martes, 5 de julio de 2011

"Residuos de la cultura humana"

Adrián Villar Rojas, el representante de nuestro país en la Bienal de Venecia.

POR ANA MARIA


Una inminencia trágica sobrevuela la obra de Adrián Villar Rojas, signo de algo que ocurrió o está a punto de ocurrir. Cualquiera podía experimentar esta inquietante sensación ante la ballena encallada en un bosque de lengas que presentó en la II Bienal del Fin del Mundo de 2009. O ante los escombros que dispersó en el subsuelo de la galería Ruth Benzacar en 2008.
El tiempo y el espacio son dimensiones deliberadamente ambiguas para el joven artista que representa a nuestro país en la Bienal de Venecia. Una obra como la suya puede delirar con universos múltiples recreados a distinta escala, como aquellos pequeñísimos que dispersó sobre una gran mesa para el Premio Petrobras ArteBA en su edición 2007 o las once esculturas de arcilla que presenta ahora en Venecia. "El asesino de tu herencia", como quiso llamar a este trabajo, es una frágil mezcla de imaginario de ciencia ficción y animación japonesa que dialoga con la solidez de siglos de los muros medievales del Arsenal en el destacado espacio que ocupa el envío argentino en esta edición.
Convocado el año pasado por el curador Rodrigo Alonso, Villar Rojas hizo pie en Venecia en marzo pasado al frente de un equipo de diez personas que trabajó sin parar hasta el día de la apertura. La idea era, en palabras del artista, convertir el espacio asignado en una suerte de "laboratorio que se proponía plasmar cómo serían editados los residuos de la cultura humana."
No es la primera vez que el artista trabaja el formato site-specific, un diálogo con el espacio, en gran medida inspirado por él. Pero tampoco la primera que trabaja con un equipo de gente idónea en distintas disciplinas.
Nacido en Rosario en 1980, Villar Rojas representa una nueva camada de artistas que participa de un sentimiento post utópico que convierten en acicate de su imaginación. Pero que también entiende los modos de producción del presente como algo que excede la figura del artista solitario y la práctica de una sola disciplina.
Su obra gozó este año de una ubicación privilegiada que no tuvieron artistas que le precedieron y además su presencia se vio beneficiada por la difusión que acompañó la visita de la presidenta. Todo esto seguramente contribuyó al premio que le otorgó la fundación Besse para hacer una obra en Japón.

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