añejo, la corbata tiene todavía mucho recorrido por desanudar. "Es símbolo de pertenencia y distinción. Está asociada a la tradición, y ésta no desaparece", dice.
La exhibición es un protocolo sobre los tejidos, proporciones y nudos posibles, de los que se detallan 18, de un universo posible de ochenta. Algunos, como el serte pieghe y el papillon, pueden desanimar al más dispuesto caballero contemporáneo. Y por la misma razón, devolverle su ránking en el salón al gentil veterano.
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