jueves, 1 de abril de 2010

Ideas sobre interpretación: Bertolt Brecht


Para entender la idea que Bertolt Brecht tenía sobre la función de los actores en el teatro, hay que comprender antes, aunque sea en líneas generales, su idea del teatro.

Para Brecht el hombre tiene una imagen del mundo y de la sociedad en que le ha tocado vivir distorsionada y contradictoria, poco precisa, y por tanto no puede dominar ni manejar la realidad; se encuentra inmerso en un orden establecido que cree que no puede modificar. Esta situación, en la que los seres humanos aceptan lo dado en su orden social sin discutirlo ni tratar de cambiarlo, tiene su correspondencia en lo que él llama el “teatro aristotélico”, que muestra una realidad inmanente e intocable, no susceptible de cambios. Por ello Brecht trata de alcanzar un teatro que ofrezca una imagen del mundo y de la convivencia entre las personas que sea manejable y comprensible, y, sobre todo, que permita ser dominada y manejada por el pensamiento y la emoción. A este nuevo teatro que propone le llama “teatro épico”

En el teatro épico la tensión dramática no se concentra en los sucesos que llevan hasta un desenlace, sino en cada suceso en particular. El teatro de Brecht se mantiene siempre consciente de que es teatro y no realidad, aunque sea momentánea, por lo que hay continuas interrupciones del proceso teatral para impedir la identificación del público con lo que sucede en escena. La identificación es incompatible con el espíritu crítico que quiere que el espectador asuma. Frente a la inmersión e identificación propone el efecto de distanciamiento. Para conseguir el distanciamiento propone la observación de la conducta humana, de los sucesos, de cada objeto con sorpresa y curiosidad, sin dar por sabido o conocido nada. Distanciar un suceso o personaje significa captar aquello que se daba por supuesto y tomarlo como una absoluta novedad.

La tarea del teatro, según Brecht, consiste en contar la anécdota, el suceso, con claridad y precisión, haciendo verosímil el argumento, formado por el encadenamiento de sucesos. Así dice él mismo: “La tarea principal del teatro consiste en interpretar la anécdota y en exponer su sentido a través de los efectos de distanciamiento apropiados”. El público disfruta del placer de observar el comportamiento humano y sus consecuencias con sentido crítico y constructivo, imaginando otros comportamientos posibles diferentes al presentado; de este modo, el público interviene en el relato. A cada uno de los sucesos se le atribuye una estructura propia bien visible para el espectador.

Brecht atribuye al actor en este teatro épico un papel fundamental para cumplir los objetivos que se propone:

  1. Representar libremente las distorsiones de la estructura social.
  2. Generar en el espectador una actitud crítica que lo anime a intervenir en esa estructura para modificarla.

Para conseguir esos dos objetivos el actor tiene que lograr un adiestramiento total en la actuación realista por medio de la observación. La observación para Brecht es uno de los elementos fundamentales del arte teatral. Nada que el actor no haya observado y confirmado debe ser ofrecido al público. Así lo expresa en este poema:

Lo que tenéis que aprender

es el arte de la observación.

Tú, como actor

debes primeramente dominar

el arte de la observación.

Ya que lo importante es,

no como te ves tú,

sino lo que has visto

y muestras a la gente.

A la gente le importa saber

lo que sabes tú.

A ti te observarán

para saber si has observado bien.

El actor puede conocer todos los estados de ánimo, pero no todo está dentro de él y no puede dejarse llevar por esas emociones, pues su papel no es mostrarlas sino mostrar la vida en sociedad para provocar en el público una reacción. Tiene él también que mirar el comportamiento de su personaje con sorpresa y distancia. Debe mirarlo con mirada social; su tarea consiste en encontrar el modo de representarlo juzgándolo según su comportamiento. Presenta la construcción del personaje en tres fases:

  1. Actitud de sorpresa ante el personaje, no asumirlo nunca con naturalidad, sino cuestionándose su comportamiento e imaginando otras alternativas posibles. En esta fase, el actor no puede estar seguro de nada, pues la vacilación, el conflicto interior y la duda deben estar presentes. Tiene también que encontrar las contradicciones del personaje y los rasgos que no cuadran con lo esperado de su situación.
  2. La segunda fase es la de la identificación, la búsqueda de la verdad interior del personaje, desde un punto de vista subjetivo.
  3. En una tercera fase el actor tiene que ver al personaje no ya como un individuo, sino en sus relaciones con la sociedad. Este momento es la superación de la identificación, pues vuelve a la perplejidad inicial y distancia al actor de su personaje.

Becht acuña el concepto de “gestus” o gesto, que no es sino el conjunto de gestos, ademanes y formas de elocución que se dirigen un grupo de personas; es la actitud esencial que está por debajo de una situación dada. Una definición precisa sería: “conjunto de gestos y expresiones orales que se presentan en un individuo y desencadenan ciertos sucesos”. Un personaje surge de la suma de sus relaciones con los demás, su carácter se forja por la función que cumple en un grupo. El gestus o gesto determina las posturas corporales, las entonaciones, las expresiones externas del rostro, la caracterización en suma.

El actor épico tiene como tarea el conocimiento de su conducta hacia los otros personajes. Si en el teatro aristotélico el actor primero creaba su personaje y lo confrontaba y adaptaba a los demás, en el teatro épico el actor se preocupa por encontrar su gestus, o sea su forma de estar en el mundo en relación con los demás, de modo que el personaje surge del conocimiento de su conducta hacia los otros seres humanos con quienes comparte espacio y sociedad.

(Resumen adaptado de un artículo de Héctor Levy-Daniel)

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