miércoles, 7 de abril de 2010

La mente como campo de batalla

En Vietnam y las fantasías norteamericanas, recién publicado, el historiador cultural H. Bruce Franklin analiza cómo la ciencia ficción y el cine moldearon la visión de ésa y otras guerras. En este diálogo ahonda sus reflexiones.
Por: Andrés Criscaut

1968. El jefe de la policía nacional de Saigón ejecuta a un prisionero del FLN (conocido como Vietcong), que se oponía a los EE.UU. y a las fuerzas apoyadas por ellos en Vietnam del Sur.
AnteriorSiguiente

Más de tres décadas después de finalizada la guerra de Vietnam (1958-1975), y tras una década de su publicación, por primera vez aparece en castellano el libro Vietnam y las fantasías norteamericanas del académico estadounidense H. Bruce Franklin (Final Abierto). Gracias a la cuidada traducción de Mario Iribarren, podemos leer uno de los textos más reveladores del complejo cultural que subyace a toda guerra moderna, dejando en evidencia que el frente de batalla también se desarrolla en las imágenes, las pantallas, la literatura e incluso los videojuegos.

Para Franklin, historiador cultural y ex militante antibelicista, el presente es un eterno equilibrista que se tambalea en la difusa línea que separa la ficción de la realidad. Y para explicar gran parte de la impronta que aún domina el pensamiento y el apoyo del pueblo estadounidense a los despliegues militares de los últimos tiempos invoca y saca a la luz los fantasmas y temores generados hace más de 30 años en aquel lugar remoto del sudeste asiático. Vietnam y las fantasías norteamericanas despliega todo un abanico de elementos coherentes y lógicos que ayudan a interpretar gran parte de las aventuras militares de Washington como la invasión a Iraq, Afganistán o el 11 de septiembre, que Franklin analiza en esta entrevista con Ñ.

-Algunos estadounidenses creen que el ataque del 11 de septiembre del 2001 a las Torres Gemelas fue un "auto atentado", incluso que hubo una relación directa entre éste y el gobierno iraquí de Saddam Hussein. ¿Acaso la ficción y las fantasías pueden moldear tanto la realidad ?

-Es que el gobierno estadounidense ha estado involucrado en tantas conspiraciones, como muestro en mi libro, que no me sorprende que tanta gente crea que el 11-S fue otro de los complots gubernamentales, y este sinsentido es peligroso porque realmente oscurece el objetivo de Al Qaeda que era llevar a los EE.UU. a una guerra sin fin en el corazón del mundo islámico para destruir el "imperio del mal americano", como habían hecho en Afganistán con el malvado "ateísmo soviético".

Pero más allá de lo sorprendente del hecho, fue real. "Sí, pero en el 2001 Al Qaeda era una relativamente pequeña banda criminal que logró realizar un acto espectacular, aunque militarmente inconsecuente", apunta Franklin. "En ese momento podría haber sido aislada y destruida, sin embargo la política de G. W. Bush la ha transformado en un modelo de conglomerado descentralizado, disperso y potencialmente mucho más peligroso. Cuanto más se involucren los Estados Unidos en la confrontación contra el mundo islámico mayor será la amenaza del terrorismo", señala.

"La guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los militares" señalaba en la delirante película Dr. Strangelove (Stanley Kubrick, 1964) el demente general Jack D. Ripper (Jack el Destripador) antes de lanzar un ataque nuclear sobre la Unión Soviética. Originalmente esta frase corresponde al político francés Georges Clemenceau que la usó a principios del siglo XX refiriéndose a la Gran Guerra europea de 1914. Muy pocos habrían imaginado que esta máxima vería su punto culminante de desarrollo en un remoto y selvático rincón asiático llamado Vietnam. Washington sufrió su primera derrota simbólica al no contemplar el segundo frente de una "guerra cultural" ideológica e imaginativa que se estaba llevando a cabo dentro de su poderosa e influyente sociedad de masas. Las guerras pasaron a ser algo más que un tema militar; deberían ser también ganadas en las mentes y los pensamientos de la opinión pública.

-¿Qué significa Vietnam hoy para los EE. UU.?

-Aunque ahí se lanzaron más bombas que todas la utilizadas durante toda la segunda Guerra Mundial, toneladas de napalm, defoliantes y armas químicas, y casi 300 toneladas de explosivos por cada vietnamita, increíblemente las víctimas terminaron siendo los propios EE.UU. Entre los 70 y los 80 fue necesario revisar, reescribir y reorientar su historia infinidad de veces, a través de la gran usina de la cultura y del espectáculo estadounidense, para embarcar y conseguir el apoyo de la sociedad para otras guerras, especialmente la "gran cruzada contra el Mal" de la administración Reagan.

-¿Y terminó adquiriendo un nuevo significado?

-Vietnam dejó de ser una guerra, un país o un pueblo y su historia fue sepultada bajo capas y capas de mitos, filmes, textos y fantasías, y lo que fue una guerra de exterminio terminó siendo percibido por los estadounidenses como un concepto de algo terrible que les "sucedió": una enfermedad, una dolencia o una adicción que los afectaba. La sensación de amenaza, victimización y acecho persisten hasta hoy, y no fue casual que Bush padre inaugurara en abril de 1991 la primera guerra de la post guerra fría, la Guerra del Golfo para recuperar Kuwait del "Hitler iraquí", Saddam Husein, diciendo "por Dios, por fin nos hemos quitado de encima el síndrome de Vietnam".

Vietnam fue causa y consecuencia de importantes cambios que aún hoy influyen en la política internacional. El conflicto llevó y exacerbó a la sociedad estadounidense ciertas prácticas, tensiones y conflictos más comunes a las realidades del tercer mundo. Una cierta "latinoamericanización" llegó a los EE.UU. con los aires cálidos del napalm asiático: las fuerzas armadas comenzaron a ser un poder no tan en las sombras a través del famoso complejo industrial-militar denunciado por el mismo presidente Eisenhower; los asesinatos de John y Robert Kennedy y Luther King fueron actos terroristas o "golpes de Estado" al estilo interno estadounidense; los servicios secretos y represivos comenzaron a minar los derechos civiles; revueltas y rebeliones estudiantiles, sociales y raciales incendiaron ciudades enteras. Incluso, como explica Franklin en su libro, Washington hasta comenzó a tener sus propios "desaparecidos".

-¿Hasta dónde este concepto de Vietnam sigue vigente?

-Uno de los mitos más importantes, y que convive hasta hoy, es el del prisionero de guerra (Prisioner of War, POW). Como cuento en mi libro, esta es una fábula increíble a tal punto que casi el 70% de los estadounidenses cree que muchos prisioneros fueron abandonados después de la guerra, cuando de hecho no hubo ninguno. Este fue incluso institucionalizado por Nixon en 1969 mediante una ley que impone que la bandera de los POW debe estar en todas las instituciones públicas, siendo así la única bandera que ha flameado junto a la estadounidense en la Casa Blanca, o incluso en el Capitolio. John McCain incluso casi gana las elecciones con esta figura icónica, tan difundida por Rambo y la maquinaria de la cultura y el espectáculo. A diferencia de las guerras anteriores, se idolatra a un héroe que no se caracteriza por haber realizado actos heroicos, algo impensable por ejemplo en la cultura militar de Japón, donde este hasta sería visto como un traidor o un cobarde.

-¿Pero la guerra de Vietnam misma tuvo un fuerte componente ideológico y fantástico?

-Sí, ya desde el inicio con el mito de que existía un Vietnam del Norte, con un despotismo comunista, que estaba invadiendo a un Vietnam del Sur democrático. Una fantasía creada y sostenida por los estadounidenses cuando los hechos y la historia iban casi en sentidos opuestos. Si bien el vector de la independencia vietnamita fue el partido comunista de Ho Chi Min, éste no sólo fue un aliado de Washington contra Japón y la Francia pro nazi de Vichy, sino que tenía tan presentes las ideas de libertad y democracia que representaban los EE. UU. en aquel entonces que su declaración de independencia fue casi una copia de la estadounidense. Durante la Guerra Fría, con su temido "efecto dominó" pro comunista, los EE.UU. apoyaron la vuelta del sistema colonial francés a Indochina transportando a la Legión Extranjera, llena de nazis y ex colaboracionistas galos.

-¿Pero este apoyo comenzó en forma bastante encubierta?

-Sí, pero ahí empezó el verdadero movimiento antiguerra cuando las mismas tropas estadounidenses comenzaron a preguntarse "cómo es esto de que nos hemos pasado de bando"; los tripulantes norteamericanos de esos barcos que llevaban a los franceses incluso firmaron una proclama denunciando este nuevo colonialismo y se la enviaron al Congreso y al presidente. El movimiento antiguerra no fue algo sesgado de hippies, universitarios y chicos blancos ricos y Jane Fonda visitando a las tropas. La avanzada comenzó en el seno mismo de los militares y de las fuerzas armadas, con sabotajes y huelgas muy fuertes, y ese es el movimiento antiguerra que quieren que olvidemos y que yo viví.

En 1972, en un caso bastante inusual y que cobró importantes proporciones, Franklin fue expulsado como docente de la universidad de Stanford por protestar y mantener "percepciones divergentes de la realidad" sobre la reciente invasión estadounidense de Laos. Además de sus investigaciones sobre Melville, Robert A. Heinlein, o la literatura carcelaria estadounidense, Franklin intentó descifrar esos mecanismos de divergencias y ficciones en sus libros posteriores sobre Vietnam o en Guerra de las Estrellas, la superarma y la imaginación americana.

-En sus libros Ud. aborda la tenue línea que bordea la ficción y la realidad, ¿es que existen ciertas condiciones en que la ficción se hace realidad?

-Hay que entender que el complejo militar-industrial y otras fuerzas corporativas hace rato que han tomado el Estado norteamericano, y esas mismas fuerzas son las dueñas de los mayores medios de producción de filmes, libros y otros productos culturales. En ese sentido hoy el mayor rol de los medios es trivializar o distraer de las noticias que son verdaderamente importantes. En cierta manera comulgo con la idea que plantean Joseph Heller en Catch-22 o Kurt Vonnegut en Matadero 5 de que la Segunda Guerra Mundial fue ganada por las fuerzas del nazismo, del fascismo y del militarismo.

-Cientos de películas nos habían hecho creer que el Pentágono era inexpugnable o que era imposible violar el vigilado espacio aéreo de la URSS con una avioneta.

-Es que desde el siglo XIX las fantasías estadounidenses siempre estuvieron obsesionadas con desarrollar una o varias súper armas que permitan una "Guerra Infinita" y definitiva que llevara a la "Pax Americana", pero quizás esto recién se concretó cuando realmente la paz y la democracia fueron derrotadas con las explosiones de Hiroshima y Nagasaki. Desde entonces los Estados Unidos han estado en una confrontación continua, en cierto sentido como herederos o sucesores de la cruzada anticomunista de Hitler.

-Nuevamente parece el argumento de un guión sacado de la ciencia ficción, ¿o es que la generación actual en el gobierno está muy influida por este género?

-La ciencia ficción tiene un gran influjo en el diseño y el uso de las armas y de la política, y viceversa. Ahí está en mi libro el estudio sobre Star Trek y el síndrome de Vietnam. Incluso esto es aún más preocupante en el peso que tiene la ciencia ficción y la fantasía en la ideología y los planes de muchos dirigentes y políticos actuales como esa camarilla de neoconservadores del gabinete de Bush que sacaron precisamente de la ciencia ficción del siglo XIX y XX la idea de la "Pax Americana" y la volcaron en el documento oficial presentado en el 2001, antes del 11-S, y conocido como Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, que sigue guiando gran parte de la política exterior americana del siglo XXI. Ese pensamiento real que "suena a ciencia ficción", grotescamente ha logrado que los Estados Unidos, que han hecho de la defensa del imperio su prioridad número uno, hayan irónicamente invitado al terrorismo, y que a la vez hayan perdido gran parte del arsenal político y moral que poseían.

No hay comentarios:

Publicar un comentario