En la década de los sesenta Edgar Morín comenzó una serie de investigaciones experimentales en el campo de lo social bajo las cuales vislumbró la incipiente idea de la necesidad de un nuevo paradigma transversal que involucrara los más diversos campos del conocimiento para lograr un abordaje multidisciplinar que diera cuenta de la complejidad de la realidad en sus múltiples dimensiones. En la sociedad actual globalizada, la vertiginosa transformación tecno científica, cultural, social y política, ha configurado una nueva cartografía, precisamente perfilada por Manuel Castells, tanto en la complejidad de las múltiples realidades en las que operamos simultáneamente, como en la interconexión entre procesos y acontecimientos considerados inconexos o marginales.
Si  a finales del siglo XIX el propio cerebro fue capaz de observarse a sí  mismo contemplando, por primera vez, sus neuronas y sus redes nerviosas  en un ejercicio de reflexividad sin precedentes, es ahora cuando la  sociedad global afronta la necesidad de pensarse y de construirse a sí  misma desde este nuevo paradigma, explica Karin Ohlenschläger, comisaria  de la exposición, “la pregunta que plantea Banquete _nodos y redes, es  cuáles son los patrones y cuáles son las estructuras que se están  estableciendo sobre esta nueva condición, la de una sociedad cada vez  más definida y organizada en torno a las redes tecnológicas”. Artistas  que tratan de explorar, investigar y de desarrollar, nuevos mundos,  nuevas herramientas y nuevas formas y dinámicas de comunicación  “porque  hoy en día la creación es más que nada una forma de comunicación, y por  lo tanto, el tipo de obras que se establecen en esta exposición están  articulando estos nuevos espacios de comunicación con nuestro entorno  urbano, con las redes sociales, tanto en internet como en el espacio  físico”. 
 Banquete_nodos  y redes se encuentra estructurada en cuatro ejes o  áreas  interconectadas: las conexiones emergentes entre los espacios físicos y  digitales, las relaciones entre las dinámicas urbanas y sociales, las  redes informacionales y las conexiones entre biosfera e infosfera, y  propone una cartografía en torno a grupos de artistas que están  trabajando con expertos desde los más diversos campos del conocimiento  -como la  arquitectura, la antropología, sociología, pedagogía,   biología, genética, ingeniería, informática y biopolítica- para  plantear las relaciones del espacio vital en la era de la información y  de la comunicación global. 
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 A  través de los 34 proyectos de arte digital e interactivo  presentados  en Banquete_nodos y redes,  se investiga cómo se da la conexión, como se  produce la relación, la creación de lazos y la auto organización (BCC;  Platoniq) o como se subvierte la exclusión mediante la producción de  nuevas prácticas que reducen el impacto de la brecha digital desde las  propias redes informacionales  (NeokinokTV); propuestas concretas en  relación  a la cultura del software libre, artistas que trabajan con  Flicker y con Skype  (Social Synthesizer_Prototype; Aetherbits), o con Google (Googlegramas  Ozono y Prestige; Joan Fontcuberta), en tanto archivos colectivos de  información global  a partir de los cuales desarrollan sus obras, y  artistas que comparten su creación (Todas las historias; Dora García),  su código (Blanca sobre negra; Pedro Ortuño), su planteamiento estético y  formal, para que otros lo usen y lo desarrollen (Tecura 4.0; Evru).  Estamos hablando de  artistas que ya no sólo (o no más)  generan sus  propios recursos sino que trabajan con imágenes y sonidos provenientes  de estos bancos de datos libres, abiertos y colectivos, conscientes de  las implicaciones políticas, sociales, económicas y culturales que  entraña este modo de creación basado en la sinergia colectiva y  la cooperación social en el contexto material e inmaterial de producción, como es el caso de X-devian. Technologies To The People, de Daniel Andújar.
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Artistas que están explorando nuevos usos sobre internet y la telefonía móvil (zexe.net,  Antoni Abad)  y en general, que están experimentando nuevos usos sobre  los dispositivos tecnológicos más allá de su función establecida por el  mercado (Evolutional Machines; Ricardo Iglesias), “en concordancia con  la tesis de Manuel Castells en la que afirma que no es la tecnología la  que hace al hombre sino a la inversa,  que el  hombre es quien da un uso  y un sentido a las tecnologías, y esta controversia de quién influye o  marca a quién,  es uno de los temas de esta exposición. Lo que plantean  los artistas que trabajan en el campo del arte digital se encuentra en  la dirección de la interacción, la obra se toca, se experimenta, se  requiere de la relación participativa de los visitantes en obras que no  consisten en ser objetos sino procesos” (Mur.muros/distopía; Kònic  Thtr). Procesos dinámicos que invitan a participar de determinadas  experiencias en el espacio público (Wikiplaza; Hackitectura), que  instauran un lugar desde la las prácticas colectivas de construcción  significante en la apropiación simbólica de determinados espacios de la  ciudad (Aire, Sonido y Poder;  Escoitar),  proponiendo una reflexión sobre las relaciones que existen  entre nuestro entorno físico y real (Luci. Sin nombre y sin memoria.  José Manuel Berenger)  y nuestros mundos efímeros, virtuales, pero por  ello no menos reales (Observatorio;  Clara Boj y Diego Díaz). “Nuestro entorno hoy en día son las pantallas y  esto cambia de manera considerable nuestra relación con el medio, con  los otros, nuestra relación con el espacio y con nuestras vidas, es  decir, con nosotros mismos” (La intención; Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto).
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 El  emplazamiento expositivo se ha organizado conceptualmente por áreas en  relación a los diversos órdenes de redes que articulan lo social,  biológico, lo público y lo virtual. En la Sala 1 se agrupan un conjunto  de proyectos que exploran las relaciones urbanas, las redes sociales,  las redes informaciones y las redes de software libre (Joan Leandre;  Alfredo Colunga; Influenza; Concha Jerez y José Iges), mientras que en   la Sala 2 se desciende hacia  el espacio  interior de los nanos mundos,  en el campo de lo biológico y en límite de la organización de la vida  misma. “En primer lugar, nuestra biosfera es también una infosfera:  la  vida se construye a través de la información genética, celular, en un  constante proceso de retroalimentación de códigos y lenguajes que se  desarrollan a muy distintos niveles”  Desde el código de software libre  hasta el código genético (Secuencias 24;  Pablo Armesto), los trabajos están relacionados con redes neuronales  (Refecting JCC Brain Research II; Águeda Simó),  complejos celulares  (POEtic Cubres; Raquel Paricio y J. Manuel Moreno), con una arquitectura  informacional que ha desarrollado el artista para, por ejemplo, poder  visualizar redes neuronales que se autoconstruyen y evolucionan a partir  de un programa de software de vida artificial (Vacuum Virtual Machine;  Álvaro Castro).
 Estamos  viviendo en una sociedad con una movilidad y una capacidad de conexión  que nos permite estar presentes aquí y, virtualmente, a miles de  kilómetros de distancia simultáneamente en tiempo real,  y por otra  parte estamos físicamente cada vez más inmóviles. En ese sentido Tangle, de Daniel Canogar, continua en la línea conceptual de una crítica en relación al sujeto  tecnológico,  continuando la reflexión sobre cómo las tecnologías establecen  complejas conexiones emocionales capaces de estrangular al ser  contemporáneo, al tiempo que plantea el problema de la imposible  sostenibilidad de los desechos tecnológicos, cables, ordenadores y demás  chatarra electrónica (Nuevas Geologías).
 “Hoy  en día conocemos, sabemos, que nuestra naturaleza y nuestro entorno  físico es información. Estamos viviendo, dinamizando y catalizando  constantemente  en un sistema metabólico global, la transformación de  materia, energía e información. Partiendo de esta idea de que nuestra  biosfera es una infosfera y viceversa, en la planta inferior de  Banquete_nodos y redes, encontramos proyectos donde los artistas están  trabajando con ADN, con redes neuronales y están planteando la relación  hombre-máquina (Protomembrana;  Marcel.lí Antúnez), la prolongación de la condición humana a través de  los dispositivos tecnológicos (Marina Núñez), con las respectivas  implicancias en cuanto a la experiencia, en cuanto a la percepción y que  estamos constantemente viviendo a diferentes escalas en la vida humana.  Estamos conectados y conviviendo con lo lejano y lo cercano, viviendo  dentro de nuestro entorno con los micromundos bacterianos tanto como las  macroestructuras económico globales que nos incluyen” (Crédulos;  Eugenio Ampurdia).
 La  vigente complejidad de lo social modulada por los procesos de  desterritorialización y descentralización,  simultaneidad y ubicuidad,   hiperconectividad y fluidez, reconfiguran el mapa de lo social, tanto  en lo público como en lo privado, desde una perspectiva  global. La  progresiva sustitución del unidireccional modelo brodcasting por el  horizontal peer to peer, da cuenta de la actual dinámica en la  producción, circulación y distribución del conocimiento, de la  información y de un conjunto de saberes que emergen en tanto nuevas  prácticas y nuevos modos de auto organización colectiva dando paso a la  actual estructura de múltiples nodos y redes.  
 Los  proyectos que conforman la tercera edición de Banquete,  exploran,  visualizan o generan estos nodos y redes de relaciones en las zonas  fronterizas entre arte, ciencia, tecnología y sociedad, no ya como una  apuesta  en  el sentido de la novedad sino en tanto plataforma que  pretende dar visibilidadad al emergente sistema de creación  y difusión  cultural del siglo XXI. Un sistema móvil y mutable,  multicéntrico,  dinámico y horizontal, que funciona de modo interdependiente, generando  redes autónomas, produciendo territorios existenciales alternativos,  inaugurando nuevas modalidades de valorización y nuevos agenciamientos  colectivos de subjetividad, porque  “todos somos  nodos de esta red de  relaciones, en la que nuestros conocimientos y nuestros dispositivos  tecnológicos pueden hacernos visibles y debemos ser conscientes de  ello”, explica Karin Ohlenschläger, "un arte que, como en todos los  tiempos, quiere hacer visible lo invisible". Estos nuevos  modos de significar los procesos de creación eclosionan el propio  espacio expositivo produciendo nuevos símbolos que reconfiguran su  propia historia institucional, al tiempo que encuentran legitimidad en  su estructura. Dar visibilidad en este contexto, hacer visible la  actual fuerza de invención para producir lo nuevo diseminada  globalmente , significa entonces asumir la nueva lógica social de  producción promoviendo su integración con los espacios tradicionales y  generando nuevos territorios para el desarrollo de la ingente fuerza  física y política del trabajo en Red. 
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