El proceso de determinar lo que alguien está pensando es un recurso literario y una capacidad esencial de supervivencia. Por qué los seres humanos tienen ese poder y qué funciones cerebrales específicas les permiten hacerlo son preguntas que la autora de este ensayo.
El proceso de determinar lo que alguien está pensando de leer la mente es tanto un recurso literario habitual como una capacidad esencial de supervivencia. Por qué los seres humanos tienen esa capacidad y qué funciones cerebrales específicas les permiten hacerlo son preguntas que analizan ante todo los psicólogos cognitivos.
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Ahora profesores de lengua y estudiantes universitarios dicen que están seguros de que la ciencia no sólo brinda un análisis de textos de una inesperada profundidad, sino que puede contribuir a contestar preguntas fundamentales sobre la existencia de la literatura: ¿Por qué leemos ficción? ¿Por qué nos apasionamos tanto por personajes inexistentes? Jonathan Gottschall, que ha escrito mucho sobre el uso de la teoría de la evolución para explicar la ficción, dice que "es un nuevo momento de esperanza" en una era en la que todos hablan de "la muerte de las humanidades". En opinión de Gottschall, un abordaje científico puede rescatar a los departamentos de literatura de la incomodidad que los embarga.
Determinar el motivo de la fascinación de la gente por la ficción y la fantasía, dice Gottschall, es como "crear el mapa del país de las maravillas".
Lisa Zunshine, una profesora de lengua de la Universidad de Kentucky, está particularmente interesada en lo que los científicos cognitivos llaman la teoría de la mente, que comprende la capacidad de una persona de interpretar el estado mental de otra y de precisar la fuente de determinada información a los efectos de evaluar su validez.
Las novelas de Jane Austen suelen estar construidas en torno a interpretaciones erradas.
En "Emma", la heroína homónima asume que las atenciones de Mr. Elton indican un interés romántico por su amiga Harriet, a pesar de que la intención de éste en realidad es casarse con Emma. Del mismo modo, malinterpreta la conducta de Frank Churchill y de Mr. Knightley y no ve quién es el verdadero objeto del afecto de esos hombres.
Las personas pueden seguir con toda comodidad tres estados mentales diferentes al mismo tiempo, señala Zunshine. Por ejemplo, la proposición "Peter dijo que Paul creía que a Mary le gustaba el chocolate" no es muy difícil de seguir.
Si se agrega un cuarto nivel, sin embargo, de pronto las cosas se vuelven mucho más difíciles.
Los experimentos demostraron que la comprensión disminuye un 60%, dice Zunshine. Autores modernistas como Virginia Woolf resultan especialmente difíciles porque les piden a los lectores que sigan seis estados mentales diferentes.
Tal vez la facilidad humana en el caso de los tres niveles se relacione con las intrigas de la atracción sexual, sugiere Zunshine.
¿Pienso que él se siente atraído por ella o por mí? Sea cual fuera la causa, sostiene Zunshine, la gente se siente impulsada a la interacción de tres mentes.
Zunshine forma parte de un equipo de investigación integrado por académicos del campo literario y psicólogos cognitivos que usan instantáneas del cerebro en funcionamiento para explorar los mecanismos de la lectura. El proyecto, que se realiza en el Laboratorio Haskins de New Haven, apunta a mejorar la capacidad de lectura en el nivel universitario. "Partimos de que hay una diferencia entre el tipo de lectura que hace la gente cuando lee a Marcel Proust o a Henry James y cuando lee un diario, y de que hay un valor cognitivo agregado cuando leemos textos literarios complejos", dice Michael Holquist, profesor emérito de literatura comparada de Yale, que dirige el proyecto. El equipo dedicó casi un año a determinar cómo examinar lo relativo a la complejidad. Lo que decidieron fue la lectura mental, o en qué medida una persona puede seguir múltiples fuentes.
El estudio piloto comprenderá doce temas.
Blakey Vermeule, una profesora asociada de lengua de Stanford, examina la teoría de la mente desde una perspectiva diferente. Parte de la premisa de que la evolución tuvo mucho que ver en nuestra pasión por la ficción, y luego analiza la técnica narrativa conocida como "estilo indirecto libre", que mezcla la voz del personaje con la del narrador. El estilo indirecto permite a los lectores habitar dos o hasta tres mentes al mismo tiempo. Ese estilo, que se convirtió en el sello de la novela a partir del siglo XIX con Jane Austen, evolucionó porque satisface nuestro "intenso interés por las motivaciones y los pensamientos secretos de otras personas", dice Vermeule.
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