Los principales puntos del sistema de interpretación y entrenamiento del actor de Constantin Stanislavsky son los siguientes:
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La lucha contra el cliché, la mala “teatralidad” y la búsqueda de la singularidad del personaje, alejado de los estereotipos.
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Necesidad de hallar la voluntad del personaje para motivar la interpretación del actor.
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La creación de un clima favorable a la emoción escénica, para desencadenar una emoción auténtica en el actor.
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La búsqueda del subtexto yacente en la obra para interpretar lo que se halla entre líneas, en los silencios, de modo que el texto se enriquezca.
El actor debe vivir una acción, no representar una ficción; debe realizar sus acciones como un ser humano lo haría en la vida real.
Stanislavsky combate la rutina, o sea, los clichés convencionales y estereotipados, el histrionismo, los efectos fáciles y la mentira teatral, la falsa emoción. Desarrolla una investigación meticulosa y el actor trabaja desde un principio con objetos reales, que son parte integrante de la acción escénica.
Maquillaje, vestuario, escenografía precisa y objetos reales son, sin embargo, insuficientes, pues el actor debe lograr el realismo de su personaje más profundamente, desde la “verdad interior”. Para Stanislavsky el método interpretativo es indisociable de la ética, de un modo de vida adoptado por el actor.
La ética del actor
–Observación de una disciplina estricta, que exige cualidades morales, tanto en la vida como en el trabajo: integridad, sencillez, modestia.
–El actor no puede ser un ignorante, debe ser una persona culta e interesada en el arte y en la civilización.
–No puede mantener rivalidades mezquinas con sus compañeros ni competiciones profesionales.
–Debe tener cualidades imaginativas y temperamento personal, pero en la actuación debe fundirse en el conjunto.
–El actor debe aprender a mirar, a escuchar, a comprender la belleza.
Para Stanislavsky, el actor ideal se perfecciona a lo largo de toda su carrera profesional y cuida sus principios éticos para favorecer su estado emocional y creador.
La emoción del actor
El actor no debe entregarse a la emoción sin control: debe dominarla.
“Cuando uno siente realmente, la impresión producida en el público es mediocre; cuando uno se domina sin abandonarse por completo, se tiene más éxito”.
Sin embargo, el actor que se controla demasiado corre el riesgo de bloquearse en todas sus emociones. Para evitar esto, es necesario:
–Determinar los actos precisos a ejecutar en la acción.
–Conocer los objetivos concretos del personaje: por qué está ahí, por qué interviene, qué quiere conseguir de los demás, qué hacer para conseguirlo.
–Interiorizar la biografía del personaje, su comportamiento, las circunstancias previas y actuales de la acción. El actor hace “como si”, de modo que entra en un proceso psicológico que desencadena en él el sentimiento real.
Para lograr esto, se utiliza la memoria emocional. El recuerdo de una vivencia personal semejante ayuda a experimentar en el escenario una emoción análoga a la del personaje. Se recurre a un engaño para provocar una emoción sincera. Para ello es necesario también el apoyo externo: hay que maquillarse, vestirse, caminar, comportarse, como el personaje. Los actos físicos externos desencadenan la emoción, siguiendo el principio psicológico de que se comienza llorando y se acaba por estar triste.
El actor debe tomar conciencia de algo más allá de las palabras: actos realizados, recuerdos evocados, movimientos, accesorios que se manipulan, constituyen el subtexto que ocasiona los sentimientos.
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