En un libro sobre teoría estética, el intelectual italiano analiza el nacimiento de una nueva “sensibilidad estética”, o cómo ya nadie está dispuesto a decir más que “cool” o agregarlo a favoritos cuando algo realmente le gusta en Internet.
POR MARCELA MAZZEI
Con un crecimiento exponencial de usuarios, la Web es el medio que estimula más que cualquier otro la difusión global de ideas y comportamientos, incluso las formas estéticas, modelando la manera en que la sociedad percibe la cultura contemporánea. Así lo entiende Vito Campanelli, teórico italiano autor de Web Aesthetics: How Digital Media Affect Culture and Society (Estética Web: Cómo los medios digitales afectan a la cultura y la sociedad), un libro que viene a llenar un vacío teórico en el debate sobre la cultura digital: cómo a medida que pasamos horas frente al monitor se modifica no sólo la manera en que nos relacionamos sino también cómo apreciamos lo que tenemos ante nuestros ojos.
A través del prisma de la estética –donde priman los juicios del gusto y la experiencia reflexiva de la belleza– Campanelli explora algunos fenómenos actuales como las redes sociales y la “cultura remix”, sentando así las bases para una teoría orgánica estética de los medios digitales.
-¿De dónde surge el interés por lo que llama la “estética Web”?
-Hay  muchos estudios que reflexionan sobre las implicancias estéticas de los  nuevos medios, pero no es fácil encontrar referencias a las teorías  estéticas clásica, moderna e incluso posmoderna: hay un vacío teórico.  Otro error muy común es generalizar (y banalizar) el término “estética”,  confundiéndolo con el diseño. Si bien es cierto que cualquier cosa  puede ser estética, la estética es una discplina muy precisa que tiene  que ver con los juicios del gusto y con la belleza, el arte y la  experiencia estética. Despejados los malentendidos, mi objetivo fue  esbozar una teoría orgánica adecuada a los modos de percepción  emergentes y elegí la Web porque es un medio que estimula, más que  cualquier otro, la difusión global de ideas y comportamientos,  incluyendo las formas estéticas y moldeando la cultura contemporánea y  la sociedad.
-Desde esta perspectiva, ¿cómo era la Web en sus inicios y cómo es en la actualidad?
-Hoy  la Web está más cerca de los usuarios porque son ellos los que la  hacen. De visitantes pasivos de sitios Web ya construidos, un usuario  medio sin ninguna experiencia hoy publica contenidos y le da una  dimensión social a sus relaciones. Aunque podría considerarse un logro  colectivo de los usuarios y, de hecho, no se puede negar que las redes  sociales y la blogósfera han cerrado el círculo entre Internet y la  sociedad, debemos tener una mirada crítica.
El deseo de afirmar la  propia personalidad y mostrarle al mundo nuestro espíritu creativo es  el cebo que activa la trampa del espectáculo global y concatenado de los  medios de comunicación. Los usuarios, agradecidos por las herramientas  gratuitas, no se dan cuenta de que están siendo expropiados en beneficio  de las empresas propietarias de los sitios Web (lo que pasa con  Facebook es un ejemplo colosal de trabajo no remunerado "donado" por  millones de usuarios a Zuckerberg). Ya que no puedo negar los avances  derivados de la masificación del uso de los medios digitales, no lo  puedo hacer sin cierta nostalgia por la época en que los usuarios  pioneros de Internet mostraban una mayor conciencia y compromiso para  comprender a fondo la verdadera naturaleza de los instrumentos con los  interactuaban.
-¿Qué sucede con la estética Web en la era de las redes sociales?  
-Mi  tesis a demostrar en el libro dice que estamos asistiendo a la  propagación de un nuevo tipo de gusto estético, una nueva “sensibilidad  estética” que es característica de nuestro tiempo y, como tal, está  profundamente arraigada en el uso de las modernas herramientas digitales  y entrelazada con los espacios sociales más estrictamente  contemporáneos, que vendrían a ser las redes sociales.
El concepto clásico de belleza ha entrado en crisis categóricamente. En un sentido lingüístico, se manifiesta en la tendencia a sustituir el término en inglés “beautiful’ (bello) por “cool”: en la Web, lo que sea que es el más visto, el mejor rankeado, el más linkeado o recibe más comentarios es automáticamente “cool”. En esta perspectiva, cualquier cosa que se disfruta es simplemente “cool” y cualquier cosa que daña nuestra propia “sensibilidad estética” ni siquiera merece una definición (lo que requeriría de un esfuerzo crítico) y se deja a un lado. Lo que importa es anticipar lo “cool” que está esperando a la vuelta de la esquina.
Se trata de una actitud estética que coincide perfectamente con la proliferación de herramientas para la creación de medios auto-producidos. Cualquier éxito de YouTube sería un buen ejemplo: es probable que sus espectadores comenten “cool” y a lo sumo lo agreguen a sus favoritos o lo envían a sus amigos. Además de ser inútil, cualquier reflexión impide el libre flujo de datos digitales. Después de todo, los temas contemporáneos están tan sobrecargados de contenidos que cualquier intento de reflexionar sobre ellos o intento de formular un juicio estético simplemente están fuera de alcance.
-A esa sobreabundancia se refiere el concepto de “cultura remix”…
-La  cultura, en mi opinión, siempre ha sido una "cultura de la remezcla”.  El remix es como "impuesto de la evolución", que surge de la necesidad  innata del ser humano de transformar personalmente los materiales que  tiene a su disposición. Esto podría explicar por qué la práctica de la  remezcla es hoy más necesaria que nunca: nunca antes hemos tenido tantos  materiales al alcance de la mano (sólo basta pensar en la incorporación  de ingentes cantidades de cultura analógica en el dominio digital, por  ejemplo en Google Books).
Los materiales son tantos que  simplemente piden ser remezclados: si todo es tan práctico, tan  extemporáneo y tan divertido, ¿por qué no usarlo? Los individuos se ven  obligados a pensar en términos de post-producción y remezcla, para poder  hacer frente a la sobrecarga de información digital con la que se  encuentran todos los días. Si la cultura siempre ha evolucionado a  través de la variación, selección y repetición, habitamos la cultura  remix por excelencia, sobre todo si se tiene en cuenta la sinmplicidad y  la velocidad de las rutinas computarizadas del cut & paste (cortar y pegar), lo intuitivo del Photoshop o el After Effects. Como sostiende Lev Manovich:  el software moderno dio vida a un escenario en el que las operaciones  de selección, construcción, edición y publicación de datos se  facilitaron a tal punto que se puede prever una etapa de “remezcla  total” en la que todo puede mezclarse con todo el resto.
-¿Cree que la cultura digital influye de manera diferente a los nativos digitales?
-El  principal objetivo de mi investigación es tratar de entender qué papel  juegan los medios digitales en la progresiva estetización de la realidad  y sus expresiones culturales más importantes. Más concretamente, cuál  es el papel de la Web que, al ser ubicado dentro de este proceso  socio-cultural, se convierte en un poderoso agente global de  estetización. En esta perspectiva, yo no pondría tanto énfasis en la  distinción entre los nativos digitales y el resto del mundo, de hecho,  me parece más interesante otros dos temas principales: la estetización  de la sociedad y la difusión global de las formas relacionadas con la  Web.
 
-¿Qué podemos aprender de la perspectiva estética de la Web?
-Mi  intento de observar la dinámica de la Web (y el flujo continuo entre la  Web y la sociedad) a través de la perspectiva de la estética revela, en  definitiva, una clara opción política. En realidad, estoy convencido de  que la batalla por construir sentido con lo que ocurre delante de  nuestros ojos se juega a nivel de las imágenes y las superficies: a  nivel estético. Por lo tanto, es precisamente en este nivel que debemos  situarnos para dar batalla, es decir, resistir la violencia de la  comunicación de masas contemporánea. En mi opinión, la única alternativa  a sus efectos es un retorno a un sentimiento estético de las cosas, y  esta es la razón por la que quiero construir una estética activa: una  herramienta para personas o multitudes que pasen de víctimas de los  medios a sujetos estéticos activos, capaces de formular estrategias que  desenmascaren las que utilizan las elites del poder.  
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