viernes, 30 de diciembre de 2011

REFLEXIONES DE UN ARTISTA


Wassily Kandinsky

"Toda obra de arte es hija de su tiempo, muchas veces es madre de nuestros sentimientos.

De la misma forma, cada período de la cultura produce un arte propio que no puede repetirse. El intento de revivir principios artísticos pasados puede producir, a lo sumo, obras de arte que son como un niño muerto antes de nacer. Por ejemplo, no podemos en absoluto sentir y vivir interiormente como los antiguos griegos. Los esfuerzos por poner en práctica los principios griegos de la escultura, por ejemplo, solamente crearán formas parecidas a las griegas, pero la obra quedará inanimada para siempre. Una imitación semejante se parece a las imitaciones de un mono. Exteriormente los movimientos del mono son idénticos a los humanos. El mono se sienta y sostiene un libro ante los ojos, lo hojea y adopta un aire de gravedad, pero el sentido interior de estos movimientos falta completamente.

Existe, sin embargo, otra semejanza externa de las formas artísticas que se basa en una gran necesidad. La semejanza de las aspiraciones espirituales en todo el medio moral-espiritual, la aspiración hacia metas que, perseguidas, fueron más tarde olvidadas; es decir, la semejanza del sentir íntimo de todo un período puede conducir lógicamente a la utilización de formas que, en un período pasado, sirvieron eficazmente a las mismas tendencias. Así surgió en parte nuestra simpatía, nuestra comprensión, nuestro parentesco espiritual con los primitivos. Al igual que nosotros, estos artistas puros intentaron reflejar en sus obras solamente lo esencial; la renuncia a la contingencia externa surgió por sí misma.

Este importante punto de contacto espiritual no es, a pesar de todo su valor, más que un punto. Nuestra alma, que después de un largo período materialista se encuentra aún en los comienzos del despertar, contiene gérmenes de la desesperación, de la falta de fe, de la falta de meta y de sentido. Todavía no ha pasado toda la pesadilla de las ideas materialistas que convirtieron la vida del universo en un penoso juego sin sentido. El alma que despierta se halla aún bajo la impresión de esta pesadilla. Sólo una débil luz alborea como un puntito único en un enorme círculo negro. Esta débil luz sólo es un presentimiento que el alma no se atreve a ver, dudando si la luz será un sueño y el círculo negro la realidad. Esta duda y los sufrimientos aún vigentes de la filosofía materialista diferencian nuestra alma de la de los «primitivos». Nuestra alma tiene una grieta que, cuando se consigue tocarla, suena como un valioso jarrón resquebrajado y reencontrado en las profundidades de la tierra. Por eso la tendencia a lo primitivo, como hoy la vivimos, francamente tomada de prestado, será de breve duración.

Estos dos tipos de semejanza entre el arte nuevo y las formas de períodos pasados son diametralmente diferentes. El primero es externo y por eso no tiene futuro. El segundo es espiritual y por eso contiene el germen del futuro. Después del período de la tentación materialista, en la que aparentemente sucumbió, y que sin embargo, rechaza como una mala tentación, el alma se eleva refinada por la lucha y el sufrimiento. Los sentimientos más toscos como el miedo, la alegría, la tristeza, etc., que podrían servir en este período de tentación como contenido del arte, atraerán poco al artista. Éste intentará despertar sentimientos más sutiles que actualmente no tienen nombre. El artista vive una vida compleja, sutil, y la obra nacida de él provocará necesariamente en el espectador capaz de sentirla, emociones más matizadas que nuestras palabras no pueden expresar.

Hoy el espectador raramente es capaz de tales vibraciones. Busca en la obra de arte una pura imitación de la naturaleza que sirva a fines prácticos (el retrato de su acepción corriente, etc.) o una imitación de la naturaleza que contenga una cierta interpretación (pintura «impresionista»), o, finalmente, «estados de ánimo disfrazados de formas naturales (lo que se llama emoción)».’ Todas estas formas, cuando son verdaderamente artísticas, cumplen su finalidad y son (también en el primer caso) alimento espiritual, especialmente en el tercer caso, en el que el espectador encuentra una consonancia con su alma. Naturalmente tal con-sonancia (o re-sonancia) no se queda en la superficie: el estado de ánimo de la obra puede profundizarse y transfigurar el estado de ánimo del espectador. En todo caso, obras como éstas evitan que el alma se envilezca y la mantienen en un determinado tono, como el diapasón a las cuerdas del instrumento. Sin embargo, la depuración y la extensión de este tono en tiempo y espacio son unilaterales y no agotan todo el efecto posible del arte.

Un edificio grande, muy grande, pequeño o mediano, dividido en diversas salas. Las paredes de las salas llenas de lienzos pequeños, grandes, medianos. A veces miles de lienzos que reproducen por medio del color trozos de «naturaleza»: animales en luz y sombra, bebiendo agua, junto al agua, tumbados en la hierba; junto a ellos una crucifixión hecha por un artista que no cree en Cristo; flores, figuras sentadas, andando, de pie, a veces desnudas, muchas mujeres desnudas (algunas vistas en perspectiva desde atrás); manzanas y bandejas de plata, retrato del Consejero N; anochecer; dama en rosa; patos volando; retrato de la baronesa X; gansos volando; dama en blanco, terneras en la sombra con manchas de sol amarillas, retrato de su excelencia el señor Y; dama en verde. Todos estos datos están impresos en un libro: ios nombres de los artistas, los nombres de los cuadros. Las personas llevan estos libros en la mano y van de un lienzo a otro, los miran y leen los nombres. Luego se marchan, tan pobres o tan ricas como entraron, y son absorbidas inmediatamente por sus intereses, que no tienen nada que ver con el arte. ¿Por qué vinieron? Cada cuadro encierra misteriosamente toda una vida, toda una vida con muchos sufrimientos, dudas, horas de entusíasmo y de luz.

¿Hacia dónde se dirige esta vida? ¿Hacia dónde dama el alma del artista, si también participó en la creación? ¿Qué proclama? «Enviar luz a las profundidades del corazón humano es la misión del artista», dice Schumann. «El pintor es un hombre que lo sabe dibujar y pintar todo», dice Tolstoi. De estas dos definiciones de la actividad del artista escogemos la segunda, si pensamos en la exposición descrita anteriormente: con mayor o menos habilidad, virtuosismo y brío, aparecen sobre el lienzo objetos relacionados entre sí por medio de «pintura» más tosca o más fina. La armonización del todo sobre el lienzo es el camino que lleva a la obra de arte. Esta es contemplada con ojos fríos y espíritu indiferente. Los expertos admiran la «factura» (así como se admira a un equilibrista), paladean la «pintura» (como se paladea una empanada).

Las almas hambrientas se van hambrientas.

La gran masa pasea por las salas y encuentra los lienzos «bonitos» y «grandiosos». El hombre que podría decir algo al hombre no ha dicho nada, y el que podría oír no ha oído nada.

Este estado del arte se llama ¡‘art pour ¡‘art.

La destrucción de los sonidos internos, que son la vida de los colores, la dispersión de las fuerzas del artista en el vacío, es «el arte por el arte».

A cambio de su habilidad, fuerza inventiva y emotiva, el artista busca la recompensa material. La satisfacción de su ambición y codicia se convierte en su meta. En lugar de un trabajo profundo y solidario de los artistas, surge la lucha por estos bienes. Todos se quejan de la excesiva competencia y la excesiva producción. Odio, partidismo, camarillas, celos, intrigas, son la consecuencia de este arte materialista despojado de sentido.

El espectador se aparta tranquilamente del artista, que no ve la finalidad de su vida en un arte sin metas sino que persigue objetivos más altos.

«Comprender» es formar y atraer al espectador al punto de vista del artista. Antes dijimos que el arte es hijo de su tiempo. Tal arte sólo pue2 Las pocas excepciones que conocemos no contradicen este cuadro presimista y fatal; es más, dichas excepciones están constituidas principalmente por artistas cuyo credo es el arte por el arte. Sirven también a un ideal elevado que es, en conjunto, una dispersión inútil de sus fuerzas. La belleza exterior es uno de los elementos que forman la atmósfera espiritual. No obstante, aparte de su aspecto positivo (lo bello = lo bueno), este elemento tiene la carencia de que no agota el talento (en el sentido evangélico de este término). de repetir artísticamente lo que ya satura claramente la atmósfera del momento. Este arte, que no encierra ninguna potencia del futuro, que es sólo un hijo del tiempo y nunca crecerá hasta ser engendrador del futuro, es un arte castrado. Tiene poca duración y muere moralmente en el momento en que desaparece la atmósfera que lo ha creado.

El otro arte, capaz de evolución, radica también en su período espiritual, pero no sólo es eco y espejo de él sino que posee una fuerza profética vivificadora, que puede actuar amplia y profundamente.

La vida espiritual, a la que también pertenece el arte y de la que el arte es uno de sus más poderosos agentes, es un movimiento complejo pero determinado, traducible a términos simples, que conduce hacia adelante y hacia arriba. Este movimiento es el del conocimiento. Puede adoptar diversas formas, pero en el fondo conserva siempre el mismo sentido interior, el mismo fin.

Las razones por las que todo movimiento progresivo y ascendente tenga que realizarse «con el sudor de la frente», a través de sufrimientos, malos momentos y penas, son oscuras. Cuando se ha alcanzado una etapa y se ha apartado más de un pedrusco del camino, una perversa mano invisible lanza sobre él nuevos bloques que parecen cerrarlo y borrarlo por completo.

Entonces surge inevitablemente un hombre en todo semejante a nosotros, pero que lleva dentro una fuerza «visionaria» y misteriosa.

Él ve y enseña. A veces quisiera liberarse de ese don superior que a menudo es una pesada cruz. Pero no puede. Acompañado de burlas y odios, arrastra hacia adelante y cuesta arriba el pesado y obstinado carro de la Humanidad que no se atasca entre las piedras.

A menudo, cuando ya no queda nada de su yo físico en la tierra, se emplean todos los medios para reproducirlo en mármol, hierro, bronce, piedra. Como si importara algo el cuerpo de estos servidores del hombre, y mártires casi divinos, que despreciaron lo físico y sólo sirvieron al espíritu. El recurso del mármol demuestra que una gran cantidad de seres han alcanzado por fin la posición que en su día ocupara el ahora homenajeado."

Fuente:
Kandinsky, Vasili: De lo espiritual en el arte.- Ed. Paidós, Buenos Aires, 2003.

La obra de arte, materialidad, estética y significación. El ejemplo del Guernica.

El 26 de abril de 1937, la pequeña ciudad vasca de Gernika es bombardeada por la legión alemana “cóndor” bajo la incitación de Franco. Durante tres horas los aviones de guerra van a destruir este símbolo de la cultura vasca y hacer de ese día un fuerte ejemplo de la destrucción voluntaria y masiva de una población civil con el objetivo de someter a los españoles al mandato del tirano. Este episodio de guerra, aunque históricamente muy importante, quizás no habría tenido la fuerza emblemática que adquirió a través de las ultimas décadas sin el cuadro critico que realizo Pablo Picasso en homenaje a las victimas del bombardeo.
Hoy en día el Guernica de Picasso, expuesto en el museo madrileño de la Reina Sofía, no es considerado puramente como obra de arte sino también como soporte simbólico de referencias históricas, políticas, sociales, plásticas y visuales. Realizar una investigación en torno al sentido que tiene el Guernica implica enfrentarse a una gran variedad de culturas, de personas y de personalidades además de abrir una reflexión que extienda poco a poco los límites disciplinarios entre historia del arte, psicología, sociología y antropología.
De aquí surge la conclusión contradictoria de que el arte (y más precisamente el arte pictórico), aunque visto como muy alejado a la vida cotidiana del individuo, es una fuente de referencias fundamentales para la construcción de la identidad a nivel tanto personal como colectivo.

Del hombre y del arte: omnipresencia y evolución.

Es capital pensar el arte como un elemento primordial de las sociedades humanas.
Desde los orígenes de la humanidad, o sea desde que el Homo Sapiens reemplazó al Hombre de Neandertal, el arte llegó a ser un componente esencial de la producción manufacturada del hombre. Al principio esa producción es colectiva y organizada, generalmente anónima, y tiene una función religiosa o política. A partir de la Antigua Edad Griega surgen estilos personales pero todavía bajo cánones representativos tradicionales y aparecen las primeras disciplinas definidas como “artes liberales” (gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, música, y astronomía). Con el desarrollo del cristianismo el arte se hace fundamentalmente religioso y las artes “menores” (cerámica, tapicería, ebanistería, etc.…) son relegadas a nivel de artesanía. Con el Renacimiento florecen artistas reconocidos por su talento individual pero el arte es todavía limitado a un uso político o religioso.
Entre el siglo XVII y XVIII se desarrollan academias de pintura y reflexiones teóricas en torno a las Bellas Artes ya consideradas a la vez como «motor del progreso de la sociedad» y reconocidas como soporte de placer estético. Con esas nuevas dimensiones dadas al arte, se forman poco a poco colecciones privadas que llevarán al desarrollo del museo con su vocación de preservación y de presentación de las obras.
A partir del siglo XIX, la concepción del arte se modifica y las obras pierden su valor de « uso » al beneficio de su valor de « intercambio »; es el nacimiento del mercado de arte y de la evolución del estatuto del artista más libre en su trabajo personal pero aún dependiente del gusto y las criticas del público.
El siglo XX por el contrario será un siglo de ruptura plástica donde por primera vez los artistas ya no aspiran a ser representativos de su época sino a traducir la evolución del mundo con anticipación.
La mirada del público hacia las obras también tuvo que adaptarse a esta nueva dimensión del arte y al igual que el trabajo de los artistas se hizo más “liberal”, la percepción de los espectadores se vuelve esencialmente subjetiva y personal aunque determinada por el entorno y el contexto social en el cual viven. El interés, el gusto o la apropiación personal que se hace de una obra dependen entonces completamente del sentido que adquiere a nivel cultural (individual y colectivo) y del papel que tiene en la vida de cada uno [1].

De la obra “objeto” a la obra “sentido”:

Esa visión sobre el arte, considerado fuera de una concepción puramente “estética” de las obras, nos permite regresar al sentido inicial y al papel que el arte tiene en las sociedades humanas. Como lo dijimos las obras tuvieron a lo largo de los siglos una función religiosa o política muy fuerte. Además si consideramos la etimología de la palabra “arte”, así como las fronteras delgadas que existen entre arte y artesanía, debemos regresar a la relación primordial que une al hombre con las obras y que viene de la naturaleza misma de ellas.
Por evolución de su práctica como de su recepción y por la proyección seductora de que una producción humana puede adquirir un valor sagrado, el arte tomo poco a poco una dimensión mágico-estética que hizo perder de vista lo que es en realidad: un artefacto producido por la mano de un hombre según diversos contextos personales y sociales.
En esa perspectiva es fundamental repensar las obras como “objetos”, no por despreciarlas y disminuir su potencial estético sino al contrario para abrir un nuevo interés hacia esas producciones y no convertirlas en puros objetos de decoración.Antetodo, no debemos olvidar que la noción de “arte” siempre fue asociada a la noción de “técnica”. El termino latín “ars” es en sí una traducción del término griego “techné” (τεχνη) que significa a la vez arte, habilidad, oficio, conocimiento técnico, método o ardid.
Para Francastel esa relación es incontestable y la oposición común que se hace entre el arte y la técnica es falsa en la idea de que el arte mismo es «inseparable de una cierta tecnicidad, tanto al nivel de la practica manual que al nivel de la organización intelectual que dirige el artista hacia la creación de sistemas figurativos […] susceptible de ser transmitida». [2] Lo que diferencia los dos términos más bien es el objetivo que acordamos al objeto producido según la idea de “imitar” (lo que conduce a la producción técnica y repetitiva) o de “inventar” (lo que conduce a una producción artística y única). A ese nivel tocamos entonces a la especificidad de las obras de arte. La producción artística en si, y sobretodo las reflexiones teóricas que se desarrollaron en conjunto a ella, hicieron que las obras consiguieran una autonomía a la cual no puede pretender la técnica. Esa autonomía misma condujo a las obras a alcanzar, a través de sus formas imaginarias y de su carácter único, una finalidad más compleja, a la vez estética, sagrada y emocional.
Las obras de arte pasan así de ser “objeto producidos” a un nivel estrictamente técnico para ser “objetos compuestos” según la voluntad, la habilidad y las reflexiones de un “artista-creador”. Mientras crea, el artista realiza en formas concretas un producto único a través de una actividad material e intelectual propia que “materializa” las percepciones que tiene de su entorno y de las actividades imaginarias del grupo social en el cual vive.
Sin embargo el producto que sale de esta creación todavía no es una obra de arte sino una pintura, escultura, grabado o música. Aunque el artista tiene la pretensión de “hacer arte” esa dimensión no puede ser lograda por su voluntad propia.
Ese “objeto”, una vez producido ya le escapa, primero porque la casualidad es un factor capital de la creación artística pero también porque la obra nace no tanto en su realidad material, sino en los niveles de comunicación que crea y en las nuevas potencialidades de expresión que permite. En realidad « el valor de la obra de arte no se inscribe mas que en el ojo de la persona que la ve » [3] porque « la pintura no transmite un sentido fijo sino encuentra su sentido mismo a través del “mirador” según como es » [4].

Obras, Museos y públicos:

Esa constatación implica entonces que una obra de arte es un objeto que tiene como condición el ser visto y como vocación la de ser compartido. Eso nos lleva a otra particularidad que caracteriza hoy en día nuestra relación con las obras : las condiciones bajo las cuales se presentan a nuestros ojos, ósea los modos de exposición que las acompañan y de manera mas concreta el lugar del museo como lugar de exhibición privilegiado.
No es cuestión de magnificar el papel del museo en la presentación de las obras. Hoy en día hay muchas maneras y varios lugares para enfrentarse al arte (de la calle a la computadora) pero el museo queda como el único lugar creado y dedicado únicamente a esa función. Además de ser un espacio que permite la reunión de obras de varias épocas, también les da un carácter intemporal y una dimensión decididamente artística.
Reflexionar sobre la noción de exposición y el lugar del museo nos lleva a considerar al ‘mirador’ de las obras bajo el término de ‘publico’. Sin embargo, el término general de público tampoco nos debe conducir a simplificar la realidad de la confrontación al arte. No existe “un” público del arte y es peligroso reducir los espectadores a categorías socioculturales, económicas, de género o de edad.
Como lo dijimos el sentido dado a la obra nace del ojo del espectador, y esa mirada que lleva sobre las obras debe ser concebida en su dimensión subjetiva de análisis de la realidad según el contexto (social, político, histórico, personal…) que acompaña su recepción. Para la historiadora estadounidense Janet Staiger esos contextos son determinantes cuando nos enfrentemos al arte porque es « cuando las obras impresionan de algún modo a los públicos que ellos pueden reaccionar. No es solo el estatuto de la obra que cuenta, también es su contenido y la manera con la cual ese actúa sobre las costumbres, los valores y las identidades de los públicos [y permite que] en un contexto dado los actores sociales se reapropian los objetivos de una obra. » [5]
Esa visión del público implica entonces una doble dimensión “activa” de los espectadores sobre la obras, en su manera de considerarlas y apropiárselas, y de las obras sobre las percepciones, sensaciones y concepciones, así que potencialmente sobre las acciones, de esos espectadores
[6].

El Guernica, recepción y apropiación.

El Guernica de Picasso es un ejemplo perfecto de una obra “simbólica” que marca esa doble dimensión. Suele ser a la vez una cuadro fundamental a nivel plástico y estético, un soporte particular de referencias históricas y políticas, así como una base de transmisión cultural y de construcción de identidad.
Lo interesante cuando uno se enfrenta al “publico” del Guernica reside en la manera con la cual cada uno de los visitantes del museo va ocupar una u otra de esas posibles relaciones con la obra para apropiársela según su propia historia. Sus comportamientos en frente del cuadro o los discursos que tienen son cada vez reacciones individuales que revelan el papel que tiene la obra en un contexto sociocultural dado.
A este nivel podemos ver que en realidad la cuestión de edad no es muy reveladora porque la fuerza simbólica que lleva la obra se ve transmitida a lo largo de las generaciones.
Para una mujer italiana de 85 años [7] este cuadro representa “la importancia de toda una vida”. Es un símbolo fuerte, pero a la vez incomoda porque su existencia y su presencia no permiten olvidar momentos trágicos de su historia personal. Por su edad se puede imaginar sin dificultad su juventud entre la doble guerra, la subida del fascismo y el enfrentamiento con una historia política “culpable” donde Italia, a través de Mussolini y las relaciones estrechas que tenia con Hitler y Franco, participo directamente en acciones como el bombardeo de Gernika.
Si ella lleva esos eventos como parte de su vida personal, ¿que hay de este habitante de Gernika que nació al final de la guerra de España? Pues sabemos que uno se construye a partir del contexto social en el cual crece. Probablemente sus padres le transmitieron de manera indirecta una visión del cuadro como una imagen que “representa todo lo que es la historia y la identidad vasca” y en particular la lucha en contra de la dictadura cuando le relataron el evento y sus acciones personales en contra del fascismo.
Mas impactante todavía es la reacción de una chica de 20 años que se puso delante de la obra para contar que « ese cuadro es una representación de [su] historia, la del cruel bombardeo de Gernika un lunes de feria » y que delante de esta pintura lo que siente es « dolor, pena, tristeza, impotencia, e incomprensión [que se] siente humillada, destrozada, atacada, arrasada, mutilada [y que oye] los gritos, las bombas que caen, que [ve] los escombros, las casas destruidas y los cuerpos en la calle.»
¿De donde pueden salir tantos detalles del evento en los ojos y los recuerdos de una chica que nació más de 40 años después del ataque? ¿Y como un objeto como este cuadro, solamente hecho de madera, tela y pintura puede volverse un referente histórico y cultural tan esencial de una comunidad como los vascos?
La respuesta vendrá de otra chica, en apariencia la más ajena en edad, cultura y ubicación geográfica a dicho evento. Tenia apenas 19 años y era japonesa. Delante del cuadro contestó a las preguntas de manera bastante reservada pero con una cierta emoción hasta que le fue imposible expresar lo que sentía en frente de la obra. Cuando se le propuso escribirlo en su propio idioma para no limitarse por el uso del español, ella contestó que “no [podía] encontrar palabras para expresar, que todo lo que [sentía] era como un grito amargo, entre ira y tristeza”.
Esta respuesta, la reflexión dada por una de los vigilantes del museo y las manifestaciones que se levantaron en todo el mundo en contra de la intervención del ejército estadounidense por la guerra en Irak, permiten entender lo que realmente ocurre cuando uno se enfrenta al Guernica. Ya no se trata de una simple pintura, ni siquiera de una obra fundamental de la historia del arte del siglo XX. Tampoco se limita a ser un símbolo de la historia Vasca. El Guernica se ha convertido ya en un símbolo, casi universal, de la contestación pacifista en contra del uso de la violencia militar sobre poblaciones civiles, y hasta de la violencia en general. Los vascos lo ven como un elemento capital de la lucha por su independencia y un elemento fundamental de su cultura. Los japoneses como la única imagen capaz de reflejar el trauma del bombardeo de Nagasaki e Hiroshima, y en muchas otras partes del mundo se volvió símbolo, incondicional y perturbador, de la injusticia y de la aberración que representa la guerra.
Más fuerte todavía, el lenguaje plástico de Picasso y la fuerza pictórica transmitida en la obra es tal que cuando se llegó a encontrar una persona que no conocía el cuadro, ni su historia, la pudo “leer” y percibir a la vez la tristeza y el miedo que el pintor quería transmitir a través de su pintura.Con el ejemplo del Guernica vemos así las potencialidades que puede tener una obra de arte en la transmisión de emociones, de discursos sociales o políticos, de historias personales o colectivas; su papel en la construcción de la identidad y de la cultura; e incluso el uso moderno que se hace de su “imagen” a nivel estético, socio-político o económico (con el uso comercial que puede acompañar la venta de una obra o de productos derivados).
Una obra, por naturaleza, es un objeto fundamental de la producción humana que reúne dimensiones materiales, intelectuales y mágicas. Tiene a la vez una existencia concreta por su materialidad a la vez de una existencia abstracta por la percepción y la apropiación que cada persona que la ve o que sabe de ella proyecta.
En nuestras sociedades tenemos una visión un poco hastiada del arte a veces considerado como anacrónico o demasiado alejado de nuestras preocupaciones cotidianas, pero no debemos olvidar este potencial que tienen las obras y esa relación incondicional que el hombre siempre tuvo con el arte.

Notas:

1. Bertrand PREVOST, « Pouvoir ou efficacité symbolique des images », revista L’homme, revue française d’anthropologie N°165: Image et Anthropologie, Enero/Marzo 2003, edición de la EHESS p.281 : «La imagen no se contenta de representar, de reproducir la realidad y la experiencia vivida, también transforma, o sea abre un lugar, a la vez para la recepción y la producción, que viene a informar de manera diferencial una parte del mundo social que ofrece una base de imágenes para practicas sociales. »

2. Pierre FRANCASTEL, Art et Technique aux 19e et 20e siècles, les Editions de Minuit, Paris, 1956 p.265

3. Nicolas JOUMET, « L’art est en nous », Revista Hors-série Sciences Humaines n°37 sobre el Arte, p.4

4. Citación del artista Pierre SOULAGES en referencia a la celebre frase de Marcel DUCHAMP en su texto Du lard à l’art de 1915 : « Es el ‘mirador’ que hace la obra de arte. »

5. Citada en Jean-Pierre ESQUENAZIi, La sociologie des publics, p.102

6. Régis DEBRAY, Vie et mort de l’image, p.150-151 : « Como hay palabras que pueden herir, matar, entusiasmar, aliviar, etc.… hay imágenes que dan nauseas o miedo, que hacen vibrar, salivar, llorar, vomitar o empalmarse, que llevan a decidir cual carro comprar o cual candidato elegir

7. Los testimonios aquí presentados fueron extraídos de la tesis Le public du Guernica, Malika VINOT, Tesis de Maestría de Etnología, bajo la dirección de Dra Anne RAULIN y Dr Jean-Pierre WARNIER, septiembre 2003, Universidad René Descartes, Paris, Francia.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Curso de Capacitación 2011 - El Lenguaje del Cuerpo en la Danza


Hola por fin tengo las fechas y el lugar confirmado para el curso "EL LENGUAJE DEL CUERPO EN LA DANZA"

Fechas: 12-13-15-16 y 19 de Diciembre

Lugar: NUEVO ESTUDIO - danza Balcarce 479 3° Piso

Costo: $150

Resolución: En tramite en el Instituto Superior de Danza ISA

40 Horas Catedras

Inscripciones:

NUEVO ESTUDIO - danza de 16 a 21 (con daniela)

Lunes y Viernes de 21 a 22 (con Prof. Ruben Dario Luna)

Escuela de danza: con Prof. Veronica Romero

Tel: (0388) - 154204433 - 155706278

San Salvador de JUJUY

Agradecemos la difución de la información

viernes, 18 de noviembre de 2011

La danza y su cuerpo *


Por Ushio Amagatsu



Danse, dance, tanz: en francés, en inglés o en alemán, esta palabra, según los diccionarios, significa originalmente “alargar”, “distender”, “estirar”.



En la mayor parte de las demás lenguas europeas esta palabra presenta fuertes similitudes al comenzar con el sonido an, que les es común. Etimológicamente, se puede remitir la palabra al sánscrito tan. En griego existe el vocablo teiveiv y, en latín, teneo, los cuales nos reenvían a la idea de alargar, de distender… Tensión.

La tensión está profundamente relacionada con la danza. Todas las danzas folclóricas, el ballet clásico y la danza contemporánea encuentran el principio de su expresión en una serie de tensiones físicas.

Pero, tratándose de danza o de gestos cotidianos, la tensión no es suficiente para iniciar el movimiento. Para mover, por ejemplo, un brazo alargado en la horizontal, primero hay que relajar la tensión, lo cual permitirá alargar nuevamente el brazo. Es en la relajación de las tensiones en donde está el trabajo con el brazo, una después de otra a partir del extremo, después los dedos, el puño, el codo; así, el brazo podrá encontrar de nuevo su posición suspendida a partir del hombro. Liberado de estas tensiones, en libre suspensión desde el hombro, el brazo no tiene ya una movilidad propia, no puede ser movido más que por una acción exterior; será necesaria una tensión interna para imprimirle un movimiento propio.

El movimiento nace de esta oscilación entre tensión y distensión. Si la palabra danza nos remite esencialmente a la idea de tensión, debo referirme a los dos términos: tensión y distensión (relajación, reposo), porque el movimiento no tiene otro fundamento que el cuerpo.

El cuerpo es el soporte, la base misma de la danza, aun antes de que éste nazca y hable propiamente. Su emerger comienza por su pasaje por el vientre materno. Se trata de una reminiscencia de la aparición de la vida en las aguas del océano, hace tres millones de años. La matriz está llena de estas aguas primitivas. La vida nace en el mar, tanto en tiempos arcaicos como en tiempos fetales.

En su formación, el individuo repite la formación de toda la especie. Él es la memoria de la vida primitiva y su futuro a lo largo de la historia de la Tierra. Yo estoy ahí en tanto individuo porque tengo padres que también han tenido padres, y llego a la idea que yo nací después de rehacer, en el vientre de mi madre, una aventura de siglos.

“¡Baila, baila!”, dicen los padres al niño que camina, y aplauden para hacerle un ritmo. Así, el niño descubre la danza. Antes de elevarse, el cuerpo del niño pasa por un primer estado de desplome. Sus articulaciones no son lo suficientemente fuertes. Antes de estirarse, las articulaciones de sus piernas se relajan en una alternancia que va creando un ritmo. Se trata de una forma en la que el cuerpo asume de manera muy natural el movimiento espontáneo del desplome. Al final de este proceso, el niño logra mantener el equilibrio sobre una pierna. Construye así un ritmo, desplazando su centro de gravedad, de una pierna a otra. Entonces, no es descabellado sostener que bailar es la capacidad del cuerpo para poder sostenerse en una sola pierna.

Sin embargo, quiero pensar que la danza comienza más allá, en el proceso que precede al nacimiento. E, incluso, más atrás: en los ciclos de una evolución de cientos de millones de años. Levantarse y ponerse de pie, moverse: ningún movimiento se hace sin implicar la gravedad, sin comprometer un intercambio con ella. Finalmente, de esta manera, la danza es un diálogo con la gravedad.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Curso "El lenguaje del cuerpo en la Danza "

martes 15 de noviembre de 2011

Capacitación

Se desarrollará en las instalaciones de la Escuela “Norma Fontenla”.

lunes 14 de noviembre de 2011 Espectáculos

Durante los días 25 y 26 de este mes, y los días 2, 3 y 10 de diciembre, se desarrollará el Curso de Capacitación 2011 "El lenguaje del cuerpo en la danza (una forma diferentes de construir en el aula)".
El mismo estará a cargo del profesor Rubén Darío, y se concretará en las instalaciones de la Escuela Superior de Danzas "Norma Fontenla", dependiente del Instituto Superior de Arte. Tendrá una duración de 40 horas cátedra.

El curso tiene como propósito revalorizar y actualizar conocimientos en la enseñanza de la danza, brindando de esta manera a los ciudadanos contemporáneos una alternativa de renovación y crecimiento acordes a los tiempos en los que nos toca vivir.
Está destinado a bailarines, músicos, artistas, estudiantes, docentes y personas interesadas en conocer y acercarse al lenguaje de la danza.

Los ejes temáticos del curso son: "Mirando el cuerpo", "El sonido de los cuerpos" y "Cuerpos en acción".
Entre las actividades previstas se mencionó la exploración e investigación del cuerpo, el espacio y el tiempo; la experimentación de los distintos ritmos y estilos que conforman parte del folclore nacional; y las experiencias individuales y grupales.

Por inscripciones, los interesados deben comunicarse con el profesor Rubén Luna, a los teléfonos 154-204433 o 155-706278; o dirigirse personalmente a la escuela ubicada en
Lamadrid 438 (hablar con Verónica Romero). Mayores detalles del curso se pueden encontrar en www.elartequenosuspende.blogspot.com.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cada vez que miramos sin ver

La percepción, lejos de ser infalible, acusa errores que inciden en cómo captamos y recordamos el mundo. Christopher Chabris y Daniel Simons, investigadores y autores de “El gorila invisible”, analizan aquí diversos engaños de la intuición.

POR Federico Kukso


Un día cualquiera de 1999 Christopher Chabris y Daniel Simons, ambos psicólogos cognitivos estadounidenses, amigos desde hace muchos años, maestro de ajedrez el primero y malabarista amateur el segundo, diseñaron y realizaron un experimento llamativo. Quizás no fue uno de los más bellos de la historia de la ciencia –como la medida del radio de la Tierra por Eratóstenes o la caída libre de los cuerpos por Galileo–, es cierto, pero seguramente fue uno de los experimentos más curiosos de los últimos tiempos. Sencillo y contundente: estos dos investigadores convocaron a seis estudiantes, los dividieron en dos equipos –unos de remera blanca y otros de remera negra– y les pidieron que se pasaran una pelota de básquet unos a otros mientras se mezclaban. Y los filmaron. Luego hicieron varias copias en VHS –los pendrives y Youtube no existían por entonces– y las esparcieron por todo el campus de la Universidad de Harvard. Cuando consiguieron voluntarios suficientes les pidieron que vieran el video de menos de un minuto –www.theinvisiblegorilla.com/videos.html– y contaran la cantidad de pases que hacían los jugadores vestidos de blanco, sin prestarle atención a los de negro. Sin mucha dificultad, la mayoría contestó correctamente (15 pases). Sin embargo, cuando Chabris o Simons les preguntó casi de improviso “¿notó un gorila?”, todos, y casi sin excepción, respondieron lo mismo: “¡¿Un qué!?”.

Sí: promediando el video, una estudiante disfrazada de gorila entraba en escena, se paraba justo entre los jugadores, miraba a cámara, levantaba el pulgar y se retiraba luego de nueve segundos. Curiosamente, ninguno de los voluntarios vio al intruso. Más que tomarles el pelo a los estudiantes, este experimento demostró claramente lo que varios psicólogos cognitivos saben desde hace rato: que cuando en nuestra vida cotidiana le prestamos mucha atención a un área o aspecto de nuestro campo visual, tendemos a no advertir objetos inesperados, aun cuando sean prominentes. Es un error de percepción, lo que se denomina “ceguera por falta de atención”, una de las tantas ilusiones con las que convivimos y nos manejamos todos los días en el mundo. O, como dicen estos investigadores, una de las tantas trampas que nos juega nuestra cabeza y dominan nuestros pensamientos, decisiones y acciones, aunque no nos demos cuenta.

Con este experimento –que le da el nombre a su último y premiado libro, El gorila invisible y otras maneras en las que nuestra intuición nos engaña–, estos científicos le asestan un duro golpea a nuestro ego, casi tanto como lo hizo Sigmund Freud hace cien años con el descubrimiento del inconsciente. Chabris y Simons corren la cortina y nos desnudan. Luego de exponer varias ilusiones cotidianas –por ejemplo, las relacionadas con la memoria, la confianza y el conocimiento–, demuestran lo poco que nos conocemos, cuán engañados estamos al creer saber cómo funciona nuestra mente, aquel órgano de casi 1.600 gramos que cargamos entre nuestras orejas. “Todos creemos que podemos ver lo que está delante nuestro, recordar con precisión acontecimientos importantes de nuestro pasado, comprender los límites de nuestro conocimiento, determinar de forma adecuada la causa y efecto de distintos sucesos –dicen los autores–. Pero estas creencias intuitivas a menudo están equivocadas y se basan en ilusiones que encubren las limitaciones de nuestras facultades cognitivas”.

-Cuando se habla de experimentos se suele pensar en laboratorios e individuos manipulando pipetas y tubos de ensayo. ¿Los experimentos psicológicos sobre percepción, memoria y conciencia están subvaluados?
-Christopher Chabris: Los experimentos psicológicos, como el del gorila invisible que apareció tanto en la revista Perception como en un episodio de la serie CSI y se convirtió en uno de los estudios más mostrados y debatidos dentro de la psicología, son una de las mejores maneras de conocernos, de aprender más sobre nosotros mismos. De hecho, constituyen la única manera de conseguir un conocimiento fiable sobre muchos aspectos del comportamiento humano. Sólo el entorno experimental revela que muchos objetos nos pasan inadvertidos por completo si no esperamos verlos.

-Por ejemplo, “salió de la nada”, suele decir un conductor después de un choque.
-C. C.: Exacto. Miramos sin ver. Pensamos que deberíamos percibir cualquier cosa que esté delante pero de hecho apenas advertimos una pequeña porción de nuestro campo visual en cada momento. El cableado de nuestras expectativas visuales se encuentra casi por completo aislado de nuestro control consciente. De hecho, los conductores no ven a muchos motociclistas –y se los llevan por delante cuando doblan– porque no están esperando ver motocicletas.

-Mencionan estudios que muestran que los impedimentos ocasionados por el uso del celular son comparables a los de manejar bajo efectos del alcohol.
-Daniel Simons: Sí. Cuando hablan por celular, los conductores reaccionan en forma más lenta que los semáforos, tardan en hacer maniobras evasivas y en general tienen menos conciencia de su entorno. El problema está en que hablar por teléfono al manejar, pese a que en apariencia no implica ningún esfuerzo, socava nuestra atención, nos distrae más de lo que creemos. Perjudica en forma notable la percepción visual y la conciencia de nuestro entorno. Olvidamos que nuestros circuitos neurológicos para la visión y la atención están construidos para las velocidades propias de los peatones, no para las del manejo.

-Y a veces confiamos demasiado en las herramientas que creamos, como el GPS.
-D. S.: Eso es una falsa sensación de seguridad. Esperamos que los escáneres de los aeropuertos detecten armas en los equipajes como esperamos que los guardavidas de las piletas de natación adviertan cuando alguien corre peligro de ahogarse. El GPS de los autos puede ayudarnos a encontrar nuestro camino pero cuando se confía en ellos ciegamente pueden llevarnos a manejar sin notar adónde estamos yendo. Los dispositivos tecnológicos pueden hacer que las personas noten menos lo que las rodea, en particular si suponen que esos artefactos son más capaces que ellas.

-También revelan cómo nos traiciona nuestra memoria, que hay una desconexión entre cómo pensamos que funciona y cómo de hecho lo hace en realidad. ¿Ni en eso podemos confiar?
-C.C.: Y no. La ilusión de memoria se da cuando lo que recordamos difiere de lo que pensamos que recordamos. La memoria no funciona como una cámara de video. La memoria no almacena todo lo que percibimos como si fuera un gran armario con cajones. La mayoría de los especialistas en memoria humana considera que es improbable que el cerebro dedique energía y espacio a guardar cada detalle de nuestras vidas. Así como lo que percibimos depende de lo que esperamos ver, aquello que recordamos se basa en parte en lo que pensamos que sucedió.

-Es decir que la memoria depende tanto de lo que pasó como del modo en que lo interpretamos.
-Así es. La memoria no almacena todo lo que percibimos, sino que toma lo que hemos visto u oído y lo asocia con lo que ya sabemos. Estas asociaciones nos ayudan a discernir lo que es importante y a recordar detalles de lo que hemos visto. Proporcionan algo así como “pistas de recuperación” que hacen que nuestra memoria sea más fluida. Lo curioso es que no podemos distinguir con facilidad entre lo que recordamos al pie de la letra y lo que reconstruimos a partir de asociaciones y conocimientos. Así nuestras evocaciones suelen distorsionarse para ajustarse a nuestras expectativas y creencias. Al recordar, reescribimos nuestros recuerdos a partir de nuestras interpretaciones.

-O sea, los testigos de un accidente o de un crimen no son tan confiables como se cree. ¿Están al tanto abogados y jueces?
-C.C.: Deberían. El sistema legal asume que las personas somos seres ultrarracionales y que estamos al tanto de cómo funcionan nuestras mentes. No digo que los testigos se equivoquen siempre. Pero por lo general dos personas recuerdan un hecho de manera distinta. Curiosamente, los testigos extremadamente confiados se equivocan el 30% de los casos. Esto demuestra la ilusión de confianza: en entrevistas de trabajo o en la calle, tendemos a pensar que las personas confiadas y seguras son más calificadas y confiables de lo que en realidad son.

-¿Piensan entonces que debería cambiar el sistema judicial?
-D.S.: Habría menos condenas a personas inocentes y más condenas a culpables si abogados y jueces supieran más sobre cómo las personas pensamos, recordamos y tomamos decisiones. Creemos que reemplazar el sentido común con hechos y verdades científicas sería bueno para la sociedad.

-¿Qué sugieren? ¿Que desconfiemos de nuestro cerebro? ¿Es nuestro peor enemigo?
-C.C.: La mayoría de las veces nuestros cerebros son dignos de confianza. Si fuesen demasiado defectuosos, nuestra especie no podría haber sobrevivido. El tema es comprender y estar conscientes de nuestras limitaciones y fallas. Somos buenos para extraer el significado de lo que sucede enfrente de nosotros. Y somos buenos en prestar atención a algunas partes del mundo, ignorando las demás, una habilidad que nos ayuda a procesar la información que proviene de nuestro entorno. Pero tenemos una tendencia a sobrevalorar los detalles, la precisión. Nuestros cerebros son confiables, pero no tanto como asumimos.

-¿Pero sirve de algo conocer estas ilusiones cotidianas y persistentes, cada vez que suponemos que alguien que dice no recordar su pasado está mintiendo, cada vez que elegimos a un gobernante porque esa persona es la que transmite mayor confianza?
-C.C.: Sí y no. Conocer estas ilusiones quizá no evite que nos afecten pero sí nos ayudará a tomar mejores decisiones, nos hará desconfiar de aquellas personas que juran recordar un hecho hasta el último detalle y, sobre todo, nos ayudará a lograr el gran objetivo que podemos tener en la vida: saber quiénes somos.

La bienal de la desglobalización

¿Qué queda de las identidades territoriales?, se pregunta García Canclini y recorre la 8va. Bienal del Mercosur señalando “experiencias no ingenuas de nación, territorio y revolución”.

POR Nestor Garcia Canclini


¿Por qué debe haber una Bienal del Mercosur si no existe un arte mercosureño? Artistas y críticos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay han cuestionado incluso que se hable de arte nacional en estos países. Suena como discriminación que en bienales y ferias de las metrópolis se interpreten las obras de Guillermo Kuitca o Cildo Meireles, más que por sus contribuciones estéticas –según se hace con artistas ingleses o alemanes– midiendo cómo representan sus culturas nacionales de origen.

Paradojas de este tipo motivaron que en la 8ª Bienal del Mercosur, que se desarrolla del 10 de septiembre hasta el 15 de noviembre de 2011, su curador, José Roca, eligiera como eje conceptual la geopoética. Nacida en 1997 para acompañar la integración económica de los cuatro países citados, la Bienal logró posicionar a Porto Alegre como foco internacional. Al principio fue discutida por exhibir sobre todo lo que se hace en Brasil, o por la dificultad de representar artísticamente ese proceso de integración regional. Luego de haber estado en la 5ª edición y seguir su proceso, veo que se abre ahora a todos los continentes sin repetir los estereotipos del mainstream artístico y académico.

Como la propia idea de bienal está cuestionada luego de un siglo de desgaste y por su reciente proliferación mundial (cerca de 200), el catálogo comienza enunciando lo que esta bienal no es: ni una enciclopedia donde se ilustran conceptos ni un archivo para exhibir retóricas curatoriales o documentar experiencias que no pudimos ver ni una feria de tecnología a la que se va a mirar las sorpresas que los museos todavía no compraron.

También percibimos que se aleja de las simples oposiciones binarias (centro/periferia, norte/sur) y de la exaltación posmoderna de un nomadismo que descuidaba las diferencias y desigualdades. ¿Cuál es la geopolítica de esta Bienal? Quiere preguntarse de nuevo por lo que hoy pueden ser experiencias no ingenuas de nación, territorio y revolución.

Un primer asombro que ofrece la muestra es la abundancia de banderas: acumuladas, desconstruidas, ironizadas, pero cuya insistencia por sí sola desafía el lugar común de que la globalización habría clausurado lo nacional. Francis Alys presenta dos viejos anuncios de banderas mexicanas con indicación del lugar donde se venden y la sobre impresión “ in a given situation ”: sobre una leemos “representación”, sobre otra –idéntica– “espectáculo”.

Despliegue de propiedades es el título de una de las piezas más potentes: Leslie Shows colgó en lo alto una treintena de banderas blancas de las que chorrean colores, insignias y elementos gráficos. Como estandartes que se derriten y ya no pueden comunicar identidades compactas. Los fragmentos que pueden leerse dejan ver restos de banderas de países y marcas geográficas o señales de tránsito: lo nacional, lo geológico y lo urbano.

Otra pared enorme está cubierta por una bandera negra, titulada Cielo , obra de Luis Romero, que sólo recoge soles, lunas y estrellas de muchas banderas bordadas en hilo blanco. Ni franjas, ni escudos, ni heroicas consignas políticas; sólo una constelación donde lo que divide es omitido. Aunque el artista dice que algunos espectadores le pidieron eliminar símbolos que refieren a identificaciones religiosas, como señal de intolerancia y quizás, al mismo tiempo, deseo de un imaginario firmamento beatífico donde no haya que hacerse cargo de las diferencias.

Paola Parcerisa exhibe una bandera paraguaya vaciada, en la que sólo los bordes de cada franja están marcados por sutiles hilos de color. Quedan los límites liberados de la contundencia y el emblema central. Averiguo: ¿cómo fue recibida en Paraguay? “La gente común la conoció cuando la llevé a la Bienal de Venecia. Mi hijo de 14 años, cuando estaba haciéndola, preguntó: ¿Es para un partido de fútbol? Cuando la terminé y sólo veía los bordes, entendió así el sentido de que cada franja quedara blanca: “Se fueron todos”.

Lo que se desdibuja

Las migraciones y las fronteras han estado en el centro de la discusión política y visual sobre lo que queda de las naciones. Los desplazamientos masivos y las represiones fronterizas alimentan, a veces, representaciones melodramáticas o panfletarias. En el extremo opuesto, han incitado obras que reducen la interculturalidad al nomadismo, una circulación fluida de personas y mensajes que disolvería las diferencias.

Algunos artistas combinaron los emblemas nacionales con la iconografía transnacional, como hicieron Melanie Smith y Rafael Ortega en Estadio Azteca. El video mezcla imágenes patrióticas, prehispánicas, de un ídolo de la lucha libre, del arte contemporáneo y de la bebida más famosa, compuestas por centenares de jóvenes que alzan tablas como mosaicos sumados: sugieren no sólo lo que dicen las imágenes sino el disciplinamiento social y su contradictoria o fallida realización. Una gran pantalla del estadio, en lo alto de la tribuna, teniendo en los márgenes los logos de Coca-Cola y la cerveza Corona, declara: “ The Revolution will not be televised ”. Como al mismo tiempo esta obra representa a México en la Bienal de Venecia, dice que la tarea de embajador que a veces se encarga al arte se cumple mejor si asume los símbolos históricos entretejidos con la iconografía deportiva, comercial y mediática.

Un mérito de la Bienal del Mercosur es desmarcarse del imaginario de identidades nacionales soberanas. Entre las intervenciones con más eco se halla la del colectivo esloveno creador del Estado NSK, micronación o Estado en tiempo que abre su “consulado” en muchas bienales y entrega pasaportes: largas filas a todas horas para tomarse la foto, llenar el formulario y obtener el documento estaban formadas por gente dispuesta a pertenecer a otra nación inventada o acreditarse como miembro de una patria viajera de artistas.

¿El problema es estar insatisfecho con nuestro país o que las desdichas de unos y otros se parezcan? Kochta & Kallenein, directores del Coro de Quejas de Teutonia, que han reunido protestas de maltratados por el neoliberalismo, desde Helsinski, su ciudad, hasta Singapur y El Cairo, hicieron una pieza musical con frustraciones de brasileños. Al escuchar a las personas en talleres de quejas encuentran malestares transnacionales, que les dan “la sensación de que ya vivían en esa ciudad hace muchos años”.

¿Qué queda, entonces, de las identidades territoriales? Son, más que una representación de algo preciso, una actuación, un modo de posicionarse en la geopolítica mundial. La mayor parte de las obras reflexiona sobre ambigüedades, logros parciales y fracasos, no con banderas y monumentos inamovibles sino con símbolos alterados que miran dudosos a los vecinos (y a sí mismos).

No obstante, hubo disconformes. Escuché protestas uruguayas por no estar incluidos. “Pero está la obra de Alberto Lastreto, que vive en Montevideo”. “Sí, pero nació en Argentina y últimamente está en Nueva York”. ¿Quién está autorizado a representar un país que figura entre los que cuentan mayor porcentaje fuera de su territorio? Lo responde su obra, El prócer, una figura a caballo videoanimada que salta más allá del pedestal, sobre parques, arcos de fútbol, edificios, con fondos de paisajes de distintos países, conviviendo con otros monumentos, desde el Arco Trajano hasta la Torre de Tatlin.

Fragilidad y catástrofe

Erase una época en que los países se valoraban según fuesen más o menos bendecidos por la globalización. Había que abrir la economía a inversiones externas y aumentar las exportaciones; la prosperidad se medía no por indicadores del bienestar de la población nacional (alza de salarios y del consumo), sino por su interdependencia con el mundo y por el equilibrio de la balanza comercial. Algunas regiones comenzaron a sentir frágil la apertura indiscriminada y se agruparon para protegerse: la unificación europea, Mercosur, los tratados de libre comercio o entre grupos de países, como el TLC de América del Norte.

La fragilidad sospechada se convirtió en catástrofe. Si bien esta globalización venía produciendo desde hace dos décadas desempleo y salida de migrantes en el Sur, rechazo a los migrantes y xenofobia en el Norte, caída de las clases medias y peor pobreza en todas partes, el modelo estalló en septiembre de 2008. Habíamos tenido antes cataclismos nacionales (México en 1994, Rusia y otros países del este europeo al final de esa década, Argentina en 2001), pero en los últimos tres años el derrumbe se mundializa, la Unión Europea exhibe su incapacidad para sostener la integración y Estados Unidos se asoma una y otra vez al precipicio.

¿Salimos del euro? se preguntan los ministros europeos ¿Cómo protegernos del contagio universal? ¿Y del avance chino? Otras dudas semejantes señalan una tendencia a la desglobalización. Los países del Mercosur, sobre todo Argentina, Brasil y Uruguay, que conocieron hace pocos años los riesgos del abismo, están entre las economías con mejor ritmo de crecimiento anual (7 al 9 %), se expanden cuidando el desarrollo interno y logran cierta redistribución económica y cultural.

Por supuesto, las artes no son reflejo de los procesos económicos ni políticos. De hecho esta Bienal reúne obras recientes y de años anteriores, como una reflexión de largo plazo. El movimiento internacional del arte, con muchos focos de desarrollo no sólo en las metrópolis, reúne ahora miradas más complejas sobre las articulaciones y fracturas mundiales, desde las revoluciones fallidas a las marchas de los indignados y desesperados de Egipto (Revolución, de Khaled Hafez). A diferencia de quienes conciben una bienal como desfile global de las novedades de temporada, la del Mercosur incluye una muestra coordinada por Aracy Amaral, donde artistas actuales revisan las fronteras geográficas y culturales de los países de la región en diálogo con grabados, esculturas, pinturas de paisajes, objetos domésticos y mapas de expediciones que documentaron otras épocas. Videos, instalaciones sonoras y físicas, fotos satelitales de Google Earth retrabajan el sentido actual de las Misiones, las movedizas fronteras, las mezclas indígenas con portugueses, españoles, africanos, italianos, árabes y judíos pobladores de estas tierras.

El programa Ciudad no vista, por otro lado, convocó a artistas brasileños y de otras nacionalidades a intervenir espacios y edificios “poco interesantes” de Porto Alegre: el Observatorio Astronómico, ruinas urbanas, el Viaducto Otávio Rocha, tubos de PVC subidos a diez pilares que amplifican los sonidos del Aeromóvil, tren urbano silencioso que se desplaza por el aire con la fuerza de la presión del vacío y genera reverberaciones necesarias pero que nadie escucha. Santiago Sierra, en cambio, buscó aturdir con los seis altavoces que reproducen los himnos nacionales de los países del Mercosur tocados al mismo tiempo en los Jardines del Palacio Piratini, antigua sede de los gobernadores portugueses.

No es posible citar ni la mitad de la constelación de talleres y acciones que buscaron incorporar a comunidades alejadas y hacer circular a artistas de otras regiones. Destaco el proyecto pedagógico curado por Pablo Helguera. En vez de difundir información, formó mediadores para que articularan el carácter procesual del trabajo artístico con juegos y reflexiones del público. La investigación, la colaboración y las tareas de interpretación, constitutivas de los trabajos artísticos contemporáneos, eran incentivadas también en los receptores. El curso previo para mediadores formó a 780 universitarios de muchos Estados –no sólo de Porto Alegre– que enseñaron a “responder de forma imaginativa, creativa y flexible” ante las obras. Desglobalizar puede entenderse de dos maneras: incumplir las promesas de integración mundial dejando fuera a países o vastas poblaciones, pero también como el aprovechamiento de movimientos globales para crear infraestructuras locales (físicas y humanas) que rebasen lo local. Inscribir a artistas, discursos y públicos en intercambios más equilibrados, modificar las maneras de experimentar lo propio y lo de los otros. No sólo ocurría en las obras que representaban naciones ficcionales, sino en las demás reelaboraciones de banderas, mapas, viajes y alianzas donde emergían “zonas de autonomía poética”. Se trataba de imaginar las muchas maneras de crear nuestro propio país.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Curso de Capacitacion 2011


Las artes han sido, y continúan siendo, los lenguajes con los cuales se escriben la historia de las costumbres, los sueños y las utopías, los

Amores y los desamores, los éxitos y los fracasos; pero, ante todo la génesis de la conciencia, el gusto por la armonía, las proporciones y la

habilidad de crear, propiciar y disfrutar lo estético.

(Germán Alberto Bula Escobar)

OBJETIVO GENERAL:

El objetivo de este proyecto es acercar aquellas técnicas del movimiento (Expresión Corporal, Improvisación, Contact, Teatro, etc.), que permitan desarrollar toda la capacidad expresiva de los participantes y de las danzas folclóricas argentinas.

Brindar nuevas herramientas para la composición de piezas coreográficas, sostenidas desde un discurso corporal que refleje la identidad.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

Mirando el Cuerpo…

* Conocer los elementos y vivenciar su importancia en la danza

* Identificar las posibilidades móviles del cuerpo con y sin un objeto

* Experimentar diferentes ritmos musicales para potenciar la capacidad creativa.

* Fortalecer la expresividad y la percepción corporal.

* Apreciar la creación Individual y Grupal.

* Comprender la producción como un hecho rico en aprendizaje.

* Percibir la combinación de movimientos entre el bailarín y el objeto.

* Identificar la variación del tono muscular y la energía del cuerpo durante la exploración.

El sonido de los cuerpos

* Invención y práctica de juegos de coordinación y manejo del elemento.

* Experimentación de las posibilidades de movimiento en relación a un estimulo o medio sonoro.

* Identificación de las relaciones que entablan el cuerpo y el elemento de trabajo.

* Reconocer distintos tipos de movimientos que provoca el elemento.

* Lograr manejar combinaciones complejas de movimiento-espacio-energía.

Cuerpos en acción

* Reconocer el uso y las variables que la utilización de los elementos brindan al trabajo corporal.

* Ampliar el lenguaje corporal a través de la exploración e indagación de los ritmos y calidades de movimientos que propone el folclore.

* Desarrollar en los alumnos el ejercicio por la apreciación del hecho artístico y la comprensión de toda su simbología.


ACTIVIDADES:

El curso de capacitación tiene dentro de sus actividades llevar a cabo las siguientes actividades:

* Exploración e investigación del Espacio y el tiempo

* Experimentación de los distintos ritmos y estilos que conforman parte del folclore nacional.

* Experiencias individuales como grupales.

Se prevee que la puesta en escena de la producción final se presentará ante la comunidad, fecha y horario acordados por el capacitador y los alumnos.

DESTINATARIOS:

El mismo tiene como destinatarios Jóvenes, adultos y docentes interesados en conocer y acercarse al lenguaje de la danza ya que el mismo tiene como propósito continuar revalorizando y actualizando nuestros conocimientos, brindando de esta manera a los ciudadanos contemporáneos que hoy una alternativa de renovación y crecimiento actualizados a los tiempos en los que nos toca vivir.

CONTENIDOS TEÓRICO-PRÁCTICO:

Módulo I:

Mirando el Cuerpo…

Módulo II:

El sonido de los cuerpos

Módulo III:

Cuerpos en acción

Composición y Montaje Escénico

Bloque Temático:

Cuerpo y objeto:

- Partes del cuerpo

-

- Reconocimiento y Tipos de movimientos del elemento

- Espacio – tiempo – Velocidades – Energías

- Calidad de movimiento.

- Percepción del elemento y del espacio ocupado por el movimiento.

Creatividad:

- Improvisación con el elemento.

- Exploración de las posibilidades del elemento.

Elemento y las Danzas

- Tipos de danzas que emplean el objeto

- Calidades de movimiento del elemento de acuerdo al ritmo musical de la danza.

- Implementación del elemento en diferentes danzas

Producción de Coreografías:

- Construcción de secuencias de movimientos.

- Composición coreográficas a partir del elemento – la música- el espacio – el movimiento – energía.

- Danzas Individuales – colectivas – Grupales

Bloque Temático:

Cuerpo y objeto:

- Percepción

- Tono muscular

- Tiempo – Ritmo

- – Velocidad- Duración

- Alternancia Simultaneidad

- Coordinación

- Segmentación

- Creatividad

- Coordinación

- Elemento en el cuerpo

- El cuerpo al ritmo del elemento

Producción de Coreografías:

- Construcción de secuencias rítmicas individuales y grupales.

- Combinaciones Creación de coreografías con el elemento

- Composición coreográfica utilizando varios elementos

- Realización de secuencias que vinculen otros elementos propuestos por los alumnos

Bloque Temático:

Improvisación:

- Combinación de elementos.

- Variación de calidades del movimiento

- Construcción de movimientos en el espacio y tiempo.

- Utilización de recursos literarios, musicales, visuales.

Composición:

La composición se abordará desde las distintas producciones coreográficas de cada módulo, para arribar al eje o temática en la concluirá una producción final.

Inscripciones: 154204433 - 155706278