Ese viejo arte nuevo
Se exhiben en Fundación Telefónica ocho obras de la colección "nuevos medios" del Centro Pompidou, pionero de las tecnologías que cambiaron las prácticas artísticas en los últimos 50 años.
Por: Ana María Battistozzi
Un condensado panorama de ese pasado y presente es lo que acerca el conjunto de ocho piezas que se exhiben hasta el 25 de este mes en la Fundación Telefónica de la colección nuevos medios del Centro Pompidou. Nombres como el de ese pionero que fue Nam June Paik, Bruce Nauman y también Tony Oursler, cuyas obras han sido exhibidas en ocasiones anteriores en Buenos Aires, o Vito Acconci, Thierry Kuntzel Chris Marker, Aernout Mik y la joven Zineb Sedira han sido elegidos por la curadora Cristina Van Assche para dar cuenta de esa breve historia que puede ser leída como la del medio pero también como la de las expresiones más destacadas del arte contemporáneo que encontraron en él su modo preciso de manifestarse. Van Assche es desde la década pasada responsable del departamento de "nuevos medios" del museo francés que reúne cerca de dos mil cintas de videos históricos, bandas sonoras, CD roms y sitios web y fue uno de los primeros en hacer lugar a este tipo de producciones como también en enfrentar los insospechados problemas de conservación y mantenimiento que plantean estas tecnologías y estos soportes.
Desde el arte minimal y conceptual en el cruce con reflexiones varias sobre lo corporal (Aconcci y Nauman años 60 y 70), hasta la transformación de las relaciones sociales y familiares que produjo el poscolonialismo (Zineb Sedira, 2002), las piezas elegidas acusan el devenir del medio y los problemas planteados por los artistas.
La muestra abre con una pieza de importancia histórica de 1965. Se trata de "The Moon is the oldest TV", significativo título de su autor, Nam June Paik, uno de los primeros en explorar la potencialidad de la imagen en movimiento en el arte contemporáneo. Dos años después de haber llevado la televisión a un museo, NJP concibió esta obra con una serie de monitores de TV sobre pedestales que proyectaban el ciclo lunar entero y las diferentes fases de la luna en cada uno. Sutilmente poética y en cierto modo fantástica, la obra evoca de algún modo los orígenes del cine. Fue realizada gracias a un dispositivo colocado en el tubo que permitió producir artificialmente esa cualidad más imaginaria que real. La obra, que según las nomenclaturas actuales podríamos llamar "instalación", es un ejemplo de cómo Paik, lejos de dejarse hechizar por la tecnología, buscó expandir sus límites alterando poéticamente la naturaleza habitual de sus imágenes.
En tanto, "Going around the corner piece", la obra de Bruce Nauman de 1970 es un ejemplo de cómo el artista hace confluir el video como dispositivo de vigilancia y la fantasmal escena que resulta en una imagen tan atractiva desde el punto de vista dramático como inquietante desde la sensación de ser observado.
En este mismo cruce entre observador-observado opera "The Eye" una de las varias formas en que se presenta "Switch", la instalación multimedia de Tony Oursler (1996) que se encuentra dispersa en el espacio de exhibición. El artista, que trabaja con muñecos de rostros proyectados (y deformados) a la manera de títeres, como el que se vio el año pasado en la muestra que trajo el MUSAC a Bellas Artes, disemina aquí escenas como pasos teatrales que cada tanto ofrecen al espectador diálogos disparatados, monólogos o simplemente enfrentamientos que oscilan entre la demanda y el sometimiento.
Luego está el trabajo de Thierry Kuntzel, "Nosotros", que desliza preocupaciones fundamentales de este artista sobre qué pasa en la superficie de la representación en el cruce entre el tiempo y la memoria. De estas reflexiones resulta la dramática erosión en su videoinstalación de pantallas múltiples del 1984. Más reciente, como la obra "Park", de Aernut Mik, o "La lengua materna", de Zineb Zedira, Chris Marcera explora en formato CD rom "Immemory", una suerte de museo imaginario en el que el espectador entra y juega con el caudal de la memoria del artista y la propia.
En todos los casos, se pone en juego lo que hace casi 50 años emergía apenas como una novedad en el campo de las artes visuales: la interrelación significativa de imagen en movimiento y sonido que hoy resulta tan natural.
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