jueves, 29 de abril de 2010

María Rosa Lojo: "La inmigración es la gran empresa épica del siglo XIX"

En su último libro, "Arbol de familia", la autora narra la historia de su familia, de origen gallego. "Mi padre me transmitió la nostalgia de su lugar. El resultado es que tengo dos patrias", dice.

Por: José Villa

NOVELA. La literatura, según Lojo, logra que se transmita la memoria.

Poeta, narradora y ensayista, María Rosa Lojo es una de las escritoras más importantes de la actualidad. Acaba de presentar el libro Arbol de familia, una novela integrada por historias con personajes propios de la genealogía de la autora que une a la tradición proveniente de Galicia con el otro brazo familiar afincado en Buenos Aires, lo que compone una especie de arco o, como dice la autora, un corredor que articula la narración. No se trata de un libro cuyo objetivo sea el de reunir datos históricos ni sirve como excusa ensayística: es un proyecto literario, y en eso radica su valor principal. Se trata de una rememoración narrativa de la familia de origen gallego, emocionalmente sostenida de la autora. La charla con Clarín transcurrió en su casa de Castelar.

­ En esta novela se aprecia rápidamente la calidez de la narración, como novela familiar y como épica.

­ Una vez un reconocido catedrático historiador gallego, Ramón Villares, llamó a la inmigración la gran empresa épica del siglo XIX y parte del XX. Fue una épica colectiva impresionante. Mis padres eran españoles los dos y el libro tiene mucho que ver con mi vida, con la familia que tuve y las historias que escuché. Ellos pertenecieron a la última parte de la inmigración española, que fue la de la posguerra civil, en la que se mezclaron motivos políticos y económicos. Fue el caso de mi papá, que era antifranquista, y el de mi madre, que venía de una familia más conservadora, acorralada por la crisis económica de la posguerra. Buenos Aires era percibida como una ciudad progresista y moderna.

­ ¿Por qué consideró necesario narrar esta historia?
­ Fue una necesidad personal muy grande. En determinado momento de la vida uno se vuelve hermano de los padres. La literatura es mi forma de negociar con la realidad. Apelo a ella para entender este mundo, y para entenderla a ella misma y a los demás. Estas son las necesidades personales.
Ahora bien, por qué publicar el libro. Porque creo que la historia de una familia es de alguna manera la de todas las familias.
Y creo que el libro tiene que ver de muchas maneras con la forma en que se hizo la Argentina. Este es un país construido en gran parte de fugitivos, desheredados, desamparados, de gente que venía a refugiarse y a buscar un mundo posible porque se les había negado el mundo para vivir.

­ En esas familias hay personajes como el inocente, tal vez el más lírico, o Felicidad, que tiene una historia desdichada. Estos personajes en cierta manera aparecen redimidos en la literatura.

­ Creo que con la literatura lo que hacemos es buscarle un sentido a la existencia humana. Sobre todo, lo que nos desespera a los seres humanos es no haber vivido en vano. No queremos el olvido. Las familias son como la literatura, una lucha contra el olvido. En ese sentido, soy muy consciente de que a través de este libro estos personajes vuelven a vivir y son rescatados de la nada. Lo que logra la literatura es que la memoria se transmita y que haya una cadena de seres que los recuerden. Por eso podemos decir que se redimen de la insignificancia, por esa idea que está muy fuerte en la obra de que cada ser humano es un universo. Y es uno de los grandes motivos por los que escribí este libro. Algunos lectores me comentaron su identificación con la historia de su familia.

­ ¿Cuándo pensó este libro?


­ El disparador fundamental fue cuando me invitaron a Galicia para presentar una de mis novelas, Finisterre, que se tradujo al gallego y se presentó en Santiago de Compostela. Fue una gran emoción, con la amargura de que mi padre ya había muerto hacía años. La novela no tenía ese destinatario a quien ofrecérsela. Ahí fue cuando escuché la historia de la hechizada contada por un tío.


Pensé que antes de que desaparecieran todas esas personas que mantenían la memoria había que escribir esta historia.


­ ¿Quién narraba en su familia?
­ Mi padre. Los gallegos tienen una relación particular con el paisaje que Roberto Arlt definió como "soldadura racial entre el ser humano y su paisaje". Mi padre me transmitió toda la nostalgia de su lugar. El resultado es que tengo dos patrias. Es interesante cómo se construye la palabra patria. En latín es la tierra de los padres.

Pero un mestizo, el cronista Ruy Díaz de Guzmán, es el primero que la usa en el sentido que tiene hoy entre nosotros: el lugar donde hemos nacido. El habla de las dos cosas: de lo que debe a su linaje paterno y de lo que debe a su patria como suelo de nacimiento.

El escribió la primera crónica importante sobre el Río de la Plata: un historiador que ya es un mestizo, un mestizo cultural, y étnico también porque él descendía de Domingo de Irala y una de sus mujeres indias. Y aunque no haya ninguna mezcla étnica, todos somos mestizos culturales.

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Los discursos del origen

El segundo centenario de la Revolución de Mayo es una oportunidad para recordar el rol decisivo que tuvieron los libros en los años fundacionales del país y destacar los nuevos discursos que interpelan el pasado con enfoques críticos.

Por: Alejandra R. Ballester

MARIANO MORENO fue el primer traductor rioplatense.

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Mariano Moreno fue el primer traductor rioplatense del Contrato social de Rousseau, mientras que la primera Biblioteca Pública fue creada en la temprana Buenos Aires por disposición de la Primera Junta. Manuel Belgrano, entre otros, donó sus propios libros para dotarla de contenido. Sarmiento, nacido nueve meses después de la Revolución, avanzó en su formación autodidacta gracias a una cadena de libros. "Como unos libros me hacían conocer la existencia de otros yo buscaba en San Juan todos los que llegaba a conocer por sus nombres", escribe en Mi defensa. Y fue con la sola ayuda de los libros que aprendió el francés en el que escribió la famosa frase de Diderot al partir al exilio, un gesto irónico para marcar el abismo que veía entre civilización y barbarie. Menos arduo, el encuentro de Esteban Echeverría con los libros que definirían su filiación romántica se produjo durante el viaje intelectual a Francia, rito que caracterizaría por mucho tiempo a las elites criollas. En esos viajes y esos libros descubiertos cifraba su generación la verdadera independencia cultural de España y de la tradición colonial. Obtenidos de maneras más o menos trabajosas, al menos desde nuestra mirada actual, los protagonistas de la historia temprana del país hicieron un uso político de los libros que leían, a la vez que convirtieron sus escritos en punzantes armas de combate, al calor de la violencia de esos años turbulentos.

Recordar el rol decisivo que tuvieron los libros en la etapa fundacional de la Argentina ayuda a poner en perspectiva esta Feria del Libro, dedicada a rememorar el Bicentenario. La consigna de "festejar con libros" invita a preguntarse nuevamente por los orígenes de una literatura argentina que quiso leerse como "la historia de la voluntad nacional", según David Viñas, una literatura que se fundó como tal, precisamente, a partir del primer Centenario, con la creación de la cátedra que dirigió Ricardo Rojas en la Universidad de Buenos Aires. O a recordar lecturas críticas como la de Ricardo Piglia, que atribuye un "doble origen" a nuestra narrativa: El matadero de Echeverría y el Facundo de Sarmiento, dos formas de relatar la violencia política que dividió al país desde entonces.

Pero es también la oportunidad de dar cuenta de los nuevos discursos que, en estos últimos años, han recortado otros objetos o definido formas de interpelar el pasado que despliegan preguntas nuevas sobre el presente. No sólo la historia sino también la semiótica, la ciencia política, el análisis del discurso, la musicología y la historia de las ciencias encuentran nuevos sentidos en los hechos históricos, en los discursos que se construyeron a partir de ellos y en símbolos que parecían congelados por el bronce o la tradición escolar. Al producir el cruce entre estos enfoques, Ñ propone una forma de rememorar los momentos fundacionales de la Argentina mucho más reflexiva que celebratoria, orientada a cuestionar ciertas lecturas planas de nuestro pasado y a destacar las formas actuales de pensarnos, en sintonía con el presente intelectual.

Inevitable, la comparación con el primer Centenario suele dar un resultado deslucido para la actualidad. Sin embargo, no se trata de desempolvar las viejas odas a los ganados y las mieses sino de reparar en aquellas fortalezas del pasado que podrían tener validez, e incluso consenso, en el presente. Con ese propósito, el historiador Luis Alberto Romero compara con detalle la Argentina de 1910 y la que se prepara para el Bicentenario. Y destaca la presencia de un Estado vigoroso, capaz de orientar y de dirimir conflictos, como la característica sobresaliente del país hace cien años. La ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, sentó las bases de la república verdadera. Lo que le siguió fue una Argentina próspera aunque conflictiva, hasta llegar a los años 70 y la dictadura, que marcaron la brecha con esta Argentina del presente, empobrecida y segmentada. El historiador cifra el desafío del momento no sólo en la cuestión republicana sino, sobre todo, en la reconstrucción de un Estado capaz de pensar políticas nacionales que logren revertir esa decadencia.

Por su parte, la socióloga y politóloga Silvia Sigal, recuerda las disputas históricas por el sentido de las fechas patrias y reconoce en el presente un enfrentamiento entre oficialismo y oposición que está muy lejos del diálogo: lo que se confronta son dimensiones diferentes en la comparación de los dos centenarios. Su lectura se relaciona con la de Dardo Scavino, que analiza el Bicentenario como ritual, asociado a un mito de origen que se vuelve a narrar una y otra vez. Esas narraciones conocen muchas versiones contrapuestas y el recurso de la analogía, el "hoy como ayer" sirve, con frecuencia, para sustentar argumentos contrarios. Como los niños en los actos escolares, los políticos se atribuyen a sí mismos el papel de los próceres y dejan para el adversario el lugar del poder colonial, del agresor, del déspota. El análisis de Scavino permite aguzar la escucha ante los discursos que se sucederán a medida que se aproxime Mayo. E invita a desmitificar el pasado, a reconocer también las narraciones contradictorias de los padres de la patria. Si de orígenes se trata, desde esos primeros años persiste nuestro símbolo sonoro, que ha perdurado como una "conmemoración permanente". El musicólogo Esteban Buch analiza las connotaciones igualitarias y autoritarias del Himno Nacional y analiza sus versiones más actuales, desplegadas en YouTube.

Las interpretaciones realizadas por los historiadores en las últimas décadas han cuestionado las versiones canónicas de la revolución para devolver a los días de Mayo su espesor, su ambigüedad e incertidumbre. La historiadora rosarina Marcela Ternavasio toma distancia de las perspectivas que vieron esos sucesos como el despliegue inexorable de un espíritu independentista y muestra a sus protagonistas en un escenario de posiciones cambiantes que los llevó a tomar decisiones muchas veces soslayadas por las versiones míticas o heroicas de la historia. El destino trágico de muchos de ellos, como Liniers o Alzaga, muestra hasta qué punto se vieron inmersos en una realidad compleja. La tradicional oposición entre Saavedra y Moreno es discutida desde un punto de vista crítico con las versiones de la divulgación histórica.

Cuestionar clichés y estereotipos también implica una reflexión sobre el lenguaje, que no permanece inalterable a lo largo del tiempo y que en esos años inaugurales se cargó de sentidos políticos. Definir, entonces, qué se entendía en 1810 por revolución, pueblo, nación y soberanía, tarea emprendida por los historiadores Hilda Sabato, Noemí Goldman, Fabio Wasserman y Gabriel Di Meglio, es un punto de partida necesario para comprender los sucesos de Mayo. Igualmente crítico de las historias mediáticas, Tulio Halperín Donghi, entrevistado por Ñ, reconstruye sus propias preguntas como historiador ante los hechos de la independencia y ensaya, para rebatirlas, posibles identificaciones de los protagonistas de Mayo con políticos del siglo XX. "Para que la historia pueda ofrecer lecciones al presente tiene que ser verdadera historia del pasado", enfatiza.

La literatura, en cambio, reconoce tener más de una fundación. "No hay origen sino invención de origen", afirma Martín Kohan, quien señala cómo el consenso sobre un inicio en la Generación del 37 funda retrospectivamente la literatura y completa en la ficción y la palabra la gesta emancipadora. "Pero los textos de Sarmiento, Mármol y Alberdi", también prefiguran el futuro, dice Kohan, y en ese sentido el Bicentenario interroga el presente.

Es desde ese presente que el matemático Gustavo Corach reflexiona con humor sobre el embrionario desarrollo científico de la época a partir de un libro de Miguel de Asúa, que forma parte de la movida editorial que pone a la historia en primer plano y es analizada en profundidad en otra nota, escrita por Héctor Pavón.

Por último, estos 200 años también ponen en evidencia la falta. ¿Qué conmemora la Patagonia?, se pregunta Ernesto Bohoslavsky. ¿Qué pueden festejar los pueblos originarios? La mirada colonialista, puesta de manifiesto en la iconografía, es analizada por la historiadora Mariana Giordano, que demuestra cómo la construcción de imágenes estereotipadas del "otro" indígena permanece hasta la actualidad. Una asignatura pendiente más, en este Bicentenario.

Mayo, la disputa por el sentido

Las dos Patrias del discurso político

Festejar 1810 o 1816 como origen de la Nación dividió las aguas desde el inicio. Hoy como ayer, la pelea se resignifica.

Por: Silvia Sigal

FESTEJOS. Gran manifestación patriótica en 1910.

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Es sabido que no se conmemoran fechas sino el sentido que se les atribuye. Ese sentido, especialmente cuando se trata de acontecimientos que marcan el origen de una colectividad, es el resultado de interpretaciones a través de las cuales los actores políticos buscan, apropiándose de su valor simbólico, legitimar sus proyectos. El 25 de mayo no fue una excepción. Designado en 1813 como el día en que nació la Patria, las celebraciones pusieron de manifiesto las luchas por definir de qué Patria se trataba. Exclusivamente porteña desde 1811, el 9 de Julio introdujo otra patria posible. Bernardino Rivadavia, que tan bien encarnaba el espíritu de Buenos Aires, optó por la suya, cancelando la celebración de Julio, y Rosas, nada sorprendentemente, restableció el día de la Independencia, sin renunciar a mayo, como una fecha con el mismo rango. A partir de Caseros la por entonces plaza de la Victoria fue testigo del retorno del 25 de Mayo, pero ya no tanto el de 1810 sino el rivadaviano, y en 1880, con la federalización de la ciudad, las autoridades intentaron borrar la Patria porteña y convertir a la fecha en día del nacimiento de la Nación.

El contraste entre la modestia del Centenario de 1916 y la magnificencia con la que el país celebró en 1910 menos el pasado que un promisorio presente, reveló que la problemática coexistencia de dos Patrias no había desaparecido, y que se optaba, nuevamente, por Mayo. La disyuntiva entre Mayo y Julio, históricamente acuñada, tampoco está ausente en el Bicentenario. A ese sentido ideológico se agrega otro, más directamente político, que está también inscripto en las interpretaciones de una conmemoración en buena medida obligada por el calendario más que buscada. La muy evidente disputa entre oficialismo y oposición no está centrada sin embargo en los avatares del 25 de Mayo sino en la comparación con el Centenario de 1910, casi un lugar común. Y como sucede tan a menudo en las luchas políticas por los significados, el enfrentamiento no es directo, en el mismo plano, sino que se cotejan dimensiones diferentes. El oficialismo, incómodo en una fecha con antecedentes unitarios, opta por las características mismas de los festejos del Centenario, para destacar críticamente el lugar ofrecido a la mirada y a los visitantes europeos, y contraponer un Bicentenario nacional, integrador de las provincias y las tradiciones. La oposición, en cambio, confronta el país de 1910 y el de 2010, para constatar en la Argentina del Bicentenario la ausencia de un proyecto de futuro, el deterioro del Estado y de las instituciones. En cuanto a los ciudadanos, es posible suponer que, si se detienen a comparar, verifiquen, una vez más, la decadencia argentina.

Vestir el ropaje de los próceres

Como el mito, las narraciones en torno a episodios originarios como la Revolución de Mayo, presentan versiones contrapuestas. Los políticos se adjudican los hábitos de los patriotas y endosan a sus adversarios la máscara del virrey.

Por: Dardo Scavino

FRANCISCO DE MIRANDA proclamaba “los descendientes de aquellos ilustres indios, que no queriendo sobrevivir a la esclavitud de su patria, prefirieron una muerte gloriosa a una vida deshonrosa…”.

Las conmemoraciones son momentos medulares de cualquier comunidad. En ciertas fechas precisas, sus miembros dejan de lado sus hábitos ordinarios y se consagran a rememorar juntos algún suceso primordial. Son en general los mayores quienes se encargan de transmitirle esa memoria a los jóvenes. Y lo hacen repitiendo una serie de relatos que no rememoran solamente los inicios de su pueblo sino también los comportamientos apropiados para desenvolverse en él. Hechos y valores, peripecias y reglas de vida, historias y exigencias morales o políticas son las dos caras inseparables de aquellas fabulaciones. Y por eso sus protagonistas suelen ser los ancestros dignos de recordarse e imitarse (aunque sea por contraste). En esto se reconoce, por otra parte, un acontecimiento mítico: poco importa si tuvo lugar o no, lo importante es que prefigure una coyuntura actual. Nunca sabremos a ciencia cierta si Tales de Mileto se cayó efectivamente en un pozo por contemplar las estrellas y si una esclava no pudo evitar reírse de él a carcajadas, pero el relato de este episodio va a convertirse en un mito de la comunidad filosófica: los esclavos de la opinión van a seguir burlándose de la torpeza de los pensadores en la esfera de la vida práctica (a no ser que el mito prefigure la burla de las clases populares a esos académicos que se ocupan de los asuntos celestes desdeñando los terrestres, porque un mito, hay que decirlo, suscita múltiples interpretaciones).

Los discursos conmemorativos de acontecimientos iniciales como la Revolución de Mayo suelen dividirse en tres partes: "no olvidemos a esos hombres...", "hoy como ayer..." y "sigamos su camino...". En la primera, el orador presenta un somero resumen de la situación política de ese entonces y de las acciones que llegaron a modificarla. En la segunda, establece una analogía entre el pasado y el presente de manera que el acontecimiento inaugural toma el cariz de un augurio de la situación actual. En la tercera, su voz asume una tonalidad admonitoria para alentarnos a imitar a los próceres que la transformaron. Narración, poesía, imitación.

Hace unos días me tocó compartir una mesa redonda sobre el Bicentenario con un profesor francés que escribió algunos trabajos admirables acerca de la coyuntura política reciente en América Latina. Para referirse a las multinacionales que tratan de apropiarse recursos como el agua o la biodiversidad de nuestro continente, este politólogo hablaba de las "nuevas carabelas". Esto explicaba, a su entender, por qué el presidente Evo Morales podía hacer hoy en día un llamado a una "segunda independencia". Personalmente no podía dejar de estar de acuerdo con mi compañero de mesa. Pero lo interesante, en este caso, era la metáfora empleada. Porque, entre otras cosas, los think tanks de las firmas extranjeras hubiesen podido recurrir igualmente a ella aunque invirtieran su valor: las empresas son las carabelas que vienen a traerles la civilización y el progreso a los pueblos atrasados. Atribuirle una dimensión premonitoria a los acontecimientos originarios, convertirlos en episodios míticos de una comunidad, es una operación política de primera importancia: los sucesos fundadores son objeto de las disputas y apropiación por parte de las diversas corrientes de pensamiento de una sociedad. Ningún orador político puede prescindir de esas narraciones del pasado y de esos vaticinios del presente.

Las narraciones en torno a episodios originarios como la Revolución de Mayo conocen también muchas versiones en pugna. Unos van a sostener que, "hoy como ayer", se trata de defender la soberanía política y económica de la nación combatiendo al nuevo imperio y sus secuaces locales. Otros van a recordar que los revolucionarios de entonces luchaban contra ese proteccionismo económico impuesto por los Borbones que había traído aparejado el retraso material e intelectual de la región, como lo había denunciado Mariano Moreno en su Representación de los hacendados. Hay quienes van a sostener incluso que las élites criollas conmemoran su toma del poder y le imponen esta celebración al resto de los argentinos, como si la victoria de su clase hubiese sido la victoria de la sociedad en su conjunto.

A veces basta con un solo nombre para evocar estos relatos. Durante el gobierno del presidente Carlos Menem y del vice-presidente Eduardo Duhalde, cuando María Julia Alsogaray timoneaba la privatización de Entel y Domingo Cavallo establecía la paridad entre el peso y el dólar, algunos medios de prensa habían apodado "el virrey" al embajador de Estados Unidos. Tanto la analogía entre las situaciones como la exigencia de una respuesta política se mantenían aquí tácitas: el gobierno de Menem y Duhalde repetía la dependencia de la época colonial, de modo que debíamos imitar a los patriotas de Mayo y constituir un gobierno popular verdaderamente soberano. Para otros medios de prensa, en cambio, las relaciones "carnales" con los Estados Unidos se parecían más bien a los encuentros furtivos que los propios patriotas habían mantenido con Gran Bretaña, para defender la libre circulación de mercancías contra los nostálgicos del monopolio comercial.

Pero algunos años antes del gobierno de Menem y Duhalde, Raúl Alfonsín había sustituido el balcón de la Casa Rosada por la balaustrada del Cabildo para pronunciar su primer discurso ante la muchedumbre agolpada debajo, en la Plaza. La dictadura militar quedaba asociada así con el Ancien régime del virreinato español mientras que los patriotas revolucionarios prefiguraban su propio gobierno y una presunta renovación, o cambio, del contrato social de la Argentina. Hay quienes se alertaron ante esta evocación del pasado revolucionario. Hay quienes se entusiasmaron con la alerta ajena (Alfonsín, después de todo, había denunciado unos días antes al imperialismo que acababa de invadir la isla caribeña de Grenada).

Así como los alumnos prefieren los papeles de los próceres y se niegan a interpretar a los godos durante los actos escolares, los políticos se apresuran a arroparse con los hábitos de los patriotas y a endosarles a sus adversarios la máscara del virrey. Es muy probable que a algún periodista se le ocurra, en el marco del Bicentenario, tildar a la señora Fernández de Kirchner de "virreina" y comparar a los parlamentarios de la oposición con los miembros de la Primera Junta. Pero no hay que descartar tampoco que algún otro le recuerde hasta qué punto este organismo representaba a las élites criollas y desdeñaba, e incluso perseguía, a grandes líderes populares como José Artigas. Unos pueden asegurar que los argentinos precisan independizarse de Brasil o de Venezuela como en otros tiempos se independizaron de España; otros pueden recordar que la división entre los pueblos ya había sido una estratagema colonial de los Borbones. Algún caricaturista puede vestir a Chávez o Lula con el atuendo pomposo de Fernando VII; esto mismo podría llegar a hacerlo otro con Obama. Las conmemoraciones son fiestas, y las fiestas, mascaradas: a través de una interpretación ritual de los grandes mitos colectivos, los vivos representan, por algunos días, a los muertos.

Relatos de la Revolución

Las propias revoluciones de independencia poseían sus narraciones, su poesía y unos padres cuyos sueños se proponían cumplir (los sueños de los padres de la patria son siempre épicos y castos, claro está). Aquellos acontecimientos también tenían esa dimensión carnavalesca y sus protagonistas repetían ya aquella expresión: "hoy como ayer". No es casual que criollos como Bernardo de Monteagudo o José de San Martín formaran parte de una logia denominada Lautaro. Los patriotas solían calzarse las máscaras de los héroes amerindios que habían combatido antaño al opresor español. Esto explica por qué tanto la canción patria argentina como su homóloga uruguaya convierten al emperador Atahualpa en una suerte de padre totémico de ambos pueblos y por qué sus banderas fueron ornadas con un sol incaico. Pero también por qué el ecuatoriano José Joaquín de Olmedo podía presentar a Bolívar como hijo de Huayna Capac en un poema que celebraba la victoria de Junín. Tanto San Martín como Belgrano se habían mostrado incluso favorables a sustituir la monarquía ibérica por la incaica aunque hayan terminado por toparse con el escepticismo de la mayoría de los congresales reunidos en Tucumán.

Un miembro fundador de la logia Lautaro, el venezolano Francisco de Miranda, apostrofaba en una de las primeras proclamas independentistas a los hispanoamericanos recordándoles que eran "los descendientes de aquellos ilustres indios, que no queriendo sobrevivir a la esclavitud de su patria, prefirieron una muerte gloriosa a una vida deshonrosa..." Las revoluciones se presentaban como la revancha de los americanos oprimidos desde hacía ya trescientos años. Pero lo curioso es que el mismísimo Miranda, como muchos otros criollos, no dudaba en reclamarse a continuación descendiente de los españoles que habían derramado su sangre para conquistar estas "tierras lejanas" (tierras cuyo gobierno los propios reyes ibéricos les habían cedido a través de una serie de solemnes "capitulaciones"). Las revoluciones se presentaban en este caso como la restitución del poder que los colonos españoles habían perdido. Los criollos no cesaban de identificarse alternativamente con los conquistadores y los conquistados, y este cambio de disfraz resultaba a veces tan vertiginoso que puede pasar desapercibido para el lector más atento.

Tragedia o farsa, la historia política resulta inseparable de la representación, de la repetición y del mito. Los acontecimientos históricos ya son conmemoraciones, y las revoluciones no constituyen la excepción: como bien lo había señalado Marx, éstas suelen extraer su poesía del pasado. Los historiadores se consagran a la encomiable tarea de sustituir los mitos por la verdad documental. Pero los propios protagonistas de la historia ya eran, o ya son, adictos a tal o cual relato de la historia. Nacionalistas, liberales o marxistas nos proponen narraciones de la historia que también son convicciones y líneas de acción, como lo eran, en tiempos de la independencia, el mercantilismo o el librecambismo. Y pareciera superfluo decirlo, pero cuando conmemoramos un acontecimiento, no nos acordamos de lo ocurrido ­–¿cómo podríamos hacerlo?–, sino de alguna narración de lo ocurrido.

Hay quienes piensan que una persona dice la verdad cuando repite una y otra vez la misma historia. Hay quienes piensan, por el contrario, que una perseverancia semejante nos sugiere más bien que se trata de una terca fantasía. Hay quienes nos aseguran que no hay ninguna verdad fuera de esta pluralidad de narraciones. Hay quienes aseguran que escucharlas, deteniéndose en sus contradicciones, sus omisiones, sus desplazamientos, nos permitiría llegar a algún tipo de verdad acerca de quienes las repiten.

Como sucede desde hace doscientos años, el próximo 25 de Mayo vamos a conmemorar la Revolución. Vamos a declamar algún relato acerca de aquellos acontecimientos, a proclamar que la lucha sigue siendo, a pesar de las diferencias, la misma, y a reclamar una acción política que, imitando a aquellos héroes, nos conduzca a la patria que soñaron. Y seguramente las fábulas, las comparaciones y las exigencias van a ser todas muy distintas, lo que significa que el mismo día, y probablemente a la misma hora, los argentinos vamos a conmemorar revoluciones diferentes.

PROF. DE LITERATURA LATINOAMERICANA EN LA UNIVERSIDAD DE VERSALLES, AUTOR DE "NARRACIONES DE LA INDEPENDENCIA".

Política y arte anticipan el año argentino en la Feria de Frankfurt

Habrá un simposio, que tradicionalmente el país invitado lo realizaba en Frankfurt, sobre la memoria, en Bruselas. Y exhibirán arte en Berlín.

Por: Patricia Kolesnicov

VIDRIERA CULTURAL. Un hall de la Feria de Frankfurt, el encuentro más importante del mundo editorial.

Será un granito de cholulez, pero hay algo emocionante en ver, en una vitrina de la Feria del Libro, libros argentinos traducidos a otros idiomas. El Diario de la Guerra del Cerdo , de Adolfo Bioy Casares, en rumano: Jurnal din "Razboiul porcului" .Las viudas de los jueves, de Clau- dia Piñeiro, vuelto Thursday night widows . Plata quemada, de Piglia, en francés: Argent brûlé. Estos títulos, y otros 250, fueron editados en el marco del Programa Sur, un sistema que subsidia la traducción de libros argentinos. El Programa, que ya supuso una inversión de 2.800.000 pesos, fue creado para apoyar la participación argentina en la Feria de Frankfurt, donde el país será Invitado de Honor. Y es una parte de la catarata de actividades que acompañarán esa presencia y que empiezan bastante antes de la Feria misma, que abre el 6 de octubre.

Tradicionalmente, el país invitado a la Feria organiza un simposio internacional vinculado a las Ciencias Sociales y que solía hacerse en Frankfurt, pero este año se hará en Bruselas, en mayo. Magdalena Faillace, responsable de COFRA, el Comité que organiza la participación argentina en Frankfurt, explica el cambio: "Juergen Boos, el director de la Feria Frankfurt, me dijo que, para él, la cultura era política. Y que, por eso, quería llevar el espacio político de la Feria al corazón de la Unión Europea".

En línea con el eje de la presencia argentina en la Feria, el simposio se llamará "Cultura de la memoria".

"Son dos ejes: la memoria del pasado reciente y las políticas de Derechos Humanos", dice Faillace. Entre los oradores ya confirmados están el canciller Jorge Taiana; el secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde; la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; el periodista Eduardo Anguita; el director de la Fundación Buchenwald, Volkhard Knigge y el filósofo español Jordi Ibáñez Fanés.

"Terminamos un libro, para regalar, sobre escritores que fueron víctimas de la dictadura militar", cuenta Faillace. Será una edición bilingüe (castellano e inglés) de unos 3.000 ejemplares, con textos de Miguel Angel Bustos, Roberto Carri, Haroldo Conti, Diana Guerrero, Héctor Oesterheld, Roberto Santoro, Paco Urondo y algunos párrafos de Rodolfo Walsh. El libro tiene, también, artículos críticos.

También habrá actividades en otras ciudades alemanas. El 30 de septiembre abre en Berlín la muestra de arte Imágenes entre la realidad y la utopía. Arte argentino 1810-2010 . La armaron Diana Wechsler y Pelusa Borthwick. "La muestra busca pensar con imágenes", dicen en la presentación. Para esto, se verán, entre otras, obras de Antonio Berni, Luis Felipe Noé, Josefina Robirosa, Graciela Sacco, Eduardo Stupia, Eduardo Sívori, Martín Malharro, Quinquela Martín, Nicolás García Uriburu, Guillermo Kuitca, Horacio Coppola, Jorge Macchi, Diana Dowek, RES, Andrea Juan, Xul Solar, Tomás Maldonado, Raquel Forner, Oscar Bony Sara Facio, Juan Carlos Distéfano, Marta Minujín y León Ferrari. Para no tener ningún problema con posibles embargos en el exterior, ninguna de las obras elegidas pertenece a un museo nacional.

¿Qué escritores irán la Feria? La lista no se sabrá hasta junio. Son "unos 45", dice Faillace. "Que incluyen 10 ensayistas".

sábado, 17 de abril de 2010

Cómo funciona la pasión por la fantasía y la ficción

El proceso de determinar lo que alguien está pensando ­es un recurso literario y una capacidad esencial de supervivencia. Por qué los seres humanos tienen ese poder y qué funciones cerebrales específicas les permiten hacerlo son preguntas que la autora de este ensayo.

Por: Patricia Cohen para The New York Times

ZONAS DE LECTURA. Resonancia magnética de un cerebro en las que se destacan las áreas en uso al leer.

El proceso de determinar lo que alguien está pensando ­de leer la mente­ es tanto un recurso literario habitual como una capacidad esencial de supervivencia. Por qué los seres humanos tienen esa capacidad y qué funciones cerebrales específicas les permiten hacerlo son preguntas que analizan ante todo los psicólogos cognitivos.

Ahora profesores de lengua y estudiantes universitarios dicen que están seguros de que la ciencia no sólo brinda un análisis de textos de una inesperada profundidad, sino que puede contribuir a contestar preguntas fundamentales sobre la existencia de la literatura: ¿Por qué leemos ficción? ¿Por qué nos apasionamos tanto por personajes inexistentes? Jonathan Gottschall, que ha escrito mucho sobre el uso de la teoría de la evolución para explicar la ficción, dice que "es un nuevo momento de esperanza" en una era en la que todos hablan de "la muerte de las humanidades". En opinión de Gottschall, un abordaje científico puede rescatar a los departamentos de literatura de la incomodidad que los embarga.

Determinar el motivo de la fascinación de la gente por la ficción y la fantasía, dice Gottschall, es como "crear el mapa del país de las maravillas".

Lisa Zunshine, una profesora de lengua de la Universidad de Kentucky, está particularmente interesada en lo que los científicos cognitivos llaman la teoría de la mente, que comprende la capacidad de una persona de interpretar el estado mental de otra y de precisar la fuente de determinada información a los efectos de evaluar su validez.

Las novelas de Jane Austen suelen estar construidas en torno a interpretaciones erradas.

En "Emma", la heroína homónima asume que las atenciones de Mr. Elton indican un interés romántico por su amiga Harriet, a pesar de que la intención de éste en realidad es casarse con Emma. Del mismo modo, malinterpreta la conducta de Frank Churchill y de Mr. Knightley y no ve quién es el verdadero objeto del afecto de esos hombres.

Las personas pueden seguir con toda comodidad tres estados mentales diferentes al mismo tiempo, señala Zunshine. Por ejemplo, la proposición "Peter dijo que Paul creía que a Mary le gustaba el chocolate" no es muy difícil de seguir.

Si se agrega un cuarto nivel, sin embargo, de pronto las cosas se vuelven mucho más difíciles.

Los experimentos demostraron que la comprensión disminuye un 60%, dice Zunshine. Autores modernistas como Virginia Woolf resultan especialmente difíciles porque les piden a los lectores que sigan seis estados mentales diferentes.

Tal vez la facilidad humana en el caso de los tres niveles se relacione con las intrigas de la atracción sexual, sugiere Zunshine.

¿Pienso que él se siente atraído por ella o por mí? Sea cual fuera la causa, sostiene Zunshine, la gente se siente impulsada a la interacción de tres mentes.

Zunshine forma parte de un equipo de investigación integrado por académicos del campo literario y psicólogos cognitivos que usan instantáneas del cerebro en funcionamiento para explorar los mecanismos de la lectura. El proyecto, que se realiza en el Laboratorio Haskins de New Haven, apunta a mejorar la capacidad de lectura en el nivel universitario. "Partimos de que hay una diferencia entre el tipo de lectura que hace la gente cuando lee a Marcel Proust o a Henry James y cuando lee un diario, y de que hay un valor cognitivo agregado cuando leemos textos literarios complejos", dice Michael Holquist, profesor emérito de literatura comparada de Yale, que dirige el proyecto. El equipo dedicó casi un año a determinar cómo examinar lo relativo a la complejidad. Lo que decidieron fue la lectura mental, o en qué medida una persona puede seguir múltiples fuentes.

El estudio piloto comprenderá doce temas.

Blakey Vermeule, una profesora asociada de lengua de Stanford, examina la teoría de la mente desde una perspectiva diferente. Parte de la premisa de que la evolución tuvo mucho que ver en nuestra pasión por la ficción, y luego analiza la técnica narrativa conocida como "estilo indirecto libre", que mezcla la voz del personaje con la del narrador. El estilo indirecto permite a los lectores habitar dos o hasta tres mentes al mismo tiempo. Ese estilo, que se convirtió en el sello de la novela a partir del siglo XIX con Jane Austen, evolucionó porque satisface nuestro "intenso interés por las motivaciones y los pensamientos secretos de otras personas", dice Vermeule.

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La furia pictórica de Mark Rothko llega al escenario

Recreación del mundo cerrado de un artista complejo.

Por: Carol Vogel para The New York Times

TECNICA ESCENICA. Las pinturas y las técnicas pictóricas de Mark Rothko atraviesan "Red", la obra del John Golden Theater de Nueva York en la que Alfred Molina interpreta a Rothko.

"Me pregunto", masculla Mark Rothko, mirando una de sus telas.

"¿Crees que algún día me perdonarán?" "No son más que pinturas", responde Ken, su asistente, en forma ecuánime. Pero las obras de arte son mucho más que eso en "Red", el espectáculo de Broadway de Joh n Logan, con dos hombres como protagonistas, que incluye ese diálogo. "Son el otro personaje", dijo Alfred Molina, que encarna al pintor expresionista abstracto.

"Se las menciona constantemente. El tema de la pieza teatral es su existencia propiamente dicha".
"Esas pinturas son muy inescrutables y tienen un contenido emocional sumamente fuerte", agregó.
El drama, que se representa en el Golden Theater de Nueva York, gira en torno de un episodio en la vida de Rothko a fines de la década de 1950, cuando los arquitectos Ludwig Mies van der Rohe y Philip Johnson le encargaron que pintara murales para el Four Seasons, un restaurante novedoso en Nueva York en el edificio Seagram.

Un gran cuadro abstracto está en el centro del escenario desde el comienzo. La forma rectangular delineada en un rojo subido que domina la pintura, una copia de "Red on Maroon", probablemente resultará desconocida para los que han visto obras de Rothko en museos estadounidenses.

La pintura formó parte de un grupo que el artista concibió originalmente para el Four Seasons pero que luego se negó a entregar sintiéndose horrorizado por la clientela del restaurante. Terminó dando nueve a la Tate Gallery de Londres en 1969, un año antes de suicidarse.

"Generalmente, las obras sobre artistas están malditas", dijo Molina una tarde de la semana pasada, bebiendo café en el hotel del Upper West Side al que llama casa durante la temporada. "Pero lo que hace tan única a 'Red' es que aquí se experimenta realmente la realización de la obra artística. Se ve cómo se mezcla la pintura, cómo se arma el bastidor, cómo se estira la tela, toda la preparación. Eso le da mucha más intensidad".

El diseñador de la escenografía, Christopher Oram, dijo que conseguir la apariencia correcta de las pinturas requirió mucha investigación, pero que él conoció los Rothkos del Seagram en la colección permanente de la Tate por años de visitas al museo.

"Estaban en una sala especial", dijo en una entrevista telefónica desde Londres. "Era un espacio extraordinario con una iluminación muy tenue", que es como Rothko quería que se vieran. (Las pinturas estuvieron recientemente expuestas en la sede de la Tate en Liverpool, donde Oram y los actores fueron a verlas".

Revisando el archivo de la Tate y leyendo varias biografías, también reconstruyó la forma en que trabajaba el artista, y creó en el escenario el mundo aislado y rudimentario del estudio de Rothko en Manhattan, un ex gimnasio en el Lower East Side. Oram reprodujo todos los detalles, hasta el sistema de polea que Rothko utilizaba para levantar las telas, la música que pasaba mientras tocaba (Mozart y Haydn entre otros) y las latas de café de la década de 1950 que usaba para mezclar la pintura. El olor a pintura recibe incluso a los espectadores cuando ocupan sus butacas.

Oram buscó concordancias cercanas aunque no exactas para los matices de las telas que están en la Tate. Pensó, en cambio, diferentes recetas de pigmentos y tonos que cambian deliberadamente con la iluminación, de tal manera que el negro y el rojo se tornan más o menos pronunciados en la medida que el equilibrio de poder cambia entre Rothko y su asistente, interpretado por Eddie Redmayne.

"Hay un cóctel diferente de tintes y pinturas para las distintas escenas", dijo Oram.

"Red" se estrenó en diciembre en el Donmar Warehouse, y para su traslado a Broadway, los pigmentos fueron importados de Londres.

"Cada lote de pintura se hace día a día", dijo Oram. "Es como un juego químico; se prepara temprano cada día para que pueda enfriarse y tener la consistencia correcta".

Eso es sumamente importante para una escena crucial en la cual los dos personajes preparan una tela casi compitiendo en el escenario. Como un ballet cuidadosamente coreografiado, calientan la pintura roja y la vierten en dos baldes. (Para asegurarse de que la pintura nunca se caliente a niveles peligrosos, se coloca agua fría en los baldes antes de la escena.) Los actores pintan luego rápidamente el cuadro de rojo ­Molina la parte superior y Redmayne la inferior­ y también a sí mismos. Son unos pocos minutos muy fuertes. "Teníamos que estar seguros de que fuera teatral", dijo Molina. "Esa danza, ese sentido de estado anímico".

Practicaron mucho, usando 10 u 11 telas antes de que les saliera bien. Un problema para Molina, que probablemente Rothko nunca tuvo, fue que "cuando la tela se secaba en el escenario, estaba veteada y no sabíamos por qué", dijo.

Resultó que había demasiada distancia entre el balde y la parte superior de la tela; para compensarlo, él sumerge el pincel en la pintura más seguido que Redmayne.

Molina abordó el papel sin tener una formación sistemática en historia del arte. Creció en un barrio obrero en la zona de Notting Hill en Londres ­ "antes de que llegara Julia Roberts", dijo ­ y estudió en la Escuela Guildhall de Música y Teatro en Londres, no en una universidad convencional.

Pero Redmayne, que hace poco ganó el Olivier, uno de los mayores premios actorales en Gran Bretaña, por su actuación en "Red" en Londres, fue a Eton y estudió historia del arte en Cambridge.

Para Molina, el desafío de interpretar a un personaje complejo como Rothko significó sumergirse en el mundo del artista. Leyó todo lo que pudo encontrar sobre Rothko, recorrió el Four Seasons para ver dónde debían ser colgados los cuadros y vio todas las obras que se mencionan en la pieza teatral, incluido el "Estudio Rojo" de Matisse en el Museo de Arte Moderno (hay un afiche colgado en su camarín), la Biblioteca Medici de Miguel Ángel en Florencia y la "Conversión de Saúl" de Caravaggio en Roma.

Hasta viajó a Washington recientemente para ver la Sala Rothko en la Phillips Collection y los Rothkos exhibidos en la Nacional Gallery of Art. "Después de ver las telas en Washington ayer, ya hay partes de texto en la obra que me vienen a la cabeza", dijo Molina después de su gira. "Ahora estoy informado de algo diferente".

Pero advirtió: "Lo último que quiere ver el público son los deberes bien hechos. Con suerte, en algún nivel, vas absorbiéndolo y pasa a ser parte de vos mismo. Yo estoy tratando de encarnarlo".

Agregó, refiriéndose a Rothko: "Era muy complejo. Cuando se enfurece contra el mundo, contra Ken, su rabia no es sólo ira, esa rabia es pasión".

La personalidad de Rothko fue mucho más intensa que la de Diego Rivera, el muralista que Molina interpretó en la película "Frida" de 2002, sobre la pintora mexicana Frida Kahlo. "El arte de Rivera era mucho más narrativo", dijo Molina. "No había misterios. Si bien me encantó, nunca lo viví emocionalmente". "Pero a Rothko, lo siento increíblemente propio y me pongo a la defensiva. Y no sé por qué".

La filosofía que justifica el "vale todo"

La edición de un texto del pensador alemán Carl Schmitt renueva la discusión sobre los valores, la mercantilización de la política y conceptos como el dinero y la soberanía.

Por: Andrés Rosler

LOS HERMANOS KARAMAZOV. La idea “Si Dios ha muerto, todo está permitido” fue planteada por Fedor Dostoievsky en la mítica novela que fue llevada al cine y dirigida por Richard Brooks.

Por si fuera poco obtener una nueva y límpida traducción española del ensayo de Carl Schmitt (1888-1985) sobre los valores, el lector consigue el destacado aporte de un enjundioso prólogo de Jorge E. Dotti en la forma de una nota complementaria en la cual reconstruye el vínculo entre Schmitt y Jorge Luis Borges, que había sido hasta ahora terra incognita. Todos los schmittólogos, sean o no schmittianos, estarán de parabienes ante semejante conjunción.

Quienes todavía, comprensiblemente, se resisten a leer a Schmitt debido a su buena disposición –aunque no recíproca y de hecho absuelta por los Tribunales de Nüremberg– con el nazismo, no deberían olvidar que desde un punto de vista estrictamente filosófico lo que habría que considerar es si su teoría es o no relevante para la comprensión de los fenómenos políticos y jurídicos contemporáneos, más allá de su vínculo con el nazismo durante los primeros años del régimen.

Con respecto al ensayo en sí mismo, su título (La tiranía de los valores) podría sugerir que nuestro autor desea acometer un ataque sin cuartel en contra de los valores. Sin embargo, la posición de Schmitt es mucho más compleja de lo que sugiere el título: lo que a él le preocupa no son los valores en sí mismos, sino su utilización inmediata. Veamos cómo procede el jurista alemán.

Como fino cultor de la historia de los conceptos, Schmitt recurre a la genealogía para poder comprender el concepto de valor. En efecto, la filosofía del valor surge a raíz del siguiente desafío lanzado por el nihilismo: para que nuestras razones para actuar tengan sentido, deberían estar ontológicamente emparentadas con la realidad, de tal forma que un principio moral debería contar con la misma normatividad que una ley científica. Si no fuera así, se comprobaría nietzscheanamente que Dios ha muerto y que por lo tanto todo está permitido. En el mejor de los casos, para el nihilismo la defensa de un valor sólo puede aspirar a ser una cosmovisión entre otras que compite agónicamente por el privilegio de atribuirle significado al mundo.

La respuesta de la filosofía del valor frente al desafío nihilista consiste en que el valor no pretende ser o existir del modo como, por ejemplo, lo hacen la verdad, el bien y la belleza, sino que precisamente vale, lo cual le permitiría al valor reclamar un estatus autónomo con respecto a la ontología y distante del subjetivismo con el que se lo suele identificar. De este modo, el valor pretende ocupar el lugar aventajado de la antigua metafísica sin adolecer de ninguno de sus defectos. La tesis de Schmitt, sin embargo, es que semejante reclamo es infructuoso ya que en realidad el valor no tiene un contenido alejado de la opinión de los individuos. Por lo tanto, el problema más grave de la relevancia política del valor es que el mismo oscila entre la superfluidad de ser meramente un vehículo de los prejuicios de una época, por un lado, y la peligrosidad de querer enaltecer dichos prejuicios al concederles precisamente el rango supuestamente objetivo de "valor", por el otro. Además, la peligrosidad del valor se incrementa dramáticamente debido no sólo a que los "valores" no valen por sí mismos y por lo tanto siempre son impuestos por alguien, sino a que los que imponen sus valores invocan razones objetivas al respecto, todo lo cual no hace sino intensificar el conflicto hasta niveles dantescos. En las palabras de Schmitt: "según la lógica del valor, el precio más elevado nunca puede ser muy alto para el valor más elevado y tiene que ser pagado". En su prólogo, Dotti ilustra el problema mediante un elegante quiasmo: si "todo vale", entonces "vale todo".

Sin embargo, tal como habíamos adelantado, Schmitt no está en contra de los valores sin más, sino de la tiranía de los mismos: "en una comunidad cuya Constitución prevé un legislador y leyes es asunto del legislador y de las leyes por él creadas determinar la mediación y evitar el Terror de la ejecución inmediata y automática del valor". Se podría inferir de aquí que Schmitt no tendría mayores reparos para con un proyecto político cuyo eslogan fuera "los valores en un solo país".

En cuanto al prólogo, Dotti se dedica a contraponer la tendencia moralizante de la política inherente a la aplicación inmediata del valor y la teoría schmittiana de la representación en cruz, es decir, la articulación de la dimensión horizontal del conflicto político con la dimensión vertical de la autoridad estatal. A tal fin, ofrece una sutil comparación entre la teoría política de Marx y la de Schmitt, la cual pone de manifiesto que tanto Marx como Schmitt no sólo critican la mercantilización de la política sino que además explican conceptos claves como el dinero y la soberanía en términos teológico-políticos, con la diferencia de que mientras el primero cree que se trata de un producto ideológico que será superado una vez que las circunstancias sean propicias, el segundo sostiene que el poder explicativo de la teología política para comprender la realidad social es insustituible.

Es un acierto por parte de Hydra haber elegido esta obra como lanzamiento de la editorial, la cual parece ser, irónicamente, un caso inédito. Se trata de una editorial literalmente universitaria integrada por unos pocos docentes y varios alumnos destacados de la Carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que, a juzgar por los títulos que publicarán, provocará discusiones filosófico-políticas.

Rüdiger Safranski: "La paz seguirá siendo una paz armada"

¿Cómo se conectan el Romanticismo y los movimientos de resistencia global? Antes de participar en la Feria del Libro, el autor de "El mal" lee el siglo XXI a la luz del XIX.

Por: Héctor Pavón

EL HOMBRE tan bueno no es y para conservar la paz necesita de la justicia, pero también la protección por medio de las armas. Al parecer, la paz seguirá siendo siempre una paz “armada”.

Rüdiger Safranski es un humanista, un sobreviviente del Romanticismo alemán del siglo XIX que, a pesar de haber escrito ensayos y biografías de filosofía alemana, es un escritor muy popular. Sus libros son muy vendidos "probablemente porque los escribo con pasión. ¡Y la pasión es contagiosa!", responde por email desde Alemania.

No sólo dedicó su vida a la filosofía, también ha puesto el cuerpo para pasiones como la docencia para adultos: "Me encontré con personas de una gran curiosidad, comprometidas, que se animaron a saltar de un camino ya iniciado para volver a aprender. Esa curiosidad por las propias posibilidades es muy motivadora, también para mí." Ahora trabaja en un libro sobre el "tiempo" y la "aceleración". Invitado por el Instituto Goethe, el 24 de abril será entrevistado en público en la Feria del Libro, que comienza el jueves 22. Dice, soñador, que le habría gustado vivir en la Alemania de 1800.

-¿Qué pasaba en su país en el inicio del siglo XIX para que surgiera un movimiento tan particular, interesante y complejo como el romanticismo?

-En ese momento, Alemania no era todavía una "nación" en sentido político, sino una unión cultural, lingüística. De ahí la importancia del arte, la música, la filosofía y la literatura, que ocupaban un lugar privilegiado en el ambiente burgués. Esto dio gran empuje a todo el movimiento literario-filosófico y permitió que la "generación" en torno al 1800 saliera a escena con proyectos audaces. Querían producir una revolución en el terreno del espíritu, despertar la originalidad y la fantasía del individuo. Florecía un deseo renovado del "yo": en el centro de la atención se encontraba el "sujeto", con sus sueños, pensamientos, fantasías. Había un gran gusto por la experimentación y un anhelo de lo infinito. Todo eso confluye en una disposición general del espíritu que luego recibe el nombre de Romanticismo.

-¿Cree que fue el momento más elevado de Alemania en cuanto a la producción de ideas filosóficas, literatura, poesía, arte?

-Sí, fue un momento de apogeo. Pero no olvidemos que el Romanticismo se hallaba íntimamente ligado a otras corrientes: el Clasicismo, el Idealismo, etcétera. En Jena, por ejemplo, bastaba con cruzar de acera para que se encontraran el Romanticismo y el Clasicismo. Los románticos eran los más jóvenes y rebeldes, y se disputaban la autoridad con los que eran un poco mayores, con Schiller por ejemplo. Goethe en cambio era admirado y honrado por los románticos, algo de lo que no renegaba pues se sentía halagado. También en la filosofía descollaban figuras que contribuyeron al apogeo del Romanticismo. Fichte, Schelling, Hegel: todos estuvieron inspirados por el espíritu romántico. ¡Y ni qué hablar de la música! El Romanticismo hizo de la música el lenguaje del alma. Durante este período la música devino en un lugar sagrado, cuyos profetas eran Beethoven y después Schubert y Schumann...

-En su libro "Romanticismo", usted señala que la Revolución Francesa fue "el triunfo de la tiranía de la razón". ¿Es un triunfo contra el individuo?

-La Revolución Francesa tuvo su origen en el espíritu de emancipación, pero luego terminó desarrollando un nuevo terrorismo del conformismo. La sociedad entera fue sometida a un nuevo tipo de razón y de virtud. La religión quedó mal parada, triunfó la utilidad económica...

-Usted afirmó que "el romanticismo es también una continuación de la religión con medios estéticos". ¿Cómo considera el romanticismo a la religión?

-El presupuesto del Romanticismo fue una crítica abierta, ilustrada a la religión, es decir que cuando el Romanticismo entra en escena, la religión ya está debilitada. El Romanticismo considera la religión oficial, con sus dogmas e instituciones, muy limitada. Pero a diferencia de la Ilustración, no persigue el desencantamiento liso y llano de lo misterioso, sino que quiere conservar lo enigmático, lo infinito, lo misterioso, y no como una manifestación autoritaria impuesta desde afuera, sino como una "manifestación del alma", esto es, una subjetivación de lo religioso. Lo que les preocupa a los románticos en primer lugar no es la moral sino las percepciones estéticas, ya sea en el arte, la literatura, la filosofía, la música. Por eso podemos decir que el Romanticismo sustituye la relación dogmática-moral con la religión por una unión estética-perceptiva con lo trascendental, es decir, es la continuación de la religión con recursos subjetivos, estéticos. En este punto podemos observar algunas similitudes con el tipo moderno de religiosidad...

-¿El Romanticismo jaqueó al cristianismo al ampliar la oferta de lecturas? La Biblia deja de ser la lectura por excelencia...

-Sí, el gran filósofo de la religión durante el Romanticismo, Friedrich Schleiermacher, considera que la Biblia es un buen libro, pero que en realidad cada uno puede hacerse su propia Biblia, encontrar su religión en su alma. Para Schleiermacher la religión es "sentido y gusto por lo infinito".

-¿Cómo se puede entender la presencia del Romanticismo en el nacionalsocialismo?

-Los románticos se iniciaron muy centrados en lo subjetivo y luego fueron descubriendo el sentimiento de comunidad, y finalmente también el sentimiento de unión nacional, de historia nacional. Comenzaron a recolectar canciones y cuentos populares, etcétera. Pero abogaron siempre por la libertad y no eran nacionalistas. Pese a esto, más tarde los nacionalistas, y de hecho también los nacionalsocialistas, gustaron de remitirse al sentimiento nacional de los románticos. Esa instrumentalización posterior llevó en algunas ocasiones al –injusto– descrédito de los románticos. Finalmente, los ideólogos del nacionalsocialismo advirtieron que los románticos no cuadraban del todo con sus conceptos agresivos, racistas, y postularon su propio romanticismo que llamaron "romanticismo de acero" y que poco tiene que ver con el verdadero romanticismo.

-¿Qué marcas dejó el Romanticismo en la cultura alemana?

-La cultura alemana se encuentra atravesada por la tradición romántica. Thomas Mann, por ejemplo, siempre sostuvo ser un hijo del Romanticismo. La montaña mágica es una novela profundamente romántica. La música siguió siendo romántica por lo menos hasta Gustav Mahler y Carmina Burana de Carl Orff. El Romanticismo también se refleja en la cultura política. No es casual que el movimiento "verde", ecologista haya logrado en Alemania sus primeras conquistas; eso está ligado a la tradición romántica del amor por la naturaleza.

-¿Los movimientos de resistencia global son... románticos?

-Precisamente los ecologistas, por ejemplo, se inscriben en una tradición romántica, lo adviertan o no. También la actitud simpatizante por la diversidad de las culturas se remonta a una idea romántica que fue desarrollada sobre todo por el proto-romántico Johann Herder.

-Muchos de los románticos del 68 hoy ocupan cargos ejecutivos en empresas o en la burocracia estatal. ¿Ahí termina la utopía?

-No necesariamente. En Schiller encontramos al respecto una bella apreciación. En su obra de teatro Don Carlos, el marqués de Posa hace llevar a su amigo el siguiente mensaje: "Decidle que debe respetar los sueños de su juventud cuando llegue a hombre..."

-En su libro "¿Cuánta globalización podemos soportar?" señala que la globalización incluye el hecho de que el pensamiento global se democratiza. ¿A qué "pensamiento" se refiere?

-La conexión a través de las redes de TV e Internet, por ejemplo intensifica la comunicación, y los modos de pensamiento se intercambian y asimilan unos a otros. En el pasado, el solo hecho de la distancia hacía que las regiones permanecieran alejadas. Hoy las distancias se han eliminado y el intercambio de informaciones ocurre en tiempo real. Por primera vez en la historia de la humanidad estamos en presencia de una simultaneidad real, susceptible de ser vivida. Esto tiene consecuencias sustanciales: estamos yendo efectivamente hacia una sociedad mundial. En el pasado, era posible que los tiranos no se sintieran observados, hoy ya no. Es decir, que en el establecimiento de una esfera pública mundial radica una oportunidad: mejora los presupuestos de la democratización. Eso es bueno. Lo que no es tan bueno, sin embargo, es que el crecimiento de la red de comunicaciones puede significar también una asimilación en sentido conformista que se percibe, por ejemplo, en ciertos aspectos de la cultura: el pop es igual en todas partes, también el cine e incluso la literatura se está asimilando. Ahí hay que tener cuidado: ¡Más diversidad y menos simplismo!

-También sostiene que el hombre puede actuar e intentar blandirse contra los peligros del exterior. ¿Qué papel les cabe a las redes sociales de Internet?

-A través de las redes, las personas crean su propio mundo social. A su vez, pueden advertir que no son tan impotentes como parece y obtener mayor feedback del que era posible en el pasado, y eso fortalece el sentimiento de poder subjetivo. A lo que hay que prestarle atención, sin embargo, es a preservar la esfera privada puesto que si vamos a la Red, la Red viene a nosotros y puede atraparnos. La Red ofrece libertad pero también puede arrebatárnosla.

-Poéticamente se ha referido a la búsqueda del "claro", del espacio propio, donde se puede "habitar en el extravío". ¿Quiénes cuentan con la capacidad de hacerse un "claro" en la jungla mundial?

-En principio, cualquiera puede hacerlo. Sólo se trata de descubrir qué es lo que uno quiere y qué es lo adecuado para uno. Es cierto que esto no resulta del todo sencillo frente a la cantidad y variedad de ofertas de comunicación. Debemos aprender a establecer los propios límites, de lo contrario corremos el riesgo de convertirnos en un estanque de estímulos externos y perder el rostro propio.

-En su libro "El mal", cita a Sade cuando éste se refiere a que la naturaleza no impide las matanzas sino que más bien las induce. ¿El siglo XXI continuará con las guerras del "estado de excepción permanente" como propone Giorgio Agamben?

-Seguramente vamos a ser testigos de más guerras y matanzas, aunque quizá ya no de guerras mundiales como las del siglo XX: más bien guerras locales, "asimétricas", estados desintegrados, guerras de bandos, terroristas, etcétera. No olvidemos que sigue habiendo armas nucleares, esto es, el potencial de autodestrucción de la humanidad sigue disponible. Y tampoco se puede descartar un desvío de armas nucleares "sucias" hacia la circulación "privada". La brecha entre ricos y pobres crea conflictos que la escasez de recursos energéticos y el cambio climático no hacen más que enardecer. De ahí que no se pueda garantizar un mundo en paz. La experiencia también enseña que la supuesta "bondad" natural del hombre no garantiza la paz. El hombre tan bueno no es y para conservar la paz necesita de la justicia, pero también la protección por medio de las armas. Al parecer, la paz seguirá siendo siempre una paz "armada".

-¿Cree que el mal hoy es fácilmente identificable? O por el contrario, es el lobo con piel de cordero...

-Creímos haber dejado atrás la era de la ideología (comunismo, fascismo, etcétera), cuya característica era el hecho de hacer el mal en nombre de lo supuestamente bueno (la clase, la raza, entre otras). Sin embargo esto no ha terminado. El islamismo de hoy es la barbarie enmascarada, disfrazada de religión: el mal bajo el velo del bien. Por otro lado, el mal se halla oculto en el mecanismo meramente impersonal, objetivo, económico de los mercados. El gran daño que éstos pueden causar acabamos de verlo con la última crisis financiera.

-El mundo del trabajo, que incluye a los que trabajan y a los que quieren trabajar y no pueden, ¿es la mayor resistencia contra la vida romántica?

-Si el hombre queda reducido a un homo oeconomicus, no hay buenas perspectivas para el Romanticismo. Pero contra esto algo se puede hacer. El hombre es mucho más que un "animal de carga"; basta con que lo advierta y empiece a jugar, a soñar, a fantasear, a ir más allá de lo ordinario y lo acostumbrado, para que se encuentre ya, sin darse cuenta, camino a ser un romántico...

-Hay quienes sostienen que vivimos un retorno a pensar en el individuo a través de una filosofía humanista. ¿Cree que el Romanticismo también podría ser recobrado para esta causa?

-Estamos redescubriendo que el hombre también es un homo empathicus. Un ser que sabe de compasión, capaz de ponerse en el lugar del otro, de ser solidario, un ser con sentido de la justicia. Somos animales capaces de llorar y de alegrarnos, no sólo por nosotros mismos sino también por otros. Somos seres que no habitamos un único mundo, el material, sino muchos otros mundos en nuestra mente y nuestra alma. El hombre puede ser una criatura maravillosa; no debemos olvidarlo pese a todos los problemas.

Traducción de Carla Imbrogno

VIDEO Y FOTOGRAFIA Doscientos años, de qué sirvió

Reflexiones sobre el Bicentenario de las independencias latinoamericanas, en estricta vinculación con la urgente realidad del presente en la región.
Por: ANA MARIA BATTISTOZZI

Pareciera inevitable que el Bicentenario termine por escurrírsenos de las manos sin que hayamos podido articular a su alrededor el debate amplio que nos debemos. Debate que el tembladeral del 2001 empezó a instalar con una urgencia proporcional a su caudal de incertidumbres pero cuyo sentido pareciera cancelado en la sucesión de discursos fundacionales que han sustituido la necesidad de autocomprensión que experimentamos no hace tanto.
Enunciados no faltan, pero hasta el momento nada resulta demasiado complejo ni abarcador –aunque justo es destacar el monumental trabajo de compilación que realizó la socióloga Susana Torrado por encargo de la administración de José Nun– y es poco lo que se promueve que no lleve la impronta escolar de efeméride. Es en este sentido que cobra interés la iniciativa del curador alemán Alfons Hug, concebida como proyecto de diálogo entre América Latina y Alemania que impulsó el Instituto Goethe a nivel regional y del que esta exhibición en el Palais de Glace, auspiciada por la Secretaría de Cultura de Nación, es el resultado final.
Menos tiempo que lugar, el arte de la independencia, el título elegido que pareciera unir a las urgencias de un territorio al concepto de independencia sucesivamente postergado, surge de un poema de Mario Benedetti. El verso disparó lo que Hug llama una "dramaturgia geográfica" que permite hilvanar y revisar críticamente el acontecer de varios países según coordenadas espaciales diversas que no son estrictamente las de la América Latina sino también las de la Europa de antes y después de los procesos de la independencia.
Alemán, residente desde hace años en América Latina –Hug fue curador de la Bienal de San Pablo en 2004 y la Bienal del Fin del Mundo el año pasado– y familiarizado con las urgencias y postergaciones de la región, parte de un documento de la historia latinoamericana que de algún modo adelanta las vicisitudes actuales e implica también a su propia mirada: la Carta de Jamaica. Suerte de testamento histórico de Bolívar que escribió en inglés a un amigo inglés en septiembre de 1815 desde su exilio en Kingston, describe allí los diferentes movimientos independentistas que lo tuvieron como protagonista, da cuenta de la admiración que lo unió a esa figura excepcional de la nobleza ilustrada germana que fue el barón de Humboldt y, sobre todo, confiesa su imposibilidad de aventurar certeza alguna en cuanto al futuro de América, lo que alumbra ya un primer vínculo problemático entre aquel pasado y este presente.
Hug se vale de la Carta –curiosamente más una referencia en el imprescindible catálogo que en la sala de exhibición– como disparador de su proyecto institucional de diálogo entre intelectuales y artistas en torno de un momento fundacional, imposible de conmemorar sin rozar los inquietantes rumbos del presente. Es ése quizás uno de los mayores méritos del proyecto y no cabe duda que la Carta de Jamaica efectivamente tuvo efecto directo o indirecto en la visión crítica que se desliza en la poética de cada artista.
Argentinos, alemanes, colombianos, uruguayos, paraguayos, bolivianos, ecuatorianos, mexicanos, chilenos, venezolanos y brasileños presentan instalaciones, fotografías y videos que, más allá de su diversidad, coinciden en hacer foco en la discrepancia entre la promesa histórica y la realidad actual. Algunos, como el venezolano Alexander Apóstol, apuestan a la ironía básica de que semejante documento fuera escrito en inglés. En su video, "Yamaikaleter", una serie de habitantes de un barrio pobre de Caracas leen el texto en un inglés champurreado que en definitiva no entienden.
Otros, como la cordobesa Leticia El Halli Obeid, opta por reescribir la Carta de Bolívar en un trayecto en tren por el conurbano. Su video performance confronta el acto íntimo, reflexivo, de la escritura con la realidad conmovedora que se sucede a medida que el tren avanza. El viaje, pieza clave en la representación de Latinoamérica que remonta a los siglos XVIII y XIX, es retomado aquí tanto por los artistas europeos (Frank Thiel y Agatha Madejska) como por los americanos (Julián D'Angiolillo, argentino y Gianfranco Foschino, chileno). En cada caso sirve para deconstruir, desde distintas perspectivas, la visión idealizada del paisaje que plasmaron los artistas viajeros del XIX.
Las recurrentes crisis, las relaciones Norte - Sur que renuevan los vínculos coloniales bajo nuevas formas, el enfrentamiento entre países y culturas superpuestas y la violencia generalizada que denuncia la ausencia de un estado ordenador aquí y allá aparecen en los trabajos de los artistas cuyas poéticas pueden apelar ya al humor, como la alemana Christine de la Garenne, el peruano Fernando Gutiérrez, el uruguayo Martín Sastre y la boliviana Narda Alvarado, o directamente a la violencia, como el mexicano Miguel Ventura.
Es significativo que en el centro del espacio circular de exhibición se haya emplazado justamente la obra del colombiano Juan Fernando Herrán, una estructura ascensional enclenque que se percibe como metáfora del carácter fatalmente provisorio de cualquier empresa latinoamericana que involucra tanto a los gobiernos como a los sueños de la gente.
Como pocas exhibiciones podría decirse que ésta es inseparable del robusto catálogo que la acompaña con imperdibles aportes del investigador y activista social uruguayo Raúl Zibechi; del escritor peruano Alonso Cueto, y del poeta y traductor alemán Timo Berger, quien difundió con gran entusiasmo la poesía argentina post 2001. Todas acompañan el texto introductorio de Alfons Hug y refuerzan la seriedad de un proyecto que debemos considerar especialmente, ya que en cierto modo desnuda la simpleza y la falta de sofisticación con que se ha encarado lo poco que hasta el momento se ha ofrecido acerca del Bicentenario.

sábado, 10 de abril de 2010

crítica a los bicentenarios

"Menos tiempo que lugar", una mirada

Una muestra con la obra de 19 artistas jóvenes de América Latina y Alemania, curada por Alfons Hug, Director del Instituto Goethe de Río de Janeiro.

Por: Mercedes Pérez Bergliaffa

TANGO WITH OBAMA, 2009. Un video del uruguayo Martín Sastre.

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Hay lugares que sólo duran un instante", escribió alguna vez el poeta Mario Benedetti. "Son aquéllos momentos singulares que sólo el arte puede captar. Y, para ciertos tiempos, no hay lugar". Esta potente y poética idea del uruguayo es la que retomó el curador Alfons Hug para hacer la exhibición Menos tiempo que lugar, en el Palais de Glace.

Fruto de un gran esfuerzo, las obras que se exhiben son el resultado de seis meses de viajes y observación de un grupo de artistas locales y alemanes por toda América Latina (Hug es director del Instituto Goethe de Rio de Janeiro, por lo que el cruce entre Alemania y nuestra región es, para cualquier proyecto que lleve su sello, inevitable). La exhibición toca de lleno y de manera crítica un tema que por estos días parece estar en boga en el área de cultura: el Bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos.

"Lo que dijo Benedetti podría aplicarse al presente", explica Hug. Y agrega: "Al final, pareciera que sólo el arte es capaz de situar el tiempo actual y de ofrecerle refugio." En ese sentido, la muestra busca explorar, criticar y analizar el tema de nuestras independencias desde el arte contemporáneo.

Con ese fin, artistas y ensayistas jóvenes y reconocidos trabajaron en conjunto bajo la tutela de Hug, intentando averiguar si realmente nuestras naciones son independientes o no.

­ -¿Piensa usted que las naciones latinoamericanas son realmente independientes?

­ -Yo tendría muchas dudas respecto a una independencia completa. Lo que sí observo en Latinoamérica es que, por lo menos a través de las artes visuales, hay una integración que es mas fuerte que nunca. Creo podría deberse a las bienales de arte regionales, que ayudaron a una unión regional. Además, veo que Brasil y los países hispanoparlantes de Sudamérica antes no querían tener tanto en común, y que eso ha mejorado en los últimos 20 años.

­ -Me interesaría saber si usted, como un curador alemán que vive desde hace 20 años en Brasil, se ubicó como alemán o como local para poder realizar este proyecto.

­ -Bueno, me considero un alemán organizador de un diálogo intercultural. Específicamente en el caso de esta exposición, me pareció exótico acercarme el tema del bicentenario desde la poesía.

­ -¿Cómo definiría esta exposición? ¿Es histórica, artística o híbrida?

­ -Creo que esta exposición trata de conmemorar un hecho histórico, pero también creo que el arte contemporáneo es incapaz de hacerlo, ya que más bien cuestiona, critica (aunque algunos artistas tienen interés en crear en torno a momentos históricos, pero no son muchos). Lo que sí hace esta exhibición es llamar la atención sobre algunas características y problemas de la región, como la falta de unión ente los pueblos (por ejemplo, marca los conflictos entre Colombia y Venezuela). La muestra está hecha desde el mundo de la poesía, la forma en que ella escribe una historia. Pero esto no quiere decir que sea apolítica, todo lo contrario.

­ -¿Dónde encontramos la parte política de una muestra que usted define más bien como "poética"?

­ -Bueno, algunos de los artistas que seleccioné eligieron crear sus obras en las favelas de Caracas, de Medellín, porque tienen una gran preocupación por lo social. Otros de los seleccionados tienen un abordaje más irónico. Y esta es, para mi, un arma tal vez más eficaz que la crítica directa.

­ -Si existiera una nueva dependencia cultural de los países latinoamericanos hoy en día, ¿cómo sería?

­ -Esto cambió. Porque Brasil ahora depende más de China que de los EE.UU. Y esta es considerada una relación sur-sur. La agricultura, el comercio, la industria del petróleo... Todo esto en Brasil (quizás el país más próspero de la región) depende de China. Esta es una nueva forma de dependencia. Ahora, ¿cómo explicarlo? Son nuevos parámetros, a los que hay que prestar atención.

La resistencia toba

La comunidad toba Daviaxaiquí, en Derqui, Gran Buenos Aires, quiere que sus hijos conozcan su historia: que no pierdan su lengua y sus costumbres después del éxodo obligado que los barrió del Chaco. Para ello acaban de abrir la primera biblioteca qom del conurbano, para registrar las tradiciones orales y así salvar su lengua. Leyendas y cantos de un pueblo arrasado.
Por: Andrés Bermúdez Liévano


En la esquina de una habitación del centro comunitario del Barrio Toba de Derqui, en el Gran Buenos Aires, reposan cerca de mil libros y cuatro computadoras. Es la semilla de la biblioteca Qomllalaqpi, primera de su tipo en toda la provincia. El proyecto, financiado con fondos obtenidos por la Fundación Desde América, busca recopilar las diferentes expresiones de la cultura toba: su música, sus técnicas artesanales, sus leyendas y los relatos del éxodo que emprendieron desde el Chaco.

En ese mismo salón comunal, Ana Medrano y otras mujeres de la comunidad dictan talleres de qom, la lengua toba. "Yo crecí en el Chaco, junto al río y comiendo frutas de los árboles", cuenta Medrano. Y sueña: "Quiero que mis hijos sepan mi historia, que no pierdan su lengua y sus costumbres".

Tienen un problema: hay muy poca documentación de la cultura toba, y en especial de las comunidades toba que salieron del Chaco. Los jóvenes conocen su lengua cada vez menos y peligran las tradiciones, que se transmiten de manera oral. "Si uno de los ancianos de la comunidad muere es como si se incendiara una biblioteca", explica Daniel Canosa, el bibliotecólogo que dirige el proyecto en su tiempo libre. "Si todo lo que sabe ese anciano no se guarda, no se graba, no se archiva, se pierde para siempre", agrega Canosa.

Eso es precisamente lo que propone la biblioteca: registrar la tradición oral toba como manera de salvaguardar su lengua y proteger su transmisión las generaciones más jóvenes. Para ello, también piensan instalar en un cuarto contiguo a la biblioteca la que será la primera radio bilingüe qom-español de Buenos Aires, un proyecto para el que actualmente buscan ayuda.

Roque López, uno de los guardianes de la biblioteca, lo explicita así: "Tener una radio ha sido mi ilusión desde que salimos del Chaco. La necesitamos para contar nuestras costumbres, leyendas y cantos". Y todos los proyectos apuntan a los chicos, a las nuevas generaciones. "Si no hacemos esto, no tendrán más remedio que imaginarse un futuro sin tener registro de su pasado", dice Canosa quien imagina la radio como el punto de encuentro de la comunidad.


Para apuntalar este proyecto y tomar ideas, Canosa visitó las tres bibliotecas indígenas más conocidas de la Argentina: en la comunidad toba de Rosario, en la mapuche de Río Negro y otra en el Chaco, que recoge material en toba, mocoví y wichí. Su idea es realizar entrevistas con aquellos "libros vivientes" de la comunidad que tengan conocimiento de un tema relevante o dominen alguna técnica específica.

Por ejemplo, hay que contar la historia de Mauricio Maidana, que toca el n'viqué, un tradicional violín de lata cuya única cuerda está hecha con cerda de caballo. O la de Valentín Morales, un anciano de 85 años con infinitas anécdotas de su infancia cortando caña en el Chaco.

Ese material está siendo grabado en CDs o casetes, que serán catalogados y entregados a la biblioteca. Así, la radio puede difundir el material grabado y la biblioteca podrá convertirse en el punto de encuentro toba en la provincia. "Me encantaría que en el Chaco pudieran llegar a escucharnos", añade sonriendo López.

Mientras buscan libros, nuevo material de archivo, una antena para la radio y los equipos necesarios, siguen trabajando. "Algún día un niño nacido en Derqui podrá saber cómo hicieron el viaje desde el Chaco sus padres o abuelos, qué tuvieron que hacer para sobrevivir, para que su cultura resistiera," dice Canosa.

Elaboran lista de antigüedades que deben ser repatriadas con urgencia


Son piezas cuya devolución a su país de origen es prioritaria, según el listado que comenzó a ser elaborado hoy en una conferencia internacional dedicada al tema, en El Cairo.

BUSTO EN BERLIN. La famosa pieza de Nefertiti, que está en la capital alemana, encabeza la lista, en la que también figuran la piedra de Roseta (Londres), el zodíaco de Denderah (París) y el busto del dignatario Ankhaf (Boston).

Una lista prioritaria de antigüedades "robadas" que deben ser devueltas a su país de origen, desde el busto de Nefertiti a los frisos del Partenón, comenzó a ser elaborada este jueves en una conferencia internacional dedicada al tema que se celebró en El Cairo.

Siete países -Egipto, Guatemala, Nigeria, Siria, Grecia, Perú, Libia- de los veinte presentes proporcionaron listas de objetos, indicó el jefe del Consejo supremo de antigüedades egipcias, Zahi Hawass, al concluir la conferencia de dos días.

Hawass, que no dio los detalles de las antigüedades, indicó ante la prensa que los otros países participantes tienen un mes para suministrar sus propias listas de objetos reclamados a otros países.

El funcionario egipcio había indicado el miércoles que El Cairo quería obtener la repatriación de seis piezas de gran valor expuestas en el extranjero: el busto de Nefertiti (Berlín), la piedra de Roseta (Londres), el zodíaco de Denderah (París), el busto del dignatario Ankhaf (Boston), la estatua de Hemiunu (Hildeheim, Alemania) y una estatua de Ramsés II (Turín).

Grecia, por su parte, indicó que coloca en el primer rango de sus reivindicaciones el regreso de la parte de los frisos del Partenón que se encuentra en el British Museum, y por cuya devolución ese país trabaja desde hace treinta años.

Perú indicó que reclama las colecciones provenientes de la ciudad inca de Machu Picchu presentadas en el museo de la universidad americana de Yale, así como piezas textiles y cerámicas de la cultura Paracas, que están en Goteborg (Suecia).

Hawass declaró que los países presentes en esta conferencia "histórica" estaban "de acuerdo para combatir juntos", pero no han presentado un plan de acción común concreto.

"Es esencial reforzar la cooperación internacional y los marcos legales y judiciales para la protección del patrimonio", declaró.

Hawass no mencionó la convención de la Unesco de 1970 sobre la restitución de las antigüedades a su país de origen.

Egipto y otros países deploraron que el texto no fuera retroactivo, con lo que varios museos pueden conservar piezas adquiridas antes de esta fecha.

Prometió sin embargo que Egipto continuará "haciendo la vida difícil" a algunos museos, sin nombrarlos, que siguen rechazando la restitución de las piezas arqueológicas.

Austria, Chile, Colombia, China, Chipre, Ecuador, Grecia, Guatemala, Honduras, India, Italia, Libia, México, Nigeria, Perú, Polonia, Rusia, Corea del sur, España, Sri Lanka, Siria, Estados Unidos estaban presentes además de Egipto, la mayoría a nivel de altos responsables de los ministerios de cultura o de los servicios de antigüedades.

Países como Francia, Alemania o Gran Bretaña, regularmente señalados por Egipto de poseer antigüedades faraónicas, no estaban presentes.

Italia vino, aunque Egipto le reclama con insistencia la restitución de la estatua de Ramsés II de Turín.

Hawass había precisado el miércoles en su discurso de apertura que su país no reclamaba el regreso de todas las antigüedades, sino sólo de las que hay prueba que fueron robadas, y las que aunque no lo fueron, tienen un valor histórico capital para su país de origen.


Fuente: AFP.