miércoles, 21 de julio de 2010

El lenguaje corporal

ENTREVISTA: LINA MERUANE Y JAVIER GUERRERO

Los libros de la chilena Lina Meruane y el venezolano Javier Guerrero se relacionan por afinidades estéticas y por una visión sobre la enfermedad y el cuerpo en Latinoamérica.

Por: CRISTIAN M. PIAZZA

EJES. En Meruane, la crisis entre infancia y adolescencia; en Guerrero, una enfermedad familiar.

Cuando uno empieza a leer Balnearios de Etiopía del escritor venezolano Javier Guerrero, se ingresa a un lugar creado para la confusión. La novela es onírica hasta la saciedad. El protagonista sufre una enfermedad y tiene pesadillas constantes; la ciudad está en crisis ante una serie de plagas que la amenazan. Nada es normal desde el momento en que la enfermedad toma el control: "Las conversaciones triviales fueron canceladas de forma indefinida". Asimismo, Guerrero nos remite a la soledad del cuarto del enfermo, dentro de la casa hay un claustro que implica cierta frontera. Para el escritor venezolano es imposible huir de uno mismo. Un lugar metaforizado y desconocido para el protagonista de la novela. El lugar conocido se borra (Venezuela) y el no conocido se construye (Etiopía).

Las infantas fue el primer libro de la chilena Lina Meruane. Lo terminó de escribir en 1998 cuando aún vivía en Chile. Compuesto por 11 relatos es una historia seccionada en capítulos, intercalada entre los cuentos. Meruane retoma la tradición de crudeza de los cuentos infantiles orales. Restituye la violencia de sus orígenes antes de que Charles Perrault los suavizara. La historia de las infantas que huyen antes de que su padre las entregue como prendas en un juego de cartas es el tronco donde reposan las demás historias que componen el libro. Cuentos como "Reina de piques" y "Cuerpos de papel" manifiestan una atmósfera donde los sentidos y un erotismo inherente toman la posta.

¿Qué los motiva a escribir?

Lina Meruane: En el inicio no hubo esa pregunta. Creo que todos llevamos algo roto dentro y algunos tenemos la posibilidad de escribir esa rotura. Ni siquiera pienso que la escritura sea una reparación de esa rotura, es sencillamente un darle vueltas.
Javier Guerrero: Yo me reformularía la pregunta "¿por qué publico?" Desde niño leía y quería escribir sobre lo que leía. Hay una continuidad. ¿Por qué publicar? allí sí hay una decisión. Intervenir y decir algo en un momento, en el campo cultural.
En "Balnearios de Etiopía" hay una presencia de un lenguaje barroco. ¿Ese modo de emplear el lenguaje no es a veces una máscara?
JG: No es una elección. Tengo influencias de Sarduy que está entrelíneas en mi texto. Trabajo el lenguaje pero no en los códigos del barroco. Creo que las máscaras ocultan y dicen. También la literatura es forma; sabemos que forma y contenido son indisociables, pero lo que vemos es forma.
"Las infantas" tiene mucho de erotismo, de relación con el deseo. Hay un agregado sensorial bastante fuerte, ¿cómo lo presenta?
LM: Se lee como libro erótico pero nunca lo pensé como tal. Es un libro que investiga la crisis de la transición entre infancia y adultez, que para las mujeres culturalmente siempre significó el sexo. Me interesa mucho trabajar con los sentidos. A través de ellos se cuentan otros aspectos que en la palabra cruda y pura no se capturarían tan bien. Es una intención en mi obra y le da un volumen a los personajes.
En "Reina de piques" hay un punto de vista si se quiere inocente por parte del niño pero que narra un momento muy fuerte.
LM: A mí ese cuento me importó mucho porque me permitió articular toda la estructura del libro; esa relación entre la fantasía y la realidad, el saber y no saber que no son oposiciones exactas, hay una porosidad en medio. Me interesaba mucho deshacer la mirada sobre el niño como puramente inocente y víctima.
Guerrero, ¿cuál es su relación con la enfermedad?
JG: Narro desde una enfermedad familiar. Soy un sobreviviente de una enfermedad que ha atacado a más del 60% de mi familia cercana; es un territorio conocido, en el cual me es cómodo e incómodo a la vez. No creo que la literatura cure nada, en el peor de los casos enferma. No creo que tenga la posibilidad de reparar nada sino de seguir rompiendo.
Meruane, ¿ve la literatura también desde ese lugar?
LM: Más bien uno habla de la literatura que le interesa. No creo que toda la literatura se presente igual ni que todos los escritores deban tener esa posición. La que a mí me interesa es aquella que atestigua el quiebre, la crisis, imposibilidades, fracasos, fracturas.
¿Qué significa el personaje de la madre en "Balnearios de Etiopía"?
JG: Representa la casa. La madre como lugar de pertenencia. Quise insistir en esta obsesión por la madre y en la mutación de esta madre como en el lugar en el que es posible anclarse, mantenerse. Ella esta presente en casi todas las pesadillas del protagonista de la novela y es el lugar estable, lo más reconocible.
La enfermedad es un ente ajeno, misterioso. ¿Ese visitante que se instala y cambia las reglas de juego tiene que ver con ese mal latinoamericano de culpar siempre al otro?
JG: La analogía que haces de enfermedad y política se ha hecho también del enfermo, del mal que se apodera. Pero la enfermedad también funciona como resistencia. Traté de insistir en la metáfora que implicaba una cosa externa, extranjera, pero al mismo tiempo permite construir.
LM: Llevado a un extremo más radical uno podría decir que la enfermedad es el estado natural, que la salud es sólo el deseo. Ese estado de constante caos es el que nos hace seguir trabajando para salir de él. Siempre estamos en caos, sobreviviendo. Esa es la historia de Latinoamérica también.
¿Cuál es la visión de los personajes con respecto a Dios?
LM: A pesar de que exista Dios está todo permitido. Me interesa la trasgresión. Creer y estar en pugna. En mi libro está la figura del Padre y del Rey, que es la figura del poder. Para las infantas esa figura es la que hay que desmontar.
–JG: En mis personajes hay una ausencia de Dios. En todo caso, la madre está ocupando ese lugar. Lo que quise plantear fue que hasta en las figuras más ateas, hay figuras omnipresentes a los que se las teme y obedece.
¿Cómo cree que va a ser recibido su discurso sexualmente explícito y gay dentro de la actual narrativa latinoamericana?
JG: Es una gran pregunta que yo tengo. Espero que no se ignore. Sería lo peor que podría pasar, que se haga invisible mi voz. Me interesa la posibilidad de incomodar pero no como un enfant terrible . La capacidad ofensiva de otras sexualidades me parece productiva. Al ofender, una serie de reglas sexuales se están poniendo en duda. Me gusta que dé vergüenza.
¿Cuán conscientes fueron del uso de la técnica narrativa?
JG: La novela cambió a lo largo de la escritura y yo me resistía quizás por venir del mundo académico; quise dejarme llevar, que los personajes se apoderaran de la historia. Trabajé más con el exceso y con la pérdida del control. No quiero que el lector tenga una ruta de lectura, no quiero develar los artificios. Hay una tendencia académica en mí que es lo opuesto.
LM: Tengo mucho interés en lo técnico y allí es donde se resuelven las ideas. Vengo originalmente del periodismo. Si no está resuelto lo técnico, la novela no se sostiene por más interesante que sea. En "Las Infantas" lo técnico fue trabajar la ambigüedad desde la precisión y la forma en el cual los dos niveles de la narración dialogan entre sí pero sin ser esto tan obvio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario