miércoles, 21 de julio de 2010

Los caminos de la foto con los que empezó el mito del Che

El libro "Los fantasmas de Ñancahuazú" reúne investigación e interpretación sobre la conmovedora imagen del revolucionario muerto.

Por: Ezequiel Alemián

ESE CUERPO. Freddy Alborta, el autor de la foto, tenía otras ciento veinte imágenes del mismo día.

El 10 de octubre de 1967, una fotografía da la vuelta al mundo, conmoviendo a millones de personas: la del Che Guevara sobre una pileta de cemento, rodeado por militares y periodistas, muerto. Un oficial señala con el dedo el lugar del pecho por el que ha entrado la bala que acabó con su vida. El cuerpo del Che tiene la cabeza ligeramente levantada, los ojos abiertos, como si estuviese vivo y mirase algún punto en la lejanía, y los labios apenas arqueados en una enigmática sonrisa.

Leandro Katz, artista argentino que vivió varias décadas en los Estados Unidos, ha elaborado un libro, Los Fantasmas de Ñancahuazú , en el que se reconstruye la historia de esa foto y su largo recorrido simbólico.

Katz se puso a indagar sobre el tema a mediados de los '80, y se encontró con que la imagen no tenía firma de autor, porque había sido vendida a la agencia Reuters por un fotógrafo boliviano free lance por 75 dólares y "un apretón de manos". "Comencé a llamar a los diarios de La Paz hasta que finalmente alguien me pasó el teléfono del fotógrafo: se llamaba Freddy Alborta y estaba completamente olvidado. Y además de esa imagen del Che, tenía otras ciento veinte del mismo día", recuerda.

Viajó a La Paz para entrevistarlo, con la idea de hacer una "película-ensayo", pero por falta de financiamiento no pudo rodar hasta 1993. La espera la dedicó a expandir la investigación. Algunas de esos acercamientos se tradujeron en instalaciones que hizo en galerías y museos de los Estados Unidos: "Tania", "Loro", "Proyecto para El día que me quieras", "Mónica Ertl". Otra espera, entre el rodaje y el estreno, en 1997, sirvió para que la investigación enriqueciera el film (titulado El día que me quieras ), que se presentó por primera vez en Cuba y obtuvo varias distinciones internacionales.

Los Fantasmas de Ñancahuazú
es una suerte de trabajo de montaje, de reunión de fragmentos que van armando y desamando la figura del Che.

Incluye una decena de artículos, entrevistas y guiones, además de una abundante iconografía, partes de la investigación de Katz y un CD con la película. Entre los artículos hay uno de John Berger, que fue el primero en escribir sobre la foto, apenas la vio. En su texto, que se publica por primera vez en castellano, Berger resalta el parecido asombroso que tiene la imagen del Che muerto con la de las pinturas La lección de anatomía , de Rembrandt, y Cristo muerto , de Mantegna. "El objetivo de la foto fue dar testimonio del fin de una leyenda. Pero para muchos de los que la vieron, el efecto fue muy diferente", dice Berger.

En su artículo, Mariano Mestman (investigador del CONICET) rastrea algunos de los recorridos de la foto. Umberto Eco, recuerda, la analizó como una de las imágenes ejemplares de la época, y Susan Sontag indagó en ella su carácter "inolvidable": "el hecho de que esa imagen sea inolvidable indica su potencial para ser despolitizada , para transformarse en una imagen atemporal", escribió Sontag.

Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Carlos Alonso trabajaron sobre la foto de Alborta. Los artistas más "políticos" (León Ferrari, Ricardo Carpani, Roberto Jacoby), en cambio, optaron por trabajar sobre otra imagen del Che: la de la foto con la estrella de cinco puntas, que tomó Korda. Mestman recuerda el conflicto desatado entre Pino Solanas y el gobierno castrista, que no quería proyectar La hora de los hornos en la isla, porque sobre el final de la primera parte del film aparecía el cuerpo de Guevara.

Eduardo Grüner coincide en que con la foto de Alborta comienza, iconográficamente hablando, el mito Guevara , para luego analizar el trabajo de Katz sobre los detalles de la foto. Un antebrazo, por ejemplo, en un espacio del piso, detrás del cual Katz descubre, en una de las fotos no difundidas de Alborta, la existencia de los cuerpos de otros dos guerrilleros muertos .

En ese hallazgo, señaló Grüner en la presentación del libro, Katz desmonta el mito "malo" del hombre nuevo, excepcional, heroico, solo, subido a un pedestal y casi "crístico", para reconciliarlo con la generación de la que formó parte, como uno más.

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