sábado, 27 de febrero de 2010
Metamorfosis del libro
La Feria del Libro de Buenos Aires se ha convertido, en sus 35 años de historia, en una fiesta colectiva. A partir de su lema, "Pensar con libros", Ñ se propone reflexionar sobre los cambios tecnológicos que transforman el mundo de la edición y hasta el concepto mismo de libro. Símbolo de la cultura a través de los siglos, sus modificaciones y nuevos soportes parecen prefigurar formas diferentes y novedosas de leer y, en consecuencia, de pensar.
Por: Alejandra R. Ballester Y Jorgelina Nuñez
El presente número de Ñ se propone reflexionar sobre el libro y sus mutaciones contemporáneas, y también sobre la forma en que éste se ha relacionado históricamente con el pensamiento. ¿Cambiarán los nuevos soportes la manera de leer y por lo tanto, de pensar?
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Cuando Gregorio Samsa se despertó no se detuvo a pensar de qué manera, a través de qué mutaciones, había devenido en insecto. Su preocupación inmediata fue cómo haría para ir a trabajar ese día. Podemos sospechar que en ese salto narrativo reside algo de lo que reconocemos como kafkiano. Si de metamorfosis se trata, las sucedidas en la cultura desde el advenimiento de Internet todavía mueven velozmente sus infinitas patas y generan euforia, escozor, extrañamiento... Los cambios son mucho más rápidos que nuestra posibilidad de pensarlos, tanto que los intentos de reflexión sobre las nuevas tecnologías se tiñen de futurología y suman coros de apocalípticos e integrados. Vivimos con la sensación de correr siempre varios pasos detrás de los acontecimientos y de la posibilidad de reaccionar ante ellos. Paul Virilio hablaba de la hipervelocidad de la información como de una "lógica de las carreras", una lógica que está llegando al mundo del libro en forma de bibliotecas digitales, e-books, librerías virtuales.
¿Qué mejor oportunidad que la nueva edición de la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, cuyo lema es "Pensar con libros" para reflexionar sobre estos temas sin prejuicios ni visiones apocalípticas?
El presente número de Ñ se propone reflexionar sobre el libro y sus mutaciones contemporáneas, y también sobre la forma en que éste se ha relacionado históricamente con el pensamiento. ¿Cambiarán los nuevos soportes la manera de leer y por lo tanto, de pensar? "Desde tiempo inmemorial el libro ha sido visto como la quintaesencia del testigo cultural, el condensado por excelencia del pensamiento de los individuos y las sociedades que nos precedieron", sostiene Christian Vandenthorpe en su investigación Del papiro al hipertexto. Y afirma categóricamente que bajo la forma electrónica, que permite la manipulación y el copy paste, el valor del libro se trivializa.
Las ediciones digitales y su comercialización son temas del 4° Seminario Internacional de Editores en esta Feria. Así llegan los ecos del mundo y sus nuevos protagonistas, de la mano de innovaciones –como el Kindle 2, el nuevo lector de Amazon– que promueven la aparición de colecciones digitales como la inaugurada por Carmen Balcells, concebidas con un criterio que, de prosperar, modificará profundamente el oficio de editores y libreros.
El antiguo proyecto de biblioteca universal –aquella que habría de concentrar el conocimiento del mundo y que en 332 aC inspiró la creación de la biblioteca de Alejandría– reaparece hoy impulsado por Google, una empresa de Internet. Todos los volúmenes del mundo podrían estar, en pocos años, al alcance de un click. Si hubo un tiempo en que los barcos que anclaban en el puerto de aquella ciudad de Egipto eran obligados por ley a dar a copiar sus papiros para aumentar el acervo de la antigua biblioteca, el buscador ya lleva digitalizados 7, 5 millones de títulos de las bibliotecas estadounidenses, sin permiso. "Google puede hacer que el sueño de la Ilustración (una República de las letras sin fronteras) se haga realidad. ¿Pero lo hará? Los filósofos del siglo XVIII veían el monopolio como el principal obstáculo para la difusión del conocimiento", alerta Robert Darnton, de la Universidad de Harvard, en un artículo reciente.
Pero por otra parte, ¿cómo no fascinarse ante el acceso rápido de lectores e investigadores a infinidad de textos? Muchos escritores aplauden la posibilidad de que las lecturas de sus libros se multipliquen en las más distantes regiones, a través de Internet. Parece probado, incluso, que la posibilidad de lectura en la web favorece la venta de libros y no a la inversa. Una encuesta reciente de Ñ digital dio mayoría de respuestas a favor de la iniciativa del buscador, frente a los que defienden las leyes del copyright.
Sin embargo, más allá de pantallas y mundos virtuales, cada vez que la Feria acontece, un fenómeno peculiar cobra vida. Algo que no es del orden del futuro sino del presente, o mejor, de la presencia. Un fenómeno que habla de la necesidad de encontrarse, de encontrarnos todos en un ámbito común para hacer lo que nos gusta: mirar y tocar libros, elegirlos, asistir a charlas, tomar contacto con los escritores, sentirnos partícipes de eso que llamamos cultura, cualquiera sea la definición que cada uno le otorgue a esa palabra.
En ese espacio, el libro adquiere un valor que trasciende los aspectos materiales y su condición de objeto de mercado, un valor que tiene en cuenta su carácter simbólico, cuyas transformaciones, aunque probables, son difíciles de definir.
Los grandes cambios, como el que ahora atraviesa el mundo del libro, comportan para muchos una amenaza, que no necesariamente se resuelve en pérdidas absolutas.
Avatares de la letra
El primero en desconfiar fue Platón quien no tardó en denunciar que la aparición de la escritura amenazaba el pensamiento. Si se aceptaba que éste se depositara en las palabras escritas ¿no se estaría socavando las virtudes de la memoria? ¿Y a dónde irían a parar la dialéctica, el diálogo productivo, el pensamiento que se despliega en el movimiento de la argumentación? Categóricamente, habría que haber condenado la escritura por muda y por estática. Según esa perspectiva, el pensamiento, en el siglo IV aC, ya estaba en extinción.
¿Y esa otra escena ante la que San Agustín queda perplejo, la de un hombre leyendo no en voz alta, como era lo usual, sino de manera silenciosa? ¿Acaso no prenunciaba esa intimidad la derrota del pensamiento y la discusión colectivos a favor de la más abyecta individualidad?
El diabólico invento de Gutenberg vendría más tarde a reforzar esa tendencia cuya consecuencia más directa habría de ser la abolición de la retórica, ese dibujo discursivo capaz de convencernos con palabras de que lo verosímil puede no ser verdadero y de que una astuta argumentación resulta más convincente que una prueba a ojos vista.
La puesta en escena en clave paródica de cada uno de estos momentos intenta advertir sobre catástrofes de la cultura o pretendidos retrocesos de la humanidad que han sido amargamente denunciados y cuyo recuerdo provoca hoy una sonrisa condescendiente. Y vienen a cuento ante la tan mentada muerte del libro a manos de su enemigo letal: el universo digital.
El artículo que abre este informe (p.10-11) pertenece a Alejandro Piscitelli, un estudioso del impacto que las nuevas tecnologías tienen sobre la sociedad y la educación. Se trata de un recorrido por los conceptos que nos permiten pensar la reciente cultura participativa inaugurada por la web 2.0, con el sello particular del trabajo/juego/invención de los lectores. Antes que hablar de muerte de la lectura, el autor prefiere pensar en su reinvención, a partir de un sistema de lectoescritura multimedial más democrático y masivo, en donde las imágenes, los sonidos, los objetos y su posibilidad de manipulación permiten desarrollar nuevos lenguajes y, por lo tanto, un pensamiento con características diferentes.
La nota de Piscitelli dialoga con la de Gloria Pampillo (p. 20-21) en la medida en que también ella historiza los avatares del pensamiento y concluye que más allá de los soportes que sostengan la lectura –de los cuales el libro tal como lo conocemos es apenas uno–, lo que importa son las complejas operaciones según las cuales, a medida que avanza en el texto, el lector se convierte en su coautor, es decir, le imprime una orientación y un significado de los que carece antes de ser leído.
El desarrollo de los nuevos modelos de e-book (el Kindle de Amazon y el Sony Reader), cuyas características acompañan la infografía de p.17 representan el desafío más concreto a los libros en papel. Robert Baensch, especialista en edición digital, fue entrevistado por Ñ y habla de los cambios que las nuevas tecnologías suponen para el mundo de la edición y su comercialización (p.17 y 18).
¿Será lo mismo leer en un dispositivo digital que en nuestros viejos volúmenes de papel? La pregunta disparó la idea de proponerle a un lector apasionado y escritor notable, como lo es Eduardo Belgrano Rawson, que narrara la experiencia de usar un e-book. El resultado es una crónica deliciosa y llena de humor (p.12 y 13) que nos devuelve a nuestra modesta realidad de subdesarrollo.
No es menor el lugar que los blogs de escritores tienen, en los últimos años, en la difusión y circulación de literatura. Por ese motivo, el nuevo espacio que tiene la poesía en Internet es analizado en profundidad por Santiago Llach (p.18). En la página que le sigue, el escritor Daniel Link habla sobre su propia experiencia como administrador de un blog que ya lleva más de un millón de visitas y al que utiliza, según sus palabras, como bitácora de escritura.
Ubicuo, infinito, garante del sentido son las características de esta divinidad tecnológica último modelo que representa el buscador Google y a cuya comparación con los dioses recurre Jorge Carrión en la p.15. En la que la precede, una entrevista con el representante de la empresa en la Argentina profundiza en su controvertido proyecto de convertirse en la nueva biblioteca de Babel mediante la digitalización de la totalidad de los libros. Una iniciativa altamente cuestionada que aquí se analiza en detalle.
Más cauto frente a la radicalización de las transformaciones, el filósofo y escritor Fernando Savater –invitado nuevamente en la Feria de este año– le responde a Ñ sobre la relación entre los libros y el pensamiento (p.22). En el mismo sentido, se les pidió a seis escritores y artistas que contaran cuáles libros fueron los determinantes a la hora de cambiar su manera de pensar (p.24-25).
El educador Francesco Tonucci, también invitado a la Feria, analiza la relación de los niños con los libros y se pregunta si frente a la pantalla será posible experimentar la emoción de leer. Crear un clima cultural deberá ser la función de la escuela, ya que la información llegará a través de la televisión e Internet. Cierra este informe, ya que de ferias se trata, un artículo sobre el estado actual de los proyectos relativos a la presencia de la Argentina como invitada especial de la Feria de Frankfurt 2010.
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